«No puedo resistirme a los calamares a la romana»
artista
Daniel Vidal
Martes, 23 de agosto 2016, 02:50
Reconoce Fito Conesa (Cartagena, 1980), cuyo verdadero nombre es Adolfo, y al que un día le llamaron Adolfito: «Detesto la palabra 'cafelico'». Este artista afincado en Barcelona, que cree que «los mensajes de la megafonía en los aeropuertos es una de las cosas más frías que hay», también admite, hablando de trenes que arrollan en el amor, que él es como «un AVE en unas vías para el Talgo, que no alcanza la velocidad que debe».
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-¿Un sitio para tomar una cerveza?
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-El puerto de pescadores, en Santa Lucía (Cartagena).
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-¿Qué música le suena en el teléfono móvil?
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-Un coro de niños.
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-Un libro para el verano.
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-'Para acabar con Eddy Bellegueule', de Édouard Louis.
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-¿Qué consejo daría?
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-Haz lo que te dé la gana.
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-¿Facebook o Twitter?
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-Facebook.
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-¿Le gustaría ser invisible?
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-No.
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-¿Un héroe o heroína de ficción?
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-Las mallas parlantes.
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-Un epitafio.
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-'Chim-pón'.
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-¿Qué le gustaría ser de mayor?
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-Joven.
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-¿Tiene enemigos?
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-No.
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-¿Lo que más detesta?
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-La palabra 'cafelico'.
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-¿Lo peor del verano?
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-Que se acaba.
-¿Qué viaje no repetiría nunca?
-Hay un viaje que me marcó, desde Lisboa a Barcelona en avión, y no lo repetiría porque fue el peor vuelo de mi vida. No tanto el viaje como la experiencia del viaje. Ese viaje me marcó para tener pánico a volar, y tener que recurrir a ayuda externa para poder subirme a un avión.
-¿Qué ayuda?
-Tranquilizantes.
-¿Qué pasó?
-Pues el vuelo iba normal, pero cuando estábamos llegando a Barcelona pillamos una tormenta bastante bestia. Yo iba al lado de una persona a quien le daba mucho miedo volar. Yo intenté calmarlo, pero lo que pasó es que absorbí su miedo. Realmente el avión se movía mucho, había momentos en los que decías: '¿Qué está pasando?'. El problema fue la persona con la que iba. Al final, se tranquilizó y yo me puse... A los dos meses pensaba en coger un avión y me daba pánico.
-¿Es usted muy peliculero?
-Sí, soy muy peliculero. Pero me invento películas, no vivo las que me tocan. Mejor me las monto yo, musicales y con 'chim-pón' al final y todas esas cosas.
-¿Ha perdido muchos trenes en la vida?
-Bueno, he perdido muchos trenes. Pero de forma literal. De hecho, hace poco perdí uno y tuve que sacar otro billete. También he perdido trenes de los otros, de los metafóricos, pero he aprendido a saber cuándo van a llegar otros, a escuchar las señales.
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-¿Alguno le ha arrollado?
-Sí, y me he dejado arrollar y que me llevara 'pa' 'lante' y ¡venga! voy a dedicar tres años de mi vida a estar en el lodo. Yo creo que como todos, cuando te pilla... Lo que pasa es que ahora los veo. En el amor hay muchos trenes que arrasan. Además, yo soy como un AVE en unas vías para el Talgo, que no alcanza la velocidad que debe. Sí, me han arrollado y me he dejado arrollar.
-Y usted, ¿no arrolla?
-Arrollo en la superficie. Luego soy bastante moldeable. Soy un poco pasivo-agresivo, en ese sentido.
-¿Qué no es Fito Conesa?
-Rubio. Aunque rubio podría ser. No soy rubio natural.
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-Defínase, si puede.
-Soy una persona bastante compleja pero, con una flexibilidad tal, que puedo devenir en alguien fácil de tratar. Pero tengo un interior bastante complejo. Eso sí, como interior que es, lo comparto a ratos. A veces no soy tan divertido.
-¿A quién le gustaría parecerse?
-A nadie, yo quiero ser yo mismo... ¡Mentira! Le diría que a una mujer. No una mujer en cuanto a género, que también, sino a una mujer en un puesto de responsabilidad bastante bestia. Alguna mujer que tuviera un reto importante.
