María Carbonell, en la piscina de su casa de campo familiar, en Molina de Segura. vicente vicéns / agm

María Carbonell: «Creo que estoy preparada para todo»

«La carrera artística con el tema de la edad es muy jodida», afirma la pintora

Lunes, 16 de julio 2018, 22:59

Pintar en ARCO a cuatro manos siguiendo la propuesta que a ella y a su pareja, el valenciano Josep Tornero, les realizó 'ABC' para la última edición de la feria madrileña fue, cuenta María Carbonell (Molina de Segura, 1980), una «experiencia interesante», pero «no la vamos a repetir», ríe: «Cuando estás acostumbrada a pintar sola, tener a alguien a tu lado, tan cerca, es como una invasión de tu espacio», se justifica, a pesar de que Tornero nunca deje de estar «tan cerca». Ambos comparten estudio en Molina de Segura, pero ambos avanzan por caminos distintos.

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  • 1 -¿Un sitio para tomar una cerveza? -La Maita, en Molina de Segura.

  • 2 -¿Una canción? -'There is a light that never goes out', de The Smiths.

  • 3 -Un libro para el verano. 'El dolor de los demás', de Miguel Ángel Hernández.

  • 4 -¿Qué consejo daría? -Sé fiel a ti mismo.

  • 5 -¿Cuál es su copa preferida? Gin tónic.

  • 6 -¿Le gustaría ser invisible? Sí, me encantaría.

  • 7 -¿Un héroe o heroína de ficción? -Mi madre, aunque no sea de ficción.

  • 8 -Un epitafio. -'Perdonen que no me levante', de Groucho Marx.

  • 9 -¿Qué le gustaría ser de mayor? Lo que soy.

  • 10 -¿Tiene enemigos? -Creo que no.

  • 11 -¿Lo que más detesta? -La hipocresía.

  • 12 -¿Un baño ideal? -En Xàbia.

-¿De dónde procede su segundo apellido, Foulquié?

-De Francia, aunque mi madre nació en Burgos, en Castrillo de Murcia. Se vino a Molina de Segura siendo una adolescente porque mi abuelo era médico y lo destinaron aquí.

«A mí la gente me ve como emergente, pero porque hace ocho años mi obra no tenía la visibilidad que tiene ahora»

-¿Por qué Bellas Artes?

-Desde pequeña tenía interés por el dibujo. Para mis padres era un disgusto que me decantara por esta profesión, sobre todo para mi madre, porque no le veían futuro. Las madres siempre sufren. Pero decidí hacerlo y me fui a estudiar a Valencia. Estuve allí diez años y en 2009 me volví a Molina con mi pareja.

-¿A qué aspiraba entonces?

-Siempre aspiras a lo mismo: a poder vivir de tu trabajo. Para ti es una necesidad, es algo que necesitas, y si no fuese así no lo harías, porque hay épocas en las que se pasa muy mal. Yo me siento muy afortunada por poder dedicarme cien por cien a la pintura. Es un lujo que tu trabajo llegue al público y que tenga visibilidad.

-¿Cómo ha sido su trayectoria?

-Llevo años pintando, pero en los últimos tres he experimentado un avance proporcionalmente mayor al que había desarrollado anteriormente. Fue a partir de un encuentro con los comisarios Sema D'Acosta e Ignacio Tovar dentro del programa 'Contextos' que lleva a cabo el Cendeac. Yo ya sentía que necesitaba hacer un cambio en mi proceso de trabajo, porque había algo en mi obra que no me convencía, pero fueron ellos los que me impulsaron a hacerlo porque yo no sabía cómo.

-¿Qué pasó a partir de ahí?

-He conseguido una mayor proyección. Este año estuve en ARCO, y fiché por la galería [murciana] T20, y también han ido saliendo una serie de certámenes a nivel nacional.

-¿Qué dicen de usted sus obras?

-No lo sé. Quizá esta sería más bien una pregunta que debería contestar la gente. A mí lo que me interesa, sobre todo, es que el espectador no se quede impasible y poder despertar en él una emoción. No sé cuál, porque eso no lo programo, pero tiene que producir algo.

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-¿Se reconoce en ellas?

-Sí, siento que no son algo ajeno a mí.

