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El doctor José Manuel Rodríguez, en su casa de Murcia.

«Soy un poco avestruz, siempre miro hacia adelante»

cirujano y presidente de la ONG 'Cirugía Solidaria'

Antonio Arco

Martes, 2 de agosto 2016, 23:22

AJosé Manuel Rodríguez (Madrid, 1958), jefe de Sección del Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Universitario 'Virgen de la Arrixaca' y presidente de la ONG 'Cirugía Solidaria', le gustan los libros de viaje que escribe Javier Reverte, quien un día, viendo un amanecer de ensueño zarpando de Ítaca, la patria griega de Ulises, sintió que «el mundo entero se incendiaba». Al igual que Reverte, él también ha podido comprobar en su propio pellejo cómo en África la vida y la muerte campean descarnadas por los caminos y entre los cuerpos polvorientos y anhelantes, y como lo mismo te asalta la miseria más aterradora que, de pronto, se contempla a sus habitantes celebrar el hecho sagrado de estar vivos danzando, cuando hay luna, e incluso la noche entera, al ritmo apasionado de los latidos del corazón.

  • 1

  • -¿Un sitio para tomar una cerveza?

  • -La Plaza de las Flores. Murcia.

  • 2

  • -¿Qué música le suena en el teléfono móvil?

  • -Ninguna.

  • 3

  • -Un libro para el verano.

  • -'Los caminos perdidos de África', de Javier Reverte.

  • 4

  • -¿Qué consejo daría?

  • -Sé trabajador y serás feliz.

  • 5

  • -¿Facebook o Twitter?

  • -No estoy muy puesto en ninguna de las dos.

  • 6

  • -¿Le gustaría ser invisible?

  • -¡A veces sí!

  • 7

  • -¿Un héroe o heroína de ficción?

  • -Supermán.

  • 8

  • -Un epitafio.

  • -«No fue mala persona».

  • 9

  • -¿Qué le gustaría ser de mayor?

  • -Cooperante todo el tiempo.

  • 10

  • -¿Tiene enemigos?

  • -No lo sé.

  • 11

  • -¿Lo que más detesta?

  • -La mentira.

  • 12

  • -¿Lo peor del verano?

  • -Las multitudes.

-¿A qué diría no?

-A que me saquen sangre porque lo paso fatal. Antes me mareaba y todo, con lo grande que soy. Con el tiempo, y como me daba un poco de vergüenza lo del mareo [risas], porque era un número, he conseguido que ahora solo me den sudores fríos, que tampoco están mal pero que me permiten mantener un poco mejor el tipo.

-¿A qué no está dispuesto?

-A vivir con miedo. Es algo en lo que pienso con más frecuencia a raíz de las matanzas terroristas que estamos viendo. Consiguen que no viajes a Egipto, que no viajes a Túnez, que te lo pienses mucho para ir a Estambul...; ¿qué hacemos, no vamos a Londres, no vamos a Francia, no salimos de nuestras casas? Yo voy todos los años a África con la ONG, a países muy pobres donde la gente nos espera con los brazos abiertos porque están desesperados, no tienen nada, la vida es muy complicada para ellos y un poco de dedicación nuestra les soluciona problemas de salud y les ayuda muchísimo. Si piensas solo en tu seguridad, entonces lo más seguro sería quedarte aquí, no hacer nada, no pensar en toda esa gente que nos necesita. Es absurdo pensar que podemos vivir a salvo de todo, sin correr riesgo. Vivir con miedo no es vida.

-¿Cómo ha sido la suya?

-Afortunada. Infancia sin problemas, adolescencia sin problemas, una buena juventud...; yo empecé a darme cuenta de lo que sufre la gente cuando ya era médico. Hasta entonces vivía en un mundo no virtual pero sí muy cómodo. Hice Medicina porque pensaba que me iba a gustar, y así fue: me gusta con locura. Todo me ha resultado fácil en la vida, aunque yo he colaborado siendo muy trabajador.

-¿Cómo era de niño?

-Muy tímido, introvertido. Ahora lo soy mucho menos, pero me cuesta mucho hablar de mí. Normalmente no saco mis sentimientos a relucir, ni suelo hablar de cómo me siento o de lo que a veces me angustia; todo eso se queda dentro y tampoco creo que sea bueno. Siempre he sido muy alto, muy visible; no me he podido esconder. Era una sensación extraña. Coincidía con que sacaba buenas notas, algo que tampoco siempre está bien visto entre tus compañeros [risas].

-¿Qué tiene?

-Una suerte increíble. Cuando ves mundos distintos al tuyo y los comparas, te das cuenta de que no tenemos motivos serios para la queja. Millones de personas viven mucho peor que tú. ¿De qué me voy a quejar yo? En el día a día hago lo que me gusta, y si trabajo tanto es porque disfruto haciéndolo; vivo sin conocer lo que es carecer de cualquier necesidad básica y puedo hacer también lo que más me gusta del mundo: viajar, mejor cuanto más lejos.

-¿Mira hacia atrás?

-No. Soy un poco avestruz, miro todo el rato hacia adelante. Pero si me paro un momento y miro hacia atrás, me da mucho miedo esta velocidad a la que se escapa la vida. Así es que no me paro, ¿para qué? Tengo muchos proyectos en marcha, el futuro es lo que cuenta. La verdad es que el pasado no me pesa nada, y eso que ya llevo a la espalda una buena mochila.

