«Estoy dando más abrazos que en toda mi vida»

Con naturalidad, con sinceridad, Javier Iniesta (Murcia, 1963) pasaba durante la entrevista de las lágrimas a la risa. Recargadas las pilas, ilusionado con el futuro por delante que le espera y sin poder evitar apasionarse como un ciclón, es cierto que se prodiga en abrazos. Como un niño, como un hombre, como alguien que le ha visto las orejas al lobo.

-¿Los políticos son unos bocazas?

-Los políticos somos el reflejo de la sociedad. Y aquí, en España, el deporte nacional es hablar mucho, y sobre todo hablar mucho del prójimo; casi siempre, para mal.

-¿Qué le saca de quicio?

-Lo que más me jode, en esta puta vida, es esa gente que está viendo que vas a tropezar, que tienes un problema y que te la vas a pegar, y que se espera a que tropieces y te caigas, que no te avisa. ¡Coño, avisa, intenta evitar que el otro tropiece! La gente se espera a que te la pegues, y luego, encima, siempre aparecen los del 'a toro pasado' para fastidiarte todavía más con el '¡ya te lo decía yo!'.

-¿Qué no fue como se imaginó?

-Mi último cumpleaños, el 31 de mayo. Pensaba celebrar de otro modo muy diferente mi 50 cumpleaños, pero lo pasé ingresado en el hospital [Morales Meseguer]. ¡Y dando gracias de que todo quedase ahí!

-¿Qué le pasó?

-Habían pasado ocho años desde aquel maldito 15 de febrero de 2008, cuando me dijeron, por primera vez, que tenía un tumor en el pecho. Hace unos meses me hice una revisión rutinaria y no esperaba ya para nada una mala noticia. Físicamente me encontraba bien, gracias también a que en los últimos años he hecho mucho deporte, sobre todo bicicleta. Pero el pasado 25 de abril, bajaba el Puerto de la Cadena y, en un lugar donde siempre te quedas sin cobertura, en esta ocasión escuché perfectamente lo que me dijeron: tenía que acudir al Morales Meseguer porque habían detectado en el escáner algo raro. Lo reconozco: me vine abajo. Fue tremendo, se me pasó de todo por la cabeza. Ocho años después, dos nódulos con actividad tumoral en la pleura, un carrusel de pruebas y dos operaciones seguidas. También es cierto que, aunque físicamente yo me encontraba bien, me pilló en un momento de recuperación tras unos años complicados a todos los niveles: emocional, personal, político... Estaba empezando a recuperarme personal y emocionalmente.

-¿A qué se refiere?

-Políticamente, mi dos últimos años de concejal en el Ayuntamiento de Murcia [en la Corporación presidida por Miguel Ángel Cámara] fueron muy duros, de una gran zozobra. Aunque, bueno, me quedo con la parte positiva: me hubiera gustado tener seis meses más para haber llevado el tranvía al barrio del Carmen, algo que tenía prácticamente cerrado. Y en lo personal... superé, gracias a Dios, una crisis familiar.

-¿Qué tiene claro tras haberla superado?

-[Se emociona hasta las lágrimas, transcurren dos minutos.] Cari es la mujer que más quiero en este mundo; le digo claramente que no sabría vivir sin ella, que no sé vivir sin ella. Me he puesto las pilas, tengo muy claro lo que quiero. Por primera vez en muchos años sé lo que quiero por encima de todo y estoy dispuesto a luchar por ello con todas mis fuerzas. Esta puta vida enloquecida que llevamos, a veces nos hace no valorar lo que tenemos al lado, o pensar que lo vamos a tener siempre porque sí, sin más. Quiero seguir en política estos tres años que me quedan, pero no voy a dejar de prestarle la máxima atención a mi familia. Si no son compatibles, tengo claro lo que dejaré. Mi mujer y mis hijas [María y Paloma] son lo primero.

-¿Qué se dijo cuando ingresó en el hospital?

-Me dije: 'No te desesperes, pelea'. También tuve suerte, porque en esta ocasión no tuvieron que darme ni quimio ni radio. La quimio no se la deseo ni al mayor de mis enemigos. Pero la suerte más grande que tuve fue la de tener a mi mujer a mi lado; Cari estuvo los 18 días que estuve ingresado a mi lado sin separarse de mí. Y también sentía muy cerca de mí a mi hermano Jesús, el otro gran bastón de mi vida; y estaban ahí muchos amigos y compañeros cuyo afecto me ha sobrepasado.

De verdad, lo digo de verdad [siguen las lágrimas], no me imaginaba que iba a recibir tanto cariño. Por eso le digo lo de los abrazos que le estoy dando a todo el mundo, porque quiero devolver todo ese cariño, porque quiero ser agradecido y ayudar y apoyar yo también ahora a quien lo necesite. Hace poco se murió una persona que ha estado ocho años peleando, ¡un jabato!, Juan Francisco Fuentes, que me enviaba mensajes de ánimo por WhatsApp cuando yo estaba ingresado.

-¿Qué se ha propuesto?

