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Julio Navarro, en el bar La Muralla Rincón de Pepe, en Murcia.

«Yo salí muy beneficiado yéndome de Murcia»

arqueólogo y científico del CSIC

Antonio Arco

Viernes, 5 de agosto 2016, 23:55

Julio Navarro, murciano, arqueólogo, un río de lava en estado puro. Apasionado, extremo, cuando se ríe lo hace feliz como un niño y cuando se enfada arde Troya. Científico de la Escuela de Estudios Árabes de Granada (Centro Superior de Investigaciones Científicas/CSIC), fue director, entre 1987 y 2001, del Centro de Estudios Árabes y Arqueológicos Ibn Arabi, dependiente del Ayuntamiento de Murcia. Fue cerrado a cal y canto por la primera corporación que presidió el entonces alcalde Miguel Ángel Cámara (PP).

  • 12 TRAGOS

  • 1

  • -¿Un sitio para tomar una cerveza?

  • Gamboa. En Granada.

  • 2

  • -¿Qué música le suena en el teléfono móvil?

  • -Ninguna.

  • 3

  • -Un libro para el verano.

  • -'Don Quijote de la Mancha', de Miguel de Cervantes.

  • 4

  • -¿Qué consejo daría?

  • -No olvidemos que el problema está dentro de nosotros, no fuera.

  • 5

  • -¿Facebook o Twitter?

  • -Facebook.

  • 6

  • -¿Le gustaría ser invisible?

  • -No.

  • 7

  • -¿Un héroe o heroína de ficción?

  • -Mortadelo y Filemón.

  • 8

  • -Un epitafio.

  • -«Vanidad de vanidades, dijo el predicador, todo es vanidad» (Eclesiastés 12 1-8).

  • 9

  • -¿Qué le gustaría ser de mayor?

  • -Arqueólogo.

  • 10

  • -¿Tiene enemigos?

  • -Sí.

  • 11

  • -¿Lo que más detesta?

  • -La tacañería.

  • 12

  • -¿Lo peor del verano?

  • -No se me ocurre nada malo.

-¿Qué cree?

-Que para alguien que quiere progresar es mejor, sin duda, tener a alguien al lado que te esté tocando los huevos que a un adulador. Yo no quiero aduladores ni correligionarios a mi lado, porque son un lastre. Yo lo que quiero es gente lista que me haga cuestionarme las cosas y me abra la cabeza.

-¿Cómo vive?

-Como he elegido: investigando y siempre deseoso de conocimiento.

-¿Qué no hace ya?

-No le pido a la vida cosas que no me puede dar.

-¿Qué es una buena idea?

-No empeñarse en que nos quieran por cojones; puede ser muy frustrante comprobar que ni mucho menos las cosas salen como tú quieres. Lo importante es saber gestionar también tus fracasos.

-¿De qué tuvo la gran suerte?

-De que se me reconociera mi profesionalidad fuera de Murcia y así poder empezar otra vida [a partir de septiembre de 2001]. No sé qué habría sido de mí si me hubiese quedado aquí de arqueólogo municipal frustrado y puteado, menudo martirio.

-¿Qué pasó?

-Llegó un momento en que [en el Ayuntamiento] se propusieron putearme de la manera que fuese y cada vez tenía menos posibilidad de escapar de esa situación. Yo me niego siempre a creer que haya una línea absolutamente divisoria entre el bien y el mal; por lo tanto, no me planteo que yo fuese el bueno buenísimo de la película y los otros los malos malísimos. Además, irme al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) fue lo mejor que me podía haber pasado.

-¿Qué fue una pena?

-Murcia, sin la menor duda, perdió una barbaridad con el cierre del Centro de Estudios Árabes y Arqueológicos Ibn Arabi, del que se hablaba muy bien en medio mundo. Murcia perdió muchísimo, pero yo salí muy beneficiado yéndome.

-¿Qué es una bobada?

-Hablar de conservadores y progresistas como si no existiesen más posibilidades. Qué pobreza.

-¿Usted no es ni una cosa ni la otra?

-¡Por favor! El mayor insulto que me pueden decir es progre, si me dicen progre me insultan muchísimo. Por una sencilla razón: porque es lo políticamente correcto y yo me niego a eso. Mire, la derecha puede controlar un gobierno y puede plantear un discurso económico, pero no tiene ningún discurso ideológico propio. Lo instalado en la sociedad es el discurso progre, y no existe ninguna alternativa a este discurso porque la derecha es incapaz de hacerlo. [Mariano] Rajoy lo único que te puede decir es que los demás son unos manirrotos y que él sí sabe contar los euros y que lo hace muy bien.

-¿Qué no le gusta nada?

-No me gustan nada los intervencionismos, y la izquierda es intervencionista en todo; en el aspecto ideológico lo es profundamente.

-¿Qué no ha hecho?

-No he militado en ningún partido político, jamás se me ocurriría. Me parece que hay unos discursos de una pobreza absoluta por parte de todos. Para sentirte cómodo escuchando a cualquier político tienes que ser subnormal, eso está claro. Si tienes una cabeza mínimamente armada no puedes soportar los discursos que te hacen unos y otros.

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo, te puedes encontrar a gente que tiene una postura de una frivolidad tremenda frente al aborto, defendiéndolo a ultranza como si hablásemos de quitarse un quiste, y que al mismo tiempo se echa las manos a la cabeza y se indigna muchísimo porque se mata a un toro en la plaza. El buen juicio escasea.

-¿Qué más?

-Los análisis que se están haciendo sobre terrorismo islámico están mediatizados por unos discursos simplistas e ingenuos que, en buena medida, son suicidas.

-¿A qué se refiere?

-A la multiculturalidad mal entendida. No darse cuenta de los problemas que van a generar las comunidades musulmanas en Europa es terrible, es de ciegos. Europa también tiene algo de suicida, en el sentido de que no somos capaces de reproducirnos ni siquiera para la necesaria sustitución biológica. Pero hay grupos que sí tienen una vitalidad biológica enorme. La mezcla de inmigración y reproducción puede dar lugar a poblemas gravísimos a la vuelta de nada. El modelo cultural islámico no va a cambiar. Quien dice que el Islam es como la Edad Media nuestra es un gilipollas, no tiene ni puta idea de nada. Los que creen que los musulmanes, con unas cuantas catequesis progres, se van a hacer pro occidentales lo llevan claro. Eso es absolutamente impensable. Evidentemente, para el mundo musulmán todo lo que no sea Islam es malo. Nosotros no representamos ningún atractivo para ellos. Vienen, y tienen todo el derecho a hacerlo, buscando unas condiciones de vida mejores, pero despreciando profundamente nuestro modelo cultural y nuestros valores. Es obvio que la radicalización no se produce en todos, pero es que con que se produzca en tres o cuatro ya vamos todos listos de papeles.

-¿Qué propone?

-Una sociedad tiene que ser inteligente para detectar sus problemas, pero aquí tenemos el problema de que sobra espíritu doctrinario. ¿Se acuerda de aquella tontería de [José Luis Rodríguez] Zapatero de la Alianza de las Civilizaciones?

-¿Qué se ha convertido para usted en adictivo?

-Que me quieran, no puedo prescindir de ello. Y tengo la suerte de que lo consigo.

-¿De qué se dio cuenta siendo un niño?

-Me di cuenta de que no pasaba desapercibido, de que no resultaba indiferente a la gente. Ya de niño tenía incondicionales y gente que me rechazaba. A mí, en el fondo, siempre me ha agradado esta situación. No soy tibio para nada.

-¿Cómo es?