-¿Qué es lo mejor?

-Tener unos puntos fuertes a los que poder agarrarte. Los míos fueron, en primer lugar, mis padres. Ahora lo son mi familia y mi trabajo, aunque no sé si es justo, no lo creo, el reparto que hago de mi tiempo, ya que la mayor parte se lo lleva el trabajo.

-¿Por qué decidió poner en marcha la ONG 'Cirugía Solidaria'?

-Fue en el año 2000. Quiero ser útil, quiero ayudar. Y no le engaño: la cooperación me hace sentirme muy bien, me divierte, es una tarea muy satisfactoria. No soy un santo ni un sufridor, también soy egoísta. Empezamos con la ONG unos cuantos amigos que teníamos las mismas inquietudes. Comenzamos a movernos y muy pronto pudimos ver frutos. Empezó como una cosa de este hospital y ahora contamos con profesionales sanitarios de toda la Región.

-¿Qué fue lo más complicado?

-A nivel personal, me sentía raro dejando sola a mi familia durante dos semanas de mis vacaciones. La pusimos en marcha hace 16 años y los niños eran pequeños. No sabía cómo decirles que me iba a África en mis vacaciones, cuando ellos esperaban que estuviese con ellos. Eso lo llevaba mal, pero un día cambió todo.

-¿Qué ocurrió?

-[Se emociona, de pronto, hasta las lágrimas.] Escuché a uno de mis hijos contarle a un amigo lo que yo hacía en África. Hablaba con orgullo de su padre. Ahí me dije: «Todavía más merece la pena lo que estoy haciendo».

Impotencia

-¿De qué no se olvida?

-Tuvimos una primera experiencia en Camerún que nos marcó. Se nos murió un niño que nos estaba esperando para ser operado. Fue un golpe muy duro; se suponía que nosotros habíamos viajado desde tan lejos, con nuestra experiencia y nuestra formación, para salvarle la vida. Sientes una impotencia enorme.

-¿Qué le resulta chocante?

-Procuro no criticar a nadie, incluso procuro entenderlo todo, pero ver cómo nos amargamos la vida porque hemos engordado un kilo o cosas así me resulta muy chocante. La gente se muere de hambre, muchos niños no llegarán a adultos, millones de personas no tienen asistencia sanitaria...; ¿por qué nos complicamos la vida con tonterías?

-¿Por qué?

-Era yo el que se lo estaba preguntando, yo no lo sé. [Sonríe.]

-Pues me temo que no soy Marco Aurelio, lo siento. ¿Qué ha ido descubriendo?

-Que soy más frágil de lo que pensaba.

-¿Qué pide para usted?

-Que mi familia esté bien y que me apoye. Para mí es muy importante que la gente que quiero crea en mí. Yo no sé vivir sin los demás, y creo que en el momento en que solo pienses en ti, justo en ese momento, empiezas a estar muerto.

-¿Hay un Más Allá?

-No lo sé, pero si sé que a mucha gente le tranquiliza pensar que sí.

-¿El mayor placer?

-¡Viajar!

-¿A qué sitios?

-Entre ellos: a California, a disfrutar de la naturaleza de Australia y, sin la menor duda, a África, un continente que te hace cambiar tu punto de vista en la vida. Allí he conocido a mucha gente maravillosa, solidaria, agradecida. Gente de la que no te olvidas ya en toda la vida.

-¿Qué le gusta a usted de Estados Unidos?

-Esa importancia que le dan a la competencia creo que, sin pasarse, es muy positiva. Se toman muy en serio el intentar progresar cada día un poco más en el trabajo, no se acomodan. Les estimula mucho la idea de avanzar, de mejorar, de perfeccionar. Y no me refiero a la competencia vinculada a ganar dinero mucho, que es algo que a mí me interesa muy poco.

-¿No le interesa el dinero?

-No es algo por lo que yo me haya movido en la vida, no. Lo necesito, como todo el mundo, pero no me obsesiona. El dinero no ha sido mi meta, aunque soy consciente de que vivo bien.

-¿Cómo se cuida?

-Mal, me cuido fatal. Soy un desastre. Como fatal, porque no lo hago siguiendo un horario ordenado de comidas a horas normales; como cuando puedo, a veces lo que sea, hago menos deporte del que debería y ceno mucho, algo que no se debe hacer tampoco. Me mantengo bien de salud, pero casi de milagro. ¡Menos mal que no fumo! En verano, durante los días que paso en la playa, procuro cuidarme más: nado a primera hora en el mar, corro, juego al tenis... Yo lo hago muy poco habitualmente, pero aconsejo mucho a todo el mundo caminar, que es algo muy sencillo y que viene muy bien tanto física como psíquicamente.

-¿Qué no le gusta?

-Las salsas. Yo, la carne muy poco hecha, sangrante; y el pescado, que sepa solo a pescado.

-¿Cómo se definiría?

-Soy un corredor de fondo que no me desanimo con facilidad. Si me caigo, me levanto y sigo, no me vengo abajo a la primera porque no pierdo de vista mi objetivo: la meