María Ángeles Esteban: «Ya veremos qué pasa cuando vayamos al supermercado y falten muchos alimentos»
«Lo que deberíamos estar todos investigando es cómo mitigar los efectos del cambio climático»
Le gusta desfilar. Vestida de mora. Con la Comparsa Moros Beduinos Bedawis de Orihuela, donde vive rodeada de vegetación. María Ángeles Esteban, nacida en 1963, ... catedrática de Biología Celular e Histología de la UMU, de la que fue vicerrectora en el equipo de José Antonio Cobacho entre 2006 y 2014, figura en el 'top' de los investigadores de esta universidad destacados por el 'ranking' de Stanford, que solo incluye al 2% de los científicos a nivel mundial con mayor puntuación en su área. Sus estudios, junto a su equipo, sobre el sistema inmunitario de los peces y el estudio de técnicas no invasivas para conocer su estado de salud, han logrado impacto mundial.
–¿Dónde nació?
–Soy murciana del barrio de San Antolín.
–¿Qué fue?
–Una niña muy curiosa, la segunda de cuatro hermanos; con mi hermana pequeña me llevo 17 años. He crecido en una familia numerosa, con muchísimos primos y en pleno corazón de Murcia, porque mi abuelo tenía una tienda de tejidos en la plaza de las Flores donde me encantaba estar.
–¿Qué ha hecho siempre?
–Llevo toda mi vida preguntando por todo, aprendiendo y siendo muy ordenada [sonríe].
–¿Jugaba usted mucho con sus hermanos?
–Más que jugar, lo llamaría enredar. En mi casa siempre había mucho jaleo y mucha alegría. Unas tías nuestras también estaban pendientes de nosotros, echándole una mano a mi madre, que no daba abasto. Trabajaba en la tienda de mi abuelo hasta que empezó a tenernos a nosotros. En mi infancia no pasó nada grave que me marcara, y de hecho conocí a mis bisabuelos. Me decían revoltosa, pero no era llamar la atención lo que yo quería, sino que me respondieran a las preguntas que me hacía.
«Me lo paso genial desfilando en las fiestas de Moros y Cristianos»
–¿Tímida?
–No.
–¿Cuándo notó un cambio en su vida?
–Con diez años; a mi padre, que trabajaba en el Banco de Bilbao, lo trasladaron a Orihuela. Nos fuimos toda la familia, y llegar a un lugar donde no conocías a nadie supuso algo de choque. En Murcia iba a un colegio mixto, allí a uno solo de chicas; en Murcia a uno laico, en Orihuela a uno de monjas. Pero me integré muy bien, allí pasé toda mi etapa de adolescente y allí me tocó echarme novio [risas]. Novio con el que me casé. Los dos teníamos quince años cuando empezamos a salir.
–Su dedicación a la Biología.
–Tuvo mucho que ver una profesora en el instituto, curiosamente veterinaria, cuyas clases me encantaban. En mi caso, todo el mundo me decía que tenía que estudiar Medicina, pero yo no tenía vocación y tuve que dejarles claro que no. Tenía nota para entrar a Medicina, pero mis padres sabían que era tozuda y sensata y ellos me apoyaron, aunque el resto de mi entorno presionó hasta el final sin éxito. Algunos todavía me siguen preguntando si no me he arrepentido de no haber estudiado Medicina.
–La pandilla.
–Yo tenía una pandilla de chicas, que todavía hoy seguimos siendo amigas y tenemos muestro grupo de WhatsApp, 'Amigas del Carmen'. Había dos rubias y una morena muy espectaculares físicamente, y otra que era muy alta...; el caso es que salimos con todas las pandillas de chicos. En una de ellas lo conocí, al que sería mi marido, y me pareció que era un chico que estaba muy bien; y a él, cuando yo pensaba que pasaba desapercibida, resulta que yo también le gusté [amplia sonrisa].
–¿Y ahora?