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-¿Una especie de Hillary Clinton, por ejemplo?
-Yo soy más de Michelle Obama. Una mujer con más 'flow'. A Hillary Clinton se le veía que en algún momento iba a darle la patada [a su marido, el expresidente Bill Clinton]: 'Al rancho, que ya salgo yo'. Es verdad que Hillary Clinton tiene un perfil de luchadora, pero yo creo más en las luchas en silencio. Sí, seguramente me gustaría parecerme a una mujer luchadora, pero una luchadora de forma innata. No sé si podría decirle una persona. Igual Michelle Obama, sí, me hace gracia, porque comparándola con el percal que hay alrededor... De aquí... ¡Igual le podría decir quién no quisiera ser!
-Diga.
-No me gustaría estar en la piel de algunas chicas que están en algún programa de televisión ['Hable con ellas', Telecinco]. El otro día me ponía nervioso ver la oportunidad que tenían de hablar de cosas interesantes y de generar un discurso coherente y al final se resumió todo en tirarle los tejos a un tipo. No me gustaría estar en una situación en la que tuviera que estar tragando saliva todo el rato, y menos públicamente.
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-¿No decimos nombres?
-No, porque todas las chicas que estaban en este programa tuvieron una oportunidad que al final no aprovecharon.
-Usted, ¿qué defiende?
-Algo tan simple como que los demás no interfieran en las decisiones que tome cada uno. Es que... ¡defender la libertad es tan abstracto! No existe un concepto de libertad. Existe la libertad controlada, que es en la que vivimos. Me gustaría flexibilizar los límites de esa libertad controlada, sí. Que la libertad en la que vivimos fuera más real. Eso defiendo.
-¿Con quién suelen confundirle?
-Con Chicho Terremoto. Hombre, no me confunden con él porque es un personaje de ficción, pero me comparan mucho. ¡Y también me pasa una cosa! Siempre me confunden con el hermano de alguien.
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-¿A qué no está dispuesto?
-No estoy dispuesto a que el estrés y la presión me quiten años de vida. Yo no fumo, no me preocupa el tabaco, pero sí me preocupa que mi salud disminuya por un exceso de presión que no tengo por qué aguantar porque no me toca.
-¿A qué no puede resistirse?
-No puedo resisitirme a los calamares a la romana. Comería aunque estuviera reventado. Me da igual. Madrid me encanta, adoro Madrid, pero Madrid también tiene mucho que ver con viajes secretos para comer calamares a la romana. ¡Nada de El Brillante [bar de tapas famoso por su bocadillo de calamares]! El Brillante sí, venga, ese es el último bocadillo. Pero es que me los he recorrido todos.
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-¿Cuántos bocadillos de calamares puede llegar a comerse?
-No se puede confesar [risas]. La verdad es que yo soy más de raciones, y con pan. Sí recuerdo que hace poco comí calamares por encima de mis posibilidades. Primero me comí un bocadillo pequeño, me quedé así... y de repente me comí dos y medio, o una cosa así. Una bestialidad. Hubo un momento de luchar por respirar. Le podría decir algo mucho más poético, pero no. Los calamares a la romana. Me pierde una freidora.
-¿Qué más le pierde?
-La gente que sonríe. Tengo necesidad de ver feliz a la gente a mi alrededor. Esto suena un poco a 'Amelie', pero sí. No me puedo resistir a una sonrisa, me atrae mucho.
-¿Qué le irrita mucho?
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-La gente conformista. Pero no el rollo gringo este de luchar por tus sueños. Me refiero a esa gente que asume ciertos roles o situaciones que les ha tocado vivir, gente que no es capaz de elegir. Me irrita el conformismo vital. Me irrita mucho porque es una negación de uno mismo: 'Bueno, es lo que me ha tocado vivir, qué le vamos a hacer'.
-¿Qué le gusta?
-La cerveza. Aunque la cerveza la descubrí muy tarde. Me gustan muchas más cosas... ¡El lúpulo! [Risas.] Sobre todo, lo que significa tomarse esa cerveza, que es tener tiempo para tomártela con un colega.
