En el Palmeral de Santiago y Zaraíche. Ángel Cruz, en su Seat 850, dando una vuelta por la huerta de Murcia. ENRIQUE MARTÍNEZ BUESO

Ángel Cruz: «Me gustaría ser presidente del Real Murcia. Es como algo sentimental en mi familia»

El coordinador de la Filmoteca Regional asegura que van «a darlo todo en esta nueva temporada; la programación será como La Reconquista»

Martes, 27 de julio 2021, 15:50

Su vida todavía no es de película, pero, si se cumple su sueño de ser presidente del Real Murcia, puede que lo sea. Es Ángel ... Cruz, cinéfilo, además de futbolero y forofo de la huerta de Murcia. Sueña con viajar, pero no se lo puede permitir. De momento, pasea con su 850.

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–¿Qué no deja de sorprenderle?

–Me gustaría vivir en la huerta. ¡Me flipa la idea! Pero yo veo una cucaracha y me voy de mi casa. Bajo ningún concepto podría yo intentar atraparla. ¡Antes me enfrento a un león! Ese sería un hándicap para irme a la huerta... Claro, yo es que vivo en el centro de Murcia, al lado del Aulario de La Merced, paralelo a Revólver, y es que podría ir en pijama al trabajo. Estoy a un minuto casi. Yo he preferido no hacer cola en el baño de Revólver, y he subido a mi casa y he bajado, me sale a cuenta.

«Yo tendría 7 años y recuerdo a mi hermano Pedro ver en Canal 9 'Saló o los 120 días de Sodoma', de Passolini»

–¿Qué necesita?

–Más espacio. He tenido perro siempre, y es una responsabilidad enorme, yo con una mascota me implicaría a tope, como con un hijo, pero en este momento no tengo ganas de mascota tampoco.

–¿Están de obras en la 'Filmo'?

–La Filmoteca cerró en junio, en julio había antes programación, pero hemos aprovechado este mes para cambiar la moqueta y acometer otras mejoras que hacían falta. Mantendremos el mismo color gris. Hemos aprovechado que la gente tampoco acaba de decidirse por meterse en espacios cerrados para esos trabajos. En agosto estaremos de vacaciones y en septiembre volveremos ya desde el principio proyectando, y vamos a darlo todo en esta nueva temporada; la programación será como La Reconquista. La vamos a plantear como si hubiera total normalidad y para recuperar el tiempo perdido.

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–¿Conoce a los espectadores más fieles por su nombre y apellido?

–A algunos sí. Algunos son amigos. Por ejemplo, Gabriel Batán, que era el dueño de la librería Yerba, que fue galería de arte hace unas décadas, es un espectador que viene todos los días. Lo mismo que Paco Jarauta y su mujer, Antoñita Bernal, a los que conocía de hola y adiós, pero a base de verlos todos los días en la Filmoteca hemos conectado hasta el punto de que me dejan las llaves de su casa de Mojácar y nos hacemos regalos por Navidad.

–¿Ha aprovechado para hacer botellón en la casa de Jarauta?

–¡No! ¡Qué va! Son gente adorable. ¡Para nada haría eso en su casa!

–¿Qué está cambiando?

–El público de Filmoteca es un público envejecido, aquí en Murcia y en todas las filmotecas del mundo. Al principio, en 2004 y 2005, poníamos el ciclo 'Panorama de actualidad' y esto reventaba de gente universitaria. Ahora los cines comerciales estrenan las películas que ganan en los festivales, antes no. Por ejemplo, 'El sacrificio de un ciervo sagrado' (2017), de Yorgos Lanthimos, que se estrenó en su momento en salas comerciales. Ahora, además, como todo el mundo tiene acceso a plataformas digitales, es muy difícil captar al público joven. Tiene que ser con una acción especial que para ellos tenga valor añadido. 'El irlandés' (2019), de Martin Scorsese, fue una película estrenada en Netflix, y me parece una aberración que una película para pantalla grande se estrene en televisión. Nosotros pudimos rescatarla. Toda la industria de exhibición cinematográfica se está tirando piedras en su propio tejado.

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–¿Si fuera cineasta le enervaría?

–Me molestaría que mi película no se pudiera ver en el cine, claro. No puede ser igual 'Vértigo' en pantalla grande que en tu casa. Hoy, con la variedad de la oferta y la liberalización de la tecnología vemos como cualquier chaval puede hacer una película con un móvil, y, además, con una calidad brutal.

–La diversidad está muy interiorizada en las programaciones de la Filmoteca, quizás sea uno de sus mayores aciertos.

–La clave es atender a los diferentes perfiles, que afortunadamente tenemos. Yo llevo 18 años aquí, desde 2004 que se inaugura la Filmoteca con Joaquín Cánovas. Del equipo inicial yo soy el único que queda, y siempre hemos tenido en cuenta eso. No es lo mismo plantear una política cultural para Murcia que para Ciudad Real. No podemos hacer una programación para que cada tarde vayan dos personas al cine. Podríamos programar cine afgano, claro, pero teniendo en cuenta que irá un número muy pequeño de espectadores. El espectador murciano de Filmoteca es muy cinéfilo, pero con un perfil de cine clásico, es lo que te asegura un reporte de ingresos y de espectadores. Aquí a la gente le encanta Fellini y Hitchcock.

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En tragos cortos

  • Un sitio para tomar una cerveza El Sitico, que en paz descanse, porque lo cerraron en la calle Polo de Medina con esto de la crisis.

  • Una canción 'Dinamita', de La Bien Querida.

  • Un libro para el verano Siempre leo de cine y de campos de concentración, pero elijo 'Call me by your name', de Andre Aciman.

