Alejandra Hernández, en la murciana plaza de Santo Domingo. Nacho García / AGM
Autora de 'Esta historia apesta'

Alejandra Hernández: «Vale darse una ducha diaria, pero no es necesario, ni tanto, ni todos los días, enjabonarnos»

«De lo perfeccionista que soy, me agobio; sigo trabajando para encontrar el punto intermedio»

Jueves, 17 de agosto 2023

Murciana nacida en 1990, profesora de Geografía e Historia, conocida en redes por @tcuentounahistoria, autora de 'Esta historia apesta. Anécdotas de mierda que han marcado a la Humanidad' (Harper Collins). Es hija única.

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-¿Usted a qué huele?

-Si me perfumo, a perfume de Jean Paul Gaultier; pero como no soy muy coqueta, ni muy presumida, no me perfumo todos los días. A lo que creo que huelo normalmente es a limpio.

-¿Cómo era esa hija única?

-Una niña bastante tranquila y buena, a la que, como en casa estaba sola, le gustaba mucho rodearse de otros niños. Muy estudiosa, hasta que llegué a Secundaria y ahí se torció un poco la cosa; también era y sigo siendo muy amante de la danza.

-¿La practica?

-He bailado flamenco desde los 14 hasta los 23 años; el ballet clásico me venía un poco grande porque yo de flexibilidad la justa. Bailando flamenco he disfrutado muchísimo.

-¿Por qué lo dejó?

-Mis rodillas no me permitieron seguir.

-¿La mimaron?

-Pues no, a pesar de ser hija única; al revés, mis padres me han llevado a rajatabla en el tema de los caprichos, los justos y punto. No me daban todo lo que se me antojaba, ni mucho menos; al revés, me han enseñado a no querer vivir por encima de mis posibilidades. Mi madre me recuerda que mis profesores se extrañaban cuando se enteraban de que era hija única porque no lo parecía; pensaban que yo era la hermana mayor, la mayor de una tribu de no sé cuántos hermanos [risas]. Era muy responsable.

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En tragos cortos

  • Un sitio para tomar una cerveza. Los Toneles, en Murcia.

  • Una canción. 'El baile', de Izal.

  • Un libro para el verano. 'Brillo', de Raven Leilani.

  • Un héroe o heroína de ficción. Hermione.

  • ¿Qué le gustaría ser de mayor? Profesora.

  • ¿Lo que más detesta? En las personas, la hipocresía.

  • Un baño ideal. En un río.

  • Una copa. Piña colada.

  • Un epitafio. «Vive y deja vivir».

  • Un consejo. Sé sincero.

-¿Con qué fantaseó ser?

-Con muchísimas cosas. Por ejemplo, me dio una temporada, muy de pequeña, por decir que quería ser notaria; no sé por qué, a lo mejor alguien me dijo que poniendo unas firmas en un papel se ganaba mucho dinero [ríe]. Luego me enteré de que había que estudiar Derecho y lo descarté. Con el tiempo, terminé decantándome por la historia del arte y por la educación.

-¿Cuándo se independizó?

-Con 24 años me fui a Madrid. Empecé viviendo en una buhardilla, un cuarto sin ascensor, de quince metros cuadrados. Trabajaba dando clases particulares y me recorría Madrid de punta a punta todos los días para dar todas las que pudiese. Encontrar trabajo no era nada fácil; yo soy de la generación de la crisis del 2008 y de la 'crisis covid'.

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-¿A favor?

-Soy muy perseverante, muy constante en todo lo que hago y muy perfeccionista; si me planteo un objetivo, lo consigo.

-¿Y en contra?

-Que de lo perfeccionista que soy, me agobio. Está muy bien ser perfeccionista, pero hay que encontrar el punto intermedio porque, si no, puede suponer un estrés y una ansiedad que he sufrido en muchas ocasiones en mi vida. Sigo trabajando para encontrar ese punto intermedio que le digo.

-¿Se gusta?

-Sí, me gusto mucho.

-¿Se regaña?

-Ya me echo menos broncas y ya solo me arrepiento de algo de vez en cuando; deber ser la madurez [ríe].