-Después de ese cambio en su proceso creativo, ¿cómo se siente?

-Me siento más a gusto con lo que hago, pero es complicado porque siempre hay miedos e inseguridades. Emocionalmente es como una montaña rusa, hay momentos en los que estás arriba y otros en los que estás abajo. Al final tienes que confiar en lo que estás haciendo porque, a veces, que salgan las cosas no depende solo de ti. En esta profesión aprendes a base de golpes.

-¿Por ejemplo?

-Estuve trabajando con una galería de Barcelona hasta que sus responsables decidieron dejar de hacerlo. Para mí aquello fue un mundo, pero me permitió replantearme lo que estaba haciendo.

-¿En qué posición se encuentra ahora dentro de esa montaña rusa?

-Me siento bien. En los últimos meses me han pasado cosas buenas y me encuentro a gusto con el trabajo que estoy haciendo; veo que tiene una respuesta positiva y me anima a seguir.

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-Muchas de sus obras tienen cuerpo y rostro de mujer.

-Sí. Como artista, para mí es como un deber. Me parece muy importante reivindicar que las mujeres artistas estamos aquí y somos una parte muy importante del mundo y del sistema del arte, y creo también que es un buen momento para alzar la voz. Es tremendo que el porcentaje de mujeres que se licencian en Bellas Artes sea casi el doble que el de hombres y luego eso no se refleje en una práctica laboral.

-¿Qué ocurre en ese intervalo?

-La conciliación es un problema bastante importante, sobre todo para la mujer artista, porque no tienes un horario de trabajo marcado y, si realmente quieres formar una familia, es complicado.

-¿La mujeres renuncian más que los hombres a sus carreras profesionales ?

-Sí. Hay cosas que son evidentes y una de ellas es que el hombre no tiene un reloj biológico. El hombre puede ser padre cuando quiera, pero la mujer no, y eso te genera estrés. Tienes que tomar una decisión muy importante en unos años muy concretos y quizá no es el momento para hacerlo, pero, si no lo haces, puede ser que sea tarde. La carrera artística, con el tema de la edad, es también muy jodida. Parece como que tu carrera se tiene que formar en unos determinados años, y justo esos años coinciden con aquellos en los que la mujer tiene que tomar esas decisiones. De otro modo no habría explicación a por qué no hay más mujeres que se dediquen al arte, porque no tiene nada que ver, como leí una vez en una entrevista y me pareció absurdo, con que las mujeres no pintaban tan bien como los hombres.

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-¿Usted tiene hijos?

-No. Mi pareja y yo hemos decidido no tenerlos. Él también es artista y es como rizar el rizo [ríe]. Yo he querido tener hijos y llegué a quedarme embarazada pero tuve un aborto natural. A partir de ahí nos enfriamos, y después, tanto mi pareja como yo empezamos a tener más trabajo y proyección. Decidimos no tener hijos porque yo no quiero renunciar a mi carrera y él tampoco, y si nos sale una beca o una residencia en cualquier sitio nos vamos a ir. Habrá quien pueda pensar que es egoísta pero cada uno elige la vida que quiere y no hay ninguna obligación en tener hijos o no tenerlos.

-Una vez que tomó la decisión, ¿qué sintió?

-Te liberas. Pasé unos años en los que no sabía si sí o si no, y esa incertidumbre es lo peor, porque el reloj va corriendo. Me costó.

«Egoístas»

-¿Con qué más se siente comprometida?

-En mi trabajo también he abordado el fenómeno migratorio como forma de supervivencia. Es un problema que no sé cómo se va a solucionar porque en Europa los gobiernos están volviendo completamente la espalda a esta situación, y no es un problema que vaya a parar, al contrario, va ir en aumento, porque sigue habiendo guerras y hambre.

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-¿Qué es lo más grave?

-Me da mucha pena que seamos tan egoístas y no seamos capaces de ponernos en la piel del otro cuando muchísimos españoles también tuvieron que emigrar en situaciones realmente penosas. Eso se ha olvidado.

-¿Corrupción cero?