–Ahora mismo ya no concibo la vida sin él. Quitando a mi familia, es lo mejor que me ha pasado. Con él tengo amor, compañía, seguridad, tranquilidad...; yo soy la que tiene las ideas locas, y él quien se encarga de bajarme los pies a la tierra [risas]. Nos complementamos muy bien.
–¿De qué viaje no se olvida?
–Del de novios. Nos pilló la Guerra del Golfo y, cuando nos casamos, nuestros familiares nos suplicaron que no voláramos y que no saliéramos de España. Mi suegro se acababa de comprar un Volkswagen Passat y nos lo prestó. Nos fuimos lo más lejos posible [risas], a Galicia.
–¿Qué es una bendición para usted?
–Seguramente, notar la mano del de arriba.
–¿De Dios?
–Sí. Si estás pendiente la puedes notar. A mí me pasa frecuentemente. A veces la notas en algo tan sencillo como la mirada de alguien.
–Una científica creyente.
–No es tan extraño. Yo me muevo en el mundo de la biología celular, y las células son las unidades más pequeñas con vida. Esta misma mañana, desayunando con un compañero, lo hablábamos: conforme las estudiamos más, más increíbles nos parecen. Y ya no se trata de que funcionen bien todos los órganos de tu cuerpo, es que de los muchísimos billones de células que tenemos, todas funcionan bien y todas hacen que seamos los seres que somos; e igual que con los humanos, pasa con el resto de animales y de las plantas. Algo tan fantástico como la vida no puedo creer que haya ocurrido por azar.
«Algo tan fantástico como la vida no puedo creer que haya ocurrido por azar»
–¿Un Dios creador?
–Lo tengo claro.
–¿Al que nos podemos dirigir?
–Yo creo que sí.
–¿Y no se rebela a veces contra Él por tantísimas injusticias?
–Sinceramente no, aunque por supuesto hay muchísimas cosas que no entiendo, incluida la guerra que estamos sufriendo en Europa. Lo cierto es que los humanos nos lo montamos muy mal en muchos aspectos, como en el de la distribución de la riqueza, que incluye el agua.
Todo al momento
–¿Cómo somos en general?
–Egoístas de más. Ahora mismo estoy pensando en el planeta, en lo que estamos haciendo con el medio ambiente...; hemos creado una sociedad del momento, todo tiene que ser al momento y lo mas cómodo posible, la compra de billetes por el móvil, que nos traigan la comida a casa, todo ya y con el menor esfuerzo. Vivimos muy a corto plazo, y puede que eso influya en que te dé igual lo que esté por llegar. Pero es que las subidas de las temperaturas ya están aquí, y lo que deberíamos estar todos investigando es cómo mitigar los efectos del cambio climático, que van a hacer que dentro de poco no tengamos alimentos; así, como suena: que no tengamos alimentos. Se están desplazando las estaciones, las lluvias son devastadoras, las temperaturas serán cada vez más extremas... Ahora parece que a mucha gente esto no le importa, e incluso están ahí los negacionistas del cambio climático, pero ya veremos qué pasa cuando vayamos al supermercado y falten mucho alimentos.
–Propuesta.
–Todos deberíamos tener unas miras más largas; incluso ya no por la siguiente generación, sino pensando en ti mismo dentro de cinco, diez o quince años. Ya hemos vivido una pandemia que ha sido fruto del cambio climático. Pensemos que todo está interconectado. Se habla del concepto de una sola salud, y eso significa que la salud humana está vinculada a la de los animales y a la del medio ambiente. La especie humana sola no podría sobrevivir, y no olvidemos que las olas de calor aumentan la mortalidad, otro factor que nos debería hacer reflexionar. Nos hemos construido un mundo artificial en el que nos sentimos seguros, pero ese mundo es muy frágil. ¿No fue suficiente con la pandemia para darnos cuenta de que debemos cambiar?
«Siento que aquí estoy en mi sitio, en mi lugar en el mundo, y que no me hace falta nada más. Soy súper feliz en contacto con la naturaleza»
–Su trabajo.