  • ¿Qué consejo daría? De este agua no beberé.

  • ¿Cuál es su copa preferida? Tanqueray con tónica, por Tom Ford y 'Un hombre soltero'.

  • ¿Le gustaría ser invisible? No, mentiría si dijera lo contrario.

  • Un héroe o heroína de ficción 'Superman'.

  • Un epitafio Que me quiten lo bailao.

  • ¿Qué le gustaría ser de mayor? Presidente del Real Murcia.

  • ¿Tiene enemigos? No, no soy tan importante.

  • ¿Qué es lo que más detesta? El cáncer como enfermedad.

  • Un baño ideal En un Mar Menor limpio.

–¿A dónde le gustaría viajar?

–Me gusta viajar, pero lamentablemente mi situación económica no me lo permite. Soy más pobre que las ratas, por decirlo de alguna manera. Algo haré con mis amigos, creo que quieren ir a visitar los Reales Sitios, el Escorial, Aranjuez... tres o cuatro días. Estaré yendo y viniendo a La Manga, donde mis padres tienen un apartamento. Pero estaré básicamente por Murcia, a mí me gusta estar aquí en agosto, puedo coger la bici y pasear por la huerta, puedo ir a visitar a gente con más tiempo, a conciertos...

–¿Quiénes son sus amigos?

–Te diría que con mi grupo de amigos tengo una relación casi mística. Nos queremos tanto y nos cuidamos tanto que es muy chulo saber que están ahí. Ellos son lo mejor que tengo, sin duda. Buenos amigos uno no tiene tantos, pero tengo amigos de muchas generaciones, desde personas de 25 años a gente de 70. Tenemos una relación chula porque ellos se preocupan de mí, de que no esté solo, y eso me parece algo genial.

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–No hay ningún obstáculo para la amistad entre generaciones.

–Por supuesto, la gente joven de hoy no tiene prejuicios. Yo recuerdo que cuando estaba en la Universidad no tenía amigos de 40, y mucho menos conocía a sus familias, no era lo habitual. Hoy sí, y eso es algo que me fascina de la gente joven, su falta de prejuicios.

–¿Pensó ya de pequeño que su vida desembocaría en el cine?

–De pequeño quería ser actor y futbolista. Ya me metí en el teatro del colegio y del instituto. Me gustaba mucho escribir, escribía guiones de cine. Eran historias para mí, pero yo ya quería ser director de cine de toda la vida. Y el fútbol me sigue gustando, mi sueño sería ser presidente del Real Murcia, es algo sentimental de mi familia, mi abuelo estuvo 'in illo tempore' en la junta directiva, y esto es algo que hemos interiorizado mucho en la familia. No somos tan futboleros, pero sí tenemos ese sentimiento de pertenencia a la familia del Real Murcia, una institución que por las circunstancias que sean es capaz de hacer florecer este sentimiento.

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–El equipo pasa momentos delicados, ¿cómo podría reflotar?

–El problema del Real Murcia es el mismo problema de la misma sociedad murciana. Yo soy más murciano que un pimiento, pero el murciano es muy destructivo, nos cargamos todo el patrimonio urbanístico que teníamos, y podría ser Murcia una de las ciudades más bonitas de Europa. Nos estamos cargando la huerta, y debería ser patrimonio de la humanidad, y mira cómo está el Mar Menor... No se valora lo que tenemos, cualquier ciudad de España que tuviera esa masa social y ese sentimiento que tiene el Real Murcia sería lo más, pero la gente que lo intenta, que apoya, que pone dinero... cualquier murciano que destaca en el ámbito que sea se le criminaliza hasta límites insospechados. No te conviene destacar en esta tierra, que, por otro lado, es maravillosa. Eso me da pena.

–Rodeado de arte, ¿cómo han influido sus padres [Pedro Alberto Cruz Fernández y Mari Trini Sánchez, críticos de arte] y su hermano [Pedro Alberto Cruz Sánchez, exconsejero de Cultura y profesor de Historia del Arte de la UMU] en su forma de ser?

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–Yo estaba acostumbrado a ver a gente en casa. Por ejemplo, con Párraga vi en la tele 'Una noche en la ópera' de los hermanos Marx, eso era el día a día. Artistas como Perico Pardo, Elisa Séiquer... estaban en casa fin de semana sí, fin de semana no. Tendría yo 7 años y recuerdo a mi hermano Pedro viendo en Canal 9 'Saló o los 120 días de Sodoma', de Passolini. ¡Imagínate! Yo veía ese tipo de películas, cosas raras que yo entonces no entendía, pero que inconscientemente me fue haciendo ver la vida de otra manera.

Precariedad

–¿Cómo cree que va a ser su vida de aquí a unos años?

–Me gustaría que se me reconociera sinceramente mi trabajo porque llevo desde el principio en la Filmoteca ganando lo mismo y en estos 18 años la vida ha subido. Eso me da rabia. Socialmente la gente quiere a la institución, la Fundación Contemporánea nos incluye como uno de los principales centros culturales de la Región. Pero si esto no se traduce en una mejoría de tu posición económica, claro que te frustras, y te deprimes, y te duele la espalda, y estás triste. Porque es así. Todos queremos mejorar y vivir mejor, y quien no lo reconozca no dice la verdad.

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–¿Cómo vive este ambiente apocalíptico de la política, esta dificultad para convivir entre todos?

–Estamos tan radicalizados como sociedad, la gente se polariza tanto... Entre mis amigos no hablamos de política porque pudiendo hablar de tantas cosas, ¿para qué? Yo tengo mi zona de confort, y esto me hace mantenerme con vida.

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