«A lo que creo que huelo normalmente es a limpio»

-¿Qué estuvo a punto de hacer y no hizo?

-Ay, presentar un programa de televisión [en La 2 de TVE]. Seguro que surgirá otra opotunidad.

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-¿Tímida?

-Si lo eres, estás perdida cuando tienes que ponerte delante de un grupo de 30 adolescentes.

-¿Qué placer ha descubierto?

-He montado mi huerto en casa y estoy descubriendo el mundo de la agricultura a pequeña escala; disfruto muchísimo dedicándole tiempo a las plantas. Hacer eso e ir de museos -al madrileño del Prado, por ejemplo-, me encanta.

-¿Delante de qué obra se para con más frecuencia?

-De 'Hipómenes y Atalanta', de Guido Reni. [Óleo sobre liezo; 1618-1619]

-¿Para relajarse qué?

-Deporte, salir a caminar o leer. Pilates llevo haciendo toda mi vida desde que tenía 17 años.

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-¿Qué no le va a usted mucho?

-Ni maquillarme, ni arreglarme demasiado.

-¿Dónde fue ese viaje inolvidable?

-Tenía 19 años, recorrí Italia en tren con mi pareja y fue un buen chute de motivación y energía. Otro viaje maravilloso lo he hecho este verano: la ruta de los castillos del Loira en bicicleta; nunca había viajado en bicicleta y seguro que repito la experiencia.

«Me dio una temporada, muy de pequeña, por decir que quería ser notaria»

-¿Qué aromas le gustan?

-El del césped recién cortado y, últimamente, el de una planta que descubrí al mudarme a la sierra de Madrid. Se le llama falso jazmín y huele de un modo increíble. Todas las casitas de alrededor huelen a él, desprende un olor que te aporta paz.

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-¿Cuáles no soporta?

-El olor corporal que provoca la falta de higiene lo tolero poco, la verdad; y, bueno, tengo dos gatos [Coco y Gorda], y el olor a caca y a pis de gato también es muy desagradable; en cuanto hacen sus necesidades, las recojo.

-¿Cómo andamos de higiene corporal en la actualidad?

-Pues, después del repaso que he hecho, desde el Antiguo Egipto hasta el siglo XX, creo que ahora estamos haciendo incluso un uso excesivo de la higiene personal. Vale darse una ducha diaria, pero no es necesario, ni tanto, ni todos los días, enjabonarnos. Nos estamos pasando un poco.

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-Recordemos a los antiguos egipcios, Egipto se ha vuelto a poner de moda para viajar.

-¡Muy limpios! A los antiguos egipcios les podemos dar el Oscar a los más limpios de la historia. A nivel personal, me refiero, porque sus ciudades dejaban mucho que desear. A nivel personal eran gente que se preocupaba en exceso por el olor y la higiene. De hecho, si ahora mismo oliésemos a un egipcio de aquellos, nos resultaría desagradable por tantísimos potingues como se echaban encima. Se las sabían todas para mantener una buena higiene.

-¿De Cleopatra qué sabemos más allá de las leyendas?

-Que físicamente no se parecía nada a Elizabeth Taylor, y que en efecto se bañaba en leche de burra. Ahora bien, el número de burras que tenía disponibles para sus baños se ha exagerado muchísimo. A Cleopatra se la puede considerar la primera 'influencer' de la historia, porque los baños con leche de burra se han ido mantenido a lo largo del tiempo.

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-¿Los ha probado?

-Bañándome solo en agua ya me quedo yo muy a gusto [risas]. Ni se me ha pasado por la cabeza bañarme en leche de burra, por ahora [risas].

«Enrique IV de Francia tuvo un problema de sudoración excesiva que combinaba con una adicción al deporte y al sexo»

-¿Qué hacemos con Isabel la Católica?

