Susi Espín: «Recuerdo el momento de aproximarme a las cataratas de Iguazú y comenzar a llorar»
«Es importante en el teatro que el público se quede tiempo dándole vueltas a la obra que acaba de ver»
Recuerda con cariño la actriz Susi Espín (1975) sus veranos de niña en su pueblo, Cehegín. «Quizá íbamos a la playa alguna vez pero solíamos ... estar en Cehegín con las amigas y los primos, y nos íbamos a bañar a Moratalla». Más adelante, invertía los veranos en formación. Graduada en Arte Dramático en la modalidad de Dirección por la ESAD de Murcia, la actriz supo enseguida que lo suyo era estar encima de un escenario. Comparte trabajo y se divierte con sus amigas Rocío Bernal, Inmaculada Rufete y Eva Torres en la comedia 'Despedida de casada' (Doble K Teatro) –que se podrá disfrutar con entrada gratuita el 25 de agosto a las 22.00 horas en el Puerto de Mazarrón dentro del ciclo Mares de Papel– y ofrece una propuesta más reflexiva y social en los montajes de la compañía Deconné 'La perspectiva del suricato' y 'Cría cuerdos' –también en el Puerto de Mazarrón el 18 de agosto a las 22.00 horas y con entrada libre–, compartiendo elenco con personas con y sin discapacidad. Por primera vez, navega por el río Segura en Murcia a bordo de uno de los botes de El Tío de la Barca.
–¿Va a menudo a Cehegín?
–Nací allí, viví allí y yo siempre digo que Cehegín es como Tara en 'Lo que el viento se llevó', o sea, es la tierra a la que vuelvo siempre a coger fuerzas y a desconectar. Ahí están mis amigas, con las que sigo quedando. Es como un ritual. En Navidad y en verano siempre hacemos una cena o una comida y nos juntamos todas. También están allí mis padres y mis tías.
–¿Tiene allí algún rincón favorito?
–El casco antiguo es una maravilla y me encanta perderme por sus calles estrechas en invierno, con ese olor a chimenea, a humo y con esa luz de las farolas antiguas. Me parece mágico.
–¿Es en Cehegín donde nace su interés por el teatro?
–Sí. Gracias a mi profesor de Física, Juan. A mí se me daba fatal la física y él me la explicó de una manera maravillosa. Él además montó un grupo de teatro en el instituto, Arenga, y me animó a apuntarme ¡y gracias a ello empezó a gustarme la física! De repente descubrí que lo mío era el teatro pero ni siquiera me había planteado dedicarme profesionalmente a eso. Él me recomendó que hiciera las pruebas de Arte Dramático [en la ESAD de Murcia] e hice Dirección Escénica.
«De pequeña una vez me preguntaron qué quería ser de mayor y respondí que actriz o ángel. Pensaba que ángel era una profesión hasta que una amiga me dijo que estaban muertos»
–¿Influyó su familia en el interés por el teatro?
–No. Uno de mis hermanos es médico, otro ingeniero informático y la otra es matrona. Y en mi casa solo mi abuela hizo teatro durante la República. Mis padres no venían del mundo del arte. Han sido dos personas obreras que se han sacrificado para que sus cuatro hijos tengan estudios. Ellos siempre han dicho que teníamos que estudiar. Lo que nos gustase, pero estudiar. Yo recuerdo que de pequeña una vez me preguntaron qué quería ser de mayor y respondí que quería ser actriz o ángel. Pensaba que ángel era una profesión hasta que una amiga me dijo que los ángeles estaban muertos. Pero tampoco recuerdo que en el colegio se me despertara este interés.
–Y decidió estudiar Dirección aunque no se ha dedicado a ello.
–Me recomendaron hacer Dirección porque era muy completo y no me arrepiento en absoluto ya que paralelamente a la dirección hice un montón de cursos y me metí en todos los montajes de mis compañeros como actriz. En el último año hicimos 'Hamlet' y me di cuenta de que yo era actriz, no soy directora. Como directora lo pasaba peor. Como actriz tú en el escenario tienes una sensación de control sobre lo que pasa pero como directora puedes confiar mucho en tus actores y en los técnicos de luces y de sonido pero una vez que empiezas la función nada está en tu mano.
–¿Qué hace al terminar sus estudios?
–Antonio Saura, director de la compañía Alquibla Teatro, estaba buscando a una actriz para interpretar al personaje de Hermia en 'El sueño de una noche de verano'. Fue a ver 'Hamlet', donde yo hacía de Ofelia, y de repente les cuadré y me llamaron. Con ellos hice callo de tablas. Viajamos muchísimo y estuvimos en festivales internacionales en Washington y Miami (EE UU), y en Argentina. Después decido formar una familia y dejarlo todo por criar a los niños y estar unos años apartada, aunque finalmente seguí con cosas puntuales cuando nació Marcela [12 años] y cuando nació Martín [de 7 años] me llamó Alfredo Zamora para hacer una sustitución. El bebé tenía cinco meses y, literalmente, yo lo llevaba todo el día en la teta. Y me enganché a su compañía.
'Bodas de sangre'
–¿Recuerda algún viaje con especial cariño?
–La visita a las cataratas de Iguazú, en Argentina. Nos fuimos con 'Bodas de sangre' y con ese viaje crucé el charco por primera vez. Recuerdo el momento de aproximarnos con el tren, empezar a oler el agua y comenzar a llorar sin pretenderlo. Tengo clavado ese instante. Es increíble cómo te aborda la naturaleza. El Síndrome de Stendhal es real.
«En las clases con niños con altas capacidades trabajamos, con las herramientas del teatro, la frustración y el error. Son niños que no soportan equivocarse»
–¿No le asustan los retos ni la incertidumbre?
–Los actores estamos acostumbrados a ello. Yo practico eso que ahora se llama resiliencia.
–¿Siempre ha trabajado en el ámbito de la interpretación?
–Lo he compaginado con otras cosas. Con mi compañera Rocío Bernal monté una empresa de publicidad, porque las dos estudiamos Publicidad tras Arte Dramático y creamos una empresa pequeñita, DOSdTRES, que cerró en la crisis de 2008, pero durante un tiempo nos fue bastante bien. Rocío y yo somos como hermanas. Ahora también combino la interpretación con la docencia. Estoy en el equipo de docencia de un proyecto de talleres extracurriculares para niños de altas capacidades.
Vértigo
–¿Cómo son estas clases de teatro?
–No nos dedicamos a hacer una obra de teatro. En las clases que tenemos, que son muy pocas al año, yo utilizo herramientas del teatro como la improvisación para trabajar con ellos un montón de cosas que este tipo de niños tienen como handicap. Trabajamos, por ejemplo, la frustración y el error. Se trata de niños que no soportan equivocarse.
En tragos cortos
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Un sitio para tomar una cerveza La Barandica, en Cehegín.
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Una canción 'Losing my religion', de R.E.M.
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Un libro para el verano 'Anoxia', de Miguel Ángel Hernández.
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¿Qué consejo daría? Sé honesto contigo mismo.
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Un aroma A cítricos.
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¿Con quién no cenaría jamás? Con Gollum, el personaje de 'El señor de los anillos' porque me pone nerviosa su forma de hablar.
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¿Quién dejó de caerle mal? Pedro Ruiz. Cambié de opinión tras escucharlo en una entrevista.
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¿Les gustaría ser invisible? No.
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¿Qué le gustaría ser de mayor? Ángel.
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¿Tiene enemigos? Creo que no.
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¿Qué es lo que más detesta? La falta de responsabilidad.
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Un baño ideal En cualquier río con el agua fría.
–Con Rocío Bernal comienza a trabajar en la Cía. Deconné y el montaje 'La perspectiva del suricato'. ¿Cómo surge este proyecto?
–Con esta compañía siempre trabajamos proyectos de creación. Nos sentamos todos juntos y proponemos temas que queramos contar porque nos tocan de alguna manera. A partir de ahí empezamos a trabajar y Rocío recoge nuestra puesta en común y lo traduce a un texto. Me gusta el trabajo de creación porque parte de cero, de la nada. Hay un vértigo maravilloso.
–¿Había trabajado anteriormente con Miriam Garlo, María Jesus Baeza y Javier Ruano, tres de sus compañeros en 'La perspectiva del suricato?
–En 'La perspectiva del suricato' decimos que participan tres actores con discapacidad diagnosticada y otros tres sin diagnosticar porque todos tenemos aquí nuestra historia. Conocía a Javi Ruano porque lo había visto trabajar en escena y no sabía que era ciego. Me quedé alucinando cuando me lo dijeron. A María Jesús y a Miriam Garlo no las conocía y a menudo me preguntan '¿Cómo trabajas con ellos?', pero al final todos los actores tenemos nuestras cositas y sabiendo las claves de cada uno nos entendemos tanto en escena como fuera. No veo ninguna diferencia.
«Es importante en el teatro es que el público se quede tiempo dándole vueltas a la obra que acaba de ver»
–Después de 'La perspectiva del suricato' han estrenado 'Cría cuerdos'. ¿Qué les comenta el público sobre este montaje?
–El público se va a casa pensando y se queda mucho tiempo dándole vueltas a la obra que acaban de ver. Eso es importante en el teatro. Reflexionan y nos comentan que les gustaría verla otra vez para entenderlo todo a la perfección.
–¿Algún nuevo proyecto entre manos?
–Con Doble K Teatro Alfredo Zamora quería contar con el equipo de 'Despedida de casada' para hacer una adaptación del texto teatral 'I Love Canberra' (Boleslav Polivka), que ya se hizo en Murcia. Lo estrenó Antón Valén, quien ahora va a ser nuestro director. Se podrá ver en febrero.
–¿Cómo ve el futuro para sus hijos?
–Marcela, que es muy calladita e introvertida, dice que quiere ser cantante y está en un coro góspel. Y mi hijo de momento quiere ser futbolista, como todos los niños de esa edad. Sobre el mundo que les dejaremos... en mi vida en general soy bastante optimista e intento siempre ponerle una sonrisa a los 'peros', no obstante, actualmente si hablamos de política lo ponen difícil para ser optimista. A veces me cuestiono si estaré pensando de una manera retrógrada, como pensaban mis padres en su momento, pero sí creo que yo he tenido más libertad de la que van a tener mis hijos. Además, con tanto hablar de lo políticamente correcto a veces nos coartamos al dar nuestra opinión.
–¿Y el futuro del planeta?
–El cambio climático es una realidad y no se está haciendo nada para frenarlo.
–¿Es deportista?
–No demasiado. Hago pilates y he intentado hacer yoga varias veces pero me pone un poco nerviosa. Reconozco que debería hacer más ejercicio. Lo que sí hago es tratar de cuidar mi alimentación.
–¿Le gusta cocinar?
–Mucho. Me salen muy bien las carrilleras y me gusta mucho el puchero y todo tipo de potajes heredados de mi abuela y de mi madre. Me gusta cocinar cuando tengo tiempo para dedicarle cariño.
–¿A qué actor o actriz admira?
–A Candela Peña. Me encanta como actriz y como mujer. No tiene pelos en la lengua a la hora de hablar de lo que sea y tiene mucho desparpajo. También a Carmen Machi.
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