-¡Darle un abrazo a toda la gente que me ha mostrado su apoyo y su cariño! Estoy dando más abrazos que en toda mi vida. Esta vez sí que me asusté. Me operaron primero en [el Hospital Virgen de] la Arrixaca, pero tuvieron que volver a intervenirme, en esta segunda ocasión ya en el Morales Meseguer. Y eso ya me mató. El 4 de junio pesaba casi diez kilos menos, había perdido toda la masa muscular, estaba destrozado físicamente y muy tocado de ánimo. Soy una persona que se anima fácilmente, tengo facilidad para ilusionarme y soy muy luchador, pero nunca lo he pasado tan mal. Lo de que soy luchador no sé si será por, como dicen mis hermanos, ser del Atlético de Madrid. Los seis hermanos varones somos del Atlético. A mi suegro, que es manchego, le digo: '¡Qué suerte has tenido, pillar un murciano que, además, es del Atlético!' [risas].

-¿Ahora cómo está?

-Estoy empezando a salir del torbellino. Al trabajo, a tope, me voy a incorporar en unos días. Lo que no quise perderme fue el Debate sobre el estado de la Región. También fue emocionante aparecer en la Asamblea y que, no solo los de mi grupo, sino también los diputados del PSOE, de Ciudadanos y también de Podemos, se acercasen a darme un abrazo. La respuesta de los míos ha sido increíble, pero también gente de otros partidos ha estado pendiente. Yo no soy sectário; creo que, en política, somos adversarios pero no enemigos. Yo no soy enemigo de nadie.

-Y a partir de hoy, ¿qué?

-Voy a tomármelo todo con más tranquilidad. Yo me he vuelto muy loco con la política, le he dedicado mañana, tarde y noche. Con 29 años recién cumplidos ya fui diputado regional. A la política le he entregado mi vida. Ahora, en esta primera fase, mis prioridades están muy claras: lo primero, mimar a Cari y mimar a mis hijas, que también lo han pasado mal y que, gracias a Dios y a su esfuerzo, han salido muy bien de todos sus exámenes. Quiero mimar y cuidar mucho más mi entorno familiar y a los verdaderos amigos. Y confío en que la vorágine del día a día no me atrape de nuevo. No es que yo esté en plan de meditar todo el día, ni que me vaya a rapar el pelo y a vestirme con una túnica naranja, pero estoy sensible porque lo he pasado mal. Estoy recargando pilas, ahora lo que necesito es una buena racha, no soy tan fuerte como me he creído algunas veces que era.

-¿Hay un Más Allá?

-Tiene que haberlo, esto no se puede acabar aquí. Sería muy triste que no hubiese otra vida, ¿no? Los seres humanos somos especialistas en destruir; alguien infinitamente más grande que nosotros ha tenido que crear el mundo.

-¿Católico practicante?

-Soy católico, pero no practicante.

-¿De qué viaje no se olvida?

-Del que hicimos a un sitio espectacular: la Patagonia chilena. Ver las Torres del Paine es algo que ya no se te olvida en la vida. Fue un viaje muy especial porque íbamos con Mari [Mari Mulas], la mujer de Paco Celdrán [expresidente de la Asamblea Regional]. Fue su último viaje, ella lo sabía y fue impresionante cómo tiraba de todos nosotros, cómo aprovechaba cada segundo. Eso es lo que yo quiero, que no se me escape un día sin aprovechar la vida.

-¿Cómo es usted?

-Muy ordenado, organizado, impulsivo y muy natural; tendría que haber sido más reflexivo en ocasiones.

-¿Lamenta haberse comportado con chulería?

-A veces me he comportado con agresividad, pero eso se acabó. También las circunstancias, y los papeles que tienes que desempeñar, te llevan a ser más agresivo de la cuenta. La realidad es que yo soy más bien tranquilo, pero me influye mucho el entorno. En algunas etapas de mi vida me dejé llevar y me ponía...

-... ¿gallito?

-Sí, gallito. Pero, cuidado, yo no insulto jamás, ni toco en los debates políticos, a los que creo que les viene bien la pasión y la viveza, temas personales. No entro en el terreno personal de la gente. No soy un santo metido a político, pero respeto las vidas privadas, las de los políticos y las de todo el mundo. Si los políticos entramos en cuestiones personales, al final sus familias van a terminan echando a los políticos de casa.

-¿Llamó a la socialista Paca Baraza [exjefa de Demarcación de Costas] para disculparse por desearle en su Facebook que ojalá ardiese en el infierno por el derribo de la Lonja de Santiago de la Ribera? Concretamente escribió: «Espero Paca Baraza que ardas en el infierno».

-No, no la llamé porque no lo vi necesario. Fue un comentario en el ámbito privado y en seguida pedí disculpas. Mi madre, con 86 años, me dijo: '¿Javi, cómo le has dicho eso a esa señora?'. Y yo: 'Mamá, se lo he dicho con cariño' [risas]. Cuando mi madre me dice eso de '¿qué necesidad tienes tú de complicarte la vida con la política?' y me pregunta que '¿cuándo me la voy a dejar?', reconozco que me hace pupa.

-¿Qué piensa de la labor de oposición de Podemos, Ciudadanos y PSOE en la Asamblea Regional?

-Los más 'inteligentes' son los de Podemos, porque saben aprovechar la situación de río revuelto. Con el PSOE tienen una relación de amor y desamor, y con Ciudadanos de puro interés mercantil. Ciudadanos se equivoca de estrategia porque debería buscar con el PP, sin sometimiento y con condiciones, una coalición negociada más natural. Y el PSOE en la Región es un pollo sin cabeza.