-Desmentir que fuese tan cochina como nos han vendido. De hecho, esa famosa frase que se le atribuye, tipo 'no me cambiaré de camisa hasta que conquiste Granada', no la dijo ella. Fue una descendiente suya, Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, la que pronunció algo parecido en un contexto muy diferente: las guerras de Flandes. Lo que sí dicen los testimonios de quienes la trataron es que estaba un poquito obsesionada con su apariencia física y con el lavado del cabello. O sea, que Isabel la Católica muy guarilla no fue.

-¿Qué rey se lleva la palma a la hora de mejor no acercarse mucho a él?

-Diría que Enrique IV de Francia, que tuvo un problema de sudoración excesiva que combinaba con una adicción al deporte y al sexo. Estar a su lado en según qué momentos es mejor no imaginárselo.

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Leyenda urbana

-¿Y reina?

-Isabel II de España, sobre la que circula la leyenda urbana de que tenía hidrofobia y no se bañaba. Lo que sí que parece cierto es que desarrollaba un poquito de roña en torno a los cuellos de las camisas blancas, que entre el sudor y la suciedad se tornaban de un tono de color entre verde y marroncillo, poniendo de moda el llamado verde isabelino.

-¿Quiénes han descuidado más su higiene corporal, hombres o mujeres?

-Creo que los hombres la han descuidado más que las mujeres. ¿Cómo hemos llegado a que sea así? Pensemos, por ejemplo, que el hombre estaba destinado a ir a las guerras, a estar en el frente de batalla, que no es un lugar en el que precisamente se le preste, por razones obvias, atención a la higiene.

-¿Qué personaje le ha llamado especialmente la atención?

-Por ejemplo, Enrique VIII de Inglaterra, al que conocemos por su afición a cortarle la cabeza a sus mujeres; me ha sorprendido para bien en cuanto a temas de higiene. Y también Leonor de Brandenburgo, cuya figura investigué bastante para el libro. Ha sido un personaje que hasta me ha llegado como a traumatizar, porque desarrolló una obsesión por su marido tan descomunal que, cuando falleció, hizo arrancarle el corazón, meterlo en una caja de oro y colgarla encima de la cama; obligaba a su hija a dormir junto a ella bajo el corazón del padre y esposo. El olor que desprendería tuvo que ser horrible. Sentí cierta tristeza por ella... Seguro que tenía un problema mental. Leonor de Brandenburgo es quizás el personaje que más me ha impactado de los que he investigado.

-Parémonos en Felipe V por unos segundos, y después salgamos corriendo.

-Tenía muchas patologías psiquiátricas y psicológicas que le llevaron a, desde no querer cortarse las uñas de pies y manos porque pensaba que si se las cortaba el diablo le iba a poseer, hasta creerse rana y actuar como tal por palacio, hablar con los caballos que había en los tapices como si fueran de verdad y, por supuesto, olvidarse del tema de la higiene al cien por cien.

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-¿De nuestros Borbones vivos tiene algo que decir?

-Prefiero no meterme en lo que no me llaman [ríe].

-¿Qué soberano o soberana fue un buen ejemplo?

-En temas de buena higiene, Victoria de Inglaterra porque ella vivió en pleno movimiento higienista en Inglaterra, a mediados del siglo XIX, y se empapó de él. Lo asumió como suyo y lo puso en práctica.

-La limpieza de su casa.

-Me gusta hacerla yo misma, aunque sé también delegar; con el tema de la limpieza de la casa estoy un poco obsesionada y la limpio con gusto.

-¿Qué ciudad de las que conoce huele mejor?

-Murcia; Madrid huele a humo de coches todo el rato, es imposible respirar, mientras que es cierto que Murcia y su huerta huelen a azahar en primavera.

-¿Qué ciudad le fascinó?

-Katmandú, la capital de Nepal, y no precisamente por temas de higiene. Estuve allí haciendo voluntariado y fue una experiencia muy reveladora. Regresé a España proponiéndome vivir con menos. Volveré allí en cuanto pueda.

-¿Qué grandes fiestas tenían su cara B?

-Las famosísimas que se celebraban en Versalles, donde los bailes de gala tenían lugar sin letrinas a su disposición, y allí mismo en el lujoso salón, tras una cortina y nada más, se metían a dejar el truño tan distinguidos señores y señoras.

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