-Soy entusiasta, apasionado; puedo perder la cabeza ante cosas y personas que me parecen bellísimas, y también ante cosas y personas que me parecen horripilantes. Lo cierto es que intento hacer un ejercicio de corrección de esos impulsos, pero no es fácil. Tengo mucho carácter y soy muy peleón.

-¿Qué le debe a sus padres?

-Que estén vivos es mi mayor alegría. Mi madre es la mujer más maravillosa que conozco y a mi señor padre le debo mis grandes virtudes y mis grandes defectos. Hay algo de él que me encanta: aunque siempre ha tenido claro que él representa la autoridad, se ha dejado cuestionar por sus hijos. Eso me ha sido de una gran utilidad porque no tengo problema en reconocer las bondades de la autoridad, pero al mismo tiempo puedo entrar en diálogo con ella. La acepto como necesaria, pero no soy sumiso y sí muy crítico.

-¿Qué recuerda de su infancia?

-[Risas.] ¡Me llamaban 'El pirómano'! Cuando salía del colegio, donde fui compañero de pupitre de [el alcalde Murcia José] Ballesta, me divertía mucho pegarle fuego a las parcelas... El fuego me encanta.

-¿Dónde encuentra consuelo?

-En eso no tengo problemas. Por un lado, en la gente que me quiere; por otro, como soy católico practicante, para mí el desconsuelo y la frustración también tienen su sentido, forman parte de la experiencia de la vida humana.

-¿Qué balance hace de la suya?

-Estoy feliz, lo cual no significa que no haya hecho muchas tonterías. Claro que las he hecho, pero lo importante es saber reconocerlas y utilizarlas para bien. En mi vida, como en la de todos, hay estiércol. Lo primero que hay que hacer es reconocer que lo tienes, y lo segundo utilizarlo como abono.

-¿Qué ha comprobado?

-Cuando tienes la suerte de haber amado y de haber sido amado, tu vida tiene sentido. De lo contrario eres un desgraciado.

-¿Por qué no ha tenido hijos?

-La aceptación de tu realidad me parece algo esencial. Un hijo necesita un padre y una madre, así es que la paternidad no es para mí. Y no pasa absolutamente nada.

-¿Cómo se relaja?

-Rezando.

-¿Y se siente escuchado?

-Sí, siento que Él está ahí.

-¿Y cómo se divierte?

-Nunca he consumido estimulantes: nada de alcohol, ni de tabaco, ni de nada. Si salgo de noche, zumo de piña y botellines de agua. Lo que le puedo asegurar es que no me falta marcha, la gente en las fiestas se creía que yo iba colocado [risas]. Siempre he tenido conciencia de singularidad y no me ha gustado hacer lo que hacían los demás, y menos el borrego. Lo que sí he tenido siempre es mucho morro, así es que no he tenido problemas para ligar; como de entrada contaba con el 'no', a partir de ahí todo serían logros.

-¿Cómo se lleva con el espejo?

-[Risas.] Me escucha gritar todas las mañanas. Me veo horroroso. Tenga en cuenta que para mí el modelo físico de belleza se encuentra en la juventud, en esos 25 años de escándalo. Pero tengo que comentarle que mucha gente me dice que ahora estoy muy guapo, que se me ve muy atractivo. Yo le agradezco profundamente a quienes me lo dicen que tengan esa patología, e incluso empiezo a pensar que a lo mejor soy yo el que estoy equivocado. [Risas.]

-¿Qué busca?

-Gente que me mueva la cabeza o el corazón. Pero eso está cada vez más complicado, es como buscar una aguja en un pajar.

-¿Fiel?

-A ver, los tíos, por naturaleza, no somos fieles, pero creo que la fidelidad es un valor que hay que cultivar. La fidelidad no es flor silvestre, es flor de invernadero, no se da de manera natural.

-¿Qué me dice sobre el yacimiento de San Esteban, siendo usted uno de los grandes especialistas en la materia?

-No se ha producido una reflexión científica seria sobre su verdadera importancia y lo que sería más conveniente hacer allí.

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