–Soy una de esas afortunadas de las que se dice que pagarían por hacer lo que hacen.
–¿Qué le encanta?
–La naturaleza.
–¿Tiene animales?
–Ni perro, ni gato, ni nada. Los animales no es que me gusten mucho. Vivo en la ladera de un bosque con una pinada fantástica.
–¿Bucea?
–No.
–¿Playa?
–Hace ya años que solo voy cuando no hay nadie.
–El aborto.
–Si es natural, espontáneo, puede causar mucho dolor pero forma parte de la vida, porque la muerte forma parte de la vida y, para mí, el aborto es una muerte; y no creo que nadie esté en condiciones de provocarlo. Es un igual a nosotros, pero totalmente indefenso.
–¿A qué tiene más miedo?
–A la enfermedad mental más que a la física. Es mucho más complicada de detectar, de diagnosticar, de tratar e incluso de manejar para los cuidadores o para la gente que vive contigo.
–La vacuna contra el Covid-19.
–Se inyectó dinero y se priorizó su logro, se hicieron cosas fantásticas, todos volcados en un mismo objetivo. La pregunta es: ¿por qué no nos volcamos, aunque sea una décima parte, con enfermedades como el párkinson o el alzhéimer? Cada uno está en su película.
–Su alimentación.
–Me caliento mucho la cabeza para cada día comer al menos veinte ingredientes, entre ellos ahora el kéfir, que ha sustituido por completo a los yogures; y frutos secos, semillas, fruta del tiempo, algo de carne...
Subidón
–¿Café?
–El café con leche por la mañana es lo que me da el subidón para tirar con un día que no sé cómo voy a acabar.
En tragos cortos:
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Un sitio para tomar una cerveza. Plaza de los Flores (Murcia).
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Una canción. Cualquiera de Queen.
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Un libro para el verano. 'Escritos biográficos de Marie Curie'.
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¿Qué consejo daría? Intenta ser feliz y hacer felices a los demás.
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¿Le gustaría ser invisible? Pues... no.
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Su héroe o heroína de ficción. No tengo.
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¿Qué le gustaría ser de mayor? Mejor persona.
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¿Lo que más detesta? La mentira y la hipocresía.
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Su copa preferida. Gin-tonic.
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Un baño ideal. En mi piscina.
–¿Una ciudad donde fue feliz?
–Viena. Pero yo intento disfrutar de cualquier escapada a cualquier ciudad y a cualquier lugar. He tenido la suerte de viajar bastante, y no me gusta comparar un sitio con otro, sobre todo cuando estás viajando. No entiendo a esa gente que cuando está en Roma se acuerda de París y cuando está en París de Londres, y así.
–¿Siempre utilizó peces para sus investigaciones?
–Yo empecé investigando con ranas, que me daban un asco tremendo. Luego llegaron los peces. Trabajamos fundamentalmente con doradas y lubinas.
–¿Se los terminan comiendo?
–¿Usted se come a sus compañeros de trabajo? [Risas]
–No tenemos tanta confianza.
–[Risas] Yo le digo a los becarios: lo importante para no encariñaros con ellos es que no los miréis a los ojos.
–¿Se los comen o no?
–A ver, sí que nos los comemos, siempre, claro, que no les hayamos metido algún tóxico o un anestésico o cualquier cosa que sabes que necesita un periodo para depurarse.
–¿Qué planes tiene?
–Pues me gustaría poder decirle que bajar un poco el ritmo de trabajo, pero me temo [ríe] que va a ser todo lo contrario. Estoy ya trabajando en la puesta en marcha del futuro Instituto de Ciencias Marinas de la UMU, y me he metido también en el lío de coordinar los actos de celebración de los 50 años de los estudios de Biología, que tendrán lugar en el curso 2024/2025.
–¿Se disfraza?
–De mora, me lo paso genial desfilando en las fiestas de Moros y Cristianos de Orihuela.
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