-Sí, totalmente. Me indigna muchísimo que todos esos políticos que dicen que hay que esforzarse y apretarse el cinturón estén al mismo tiempo robando dinero público. Como sociedad hemos estado mucho tiempo dormidos. No sabía cuántos palos más nos tenían que dar para despertar. El movimiento del 8M este año fue increíble, muy emocionante; ves cómo una sociedad entera, no solo mujeres, sino también hombres, se levantan para pedir una igualdad real, e igual que hubo ese movimiento tendría que haber otro que dijera basta ya de políticos así.

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-¿Seguimos durmiendo?

-Un poco sí, aunque estamos despertando. Lo hemos visto tanto en el 8M como con las protestas por las pensiones, que también fue un movimiento muy emocionante.

-¿Cuál es su principal apoyo?

-Mis padres y mi pareja. Aunque a mi madre no le hacía nada de gracia que estudiara Bellas Artes, siempre me ha apoyado muchísimo. Y Josep también. Bueno, los dos nos apoyamos mutuamente. El hecho de que ambos seamos artistas influye en la pareja; entendemos mejor esa parte.

-¿Cómo fue pintar con él en ARCO?

-Fue interesante pero no lo vamos a volver a hacer [ríe]. Era la primera vez que pintábamos juntos y estuvo bien, pero cuando estás acostumbrada a pintar sola, tener a alguien a tu lado, tan cerca, es como una invasión de tu espacio.

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-¿Era su primera visita a la feria como artista?

-Sí, además hacía muchísimo que no iba. Como espectadora, ARCO agobia, es muy denso, pero como artista la experiencia ha sido buenísima.

-Llegó a ver la obra 'Presos políticos', de Santiago Sierra.

-No, cuando yo llegué ya la habían quitado.

-¿Cree que fue un error retirarla o lo fue colgarla?

-Fue un error retirarla. Al final es una obra de arte y tiene que haber libertad de expresión. Si el artista quiere mostrar eso, por encima de todo tiene que estar la libertad, porque, además, no creo que visualmente fuese una obra tan ofensiva .

-¿La autocensura lleva a algún lado?

-Recuerdo que en una entrevista le preguntaron a Joaquín Reyes sobre este tema y él dijo que ahora los creativos tienen que medir mucho lo que van a decir cuando antes no había tanta polémica. Creo que lo que hay que hacer es mirar el contexto, y si quien habla es un profesional del humor, un artista o quién es.

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-¿En qué museo se perdería?

-En la National Gallery y en la Tate Modern de Londres. Voy siempre que viajo a la ciudad. En la National me gusta ver dos obras: un retrato muy pequeño de Van Dyck con un marco negro precioso y una obra de Rembrandt en la que aparece una mujer bañándose en un riachuelo. De la Tate Modern me gusta todo, tanto el edificio en sí como su exposición permanente. Cuando voy también aprovecho para ver la exposición temporal.

-¿A qué le han enseñado los años?

-A tomarme las cosas con más calma y a no ser tan impulsiva. Lo sigo siendo un poco, pero ahora intento no tener una reacción tan visceral, de la que luego me he arrepentido.

-¿Con qué le resulta sencillo emocionarse?

-Lo paso mal cuando veo algo muy injusto, me afecta mucho.

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-¿La etiqueta 'emergente', qué le dice?

-No me gusta. ¿Emergente, cuándo?, ¿con 40?, ¿con 30?, ¿con veinte y pico...? A mí la gente me ve como emergente, pero porque hace ocho años mi obra no tenía la visibilidad que tiene ahora y sí que es emergente para el sector, pero yo llevo trabajando más tiempo. No sé, me resulta algo raro.

-¿Dónde se ve dentro de unos años?

-Me gustaría irme fuera. Josep y yo siempre decimos: 'Vámonos al extranjero', y espero que no pasen muchos años más sin vivir esa experiencia.

-¿Para qué cree que no está preparada?

-Creo que estoy preparada para todo. Cuando volví a Murcia pasé unos años con ansiedad, me daba miedo muchas cosas, y el miedo es malísimo, porque te bloquea, pero cuando lo superas te hace sentir más fuerte. Creo que el ser humano tiene capacidad para superar todo lo que venga.

-¿De qué está orgullosa?

-De estar donde estoy. De haber aguantado tanto, y de seguir luchando por hacerme un hueco.

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