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-¿Qué es lo mejor de la vida?
-Que es cíclica. Que cuando dices 'nunca volverá a ser como era', vuelve a serlo.
-¿Y lo peor?
-Que, inevitablemente, no podemos huir de los afectos. Y eso hace que haya cosas que sean una mierda, como el 'chim-pón' final de tus seres queridos, más que el tuyo. Generar estructuras de afecto por necesidad es lo peor, pero a la vez es lo más bonito. ¡Madre mía! ¡Filosofía eres tú!
-¿Pilar Barreiro o José López?
-[Cara de desconcierto.] ¿No hay una tercera opción?
-¿Cuál?
-¡Elecciones! A ver, Pilar Barreiro, no. Y José López... A ver, yo no voto aquí. Yo voto en Barcelona y voto a Ada Colau, aunque tenga mis más y mis menos con Barcelona En Común. Pero me cae bien Ada Colau. Dicho esto, creo que la posibilidad de cambio en Cartagena es más lenta que en otros sitios.
-¿José López no es Ada Colau?
-Evidentemente, no. Acabáramos. Es como la velocidad y el tocino. Eso sí, veo a gente contenta. Y eso me gusta. Aunque creo que tiene que ver más con la posibilidad de cambio que con la persona en sí. Por eso tengo claro que Pilar Barreiro no, de ninguna de las formas. Al otro señor no le conozco, aunque sí veo a la gente con otro talante.
-¿Para qué no está preparado?
-Para que venga un asteroide. Rollo 'Melancolía', la peli de Lars Von Trier. Que nos digan que dentro de dos días viene un planeta a destrozarnos. Me dio muy mal rollo que la ONU nombrara a una comisionada para Asuntos Interestelares.
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-¿A qué le gusta jugar?
-Bueno, tengo un juego un poco abstracto...
-Diga.
-A veces voy por la calle escuchando música con los auriculares y para mí es un acto de evasión total. Ya le decía que es un poco abstracto, pero voy por la calle y hago unos videoclips que flipa.
-¿Videoclips?
-Sí, soy bastante 'videoclipero' en este sentido. Si la canción acaba en alto, pues intento no tirarme encima de un coche y estas cosas. Intento controlar los finales, sí. No me evado tanto.
-¿Qué le pillaron haciendo?
-[Ríe durante un rato] Me han pillado haciendo cosas, sí. En la intimidad. A ver, he pasado por todas las clásicas: copiando, fumando... Pero mire, todo eso pasó a mejor vida el día que una amiga me pilló leyendo su diario. Leí cosas que no debía. Me marcó mucho. Y esto es real, no es ninguna película. Película fue la que monté yo luego para explicarlo.
-¿Un verano inolvidable?
-El primero que me fui con mis amigos. Fue a Granada, 'low cost'. Sentí que era el principio de algo.
-¿Qué le asusta?
-No me asusta la muerte, me asusta más cómo llegar a ella, que sea lento, con muchos capítulos. Antes me asustaba también el futuro de la humanidad, pero he hecho las paces con el mundo adolescente. Hay posibilidades.
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-¿Un sueño por cumplir?
-Estudiar música. Y viajar a Islandia y hacer una ruta en bici o andando durante un mes y medio. La gente se va a la India para cambiar, pero se puede cambiar al lado de tu casa. Igual pasear por la bicicleta por La Aljorra durante todo el verano también te cambia.
-¿Qué quería ser de pequeño?
-¡Era todo muy 'mainstream'! Astronauta, bombero, psicólogo... No tenía muy claro lo que quería ser, pero sí tenía claro lo que no quería ser. Tenía mucho miedo a ser drogadicto. Tenía una imagen muy mala de la droga. Era el momento yonqui a tope de Cartagena.
-Usted, ¿coqueteó con las drogas?
-No tengo problema en reconocerlo. Sobre todo en la universidad. Pero no generó vínculos. Hubo un tiempo que fumaba. Luego ya el éxtasis y eso me pilló en otro viaje. Tenía mi mundo hecho. No necesitaba complementos vitamínicos. Pero con las básicas de antes, sí.
-¿Qué es muy necesario?
-Escuchar sin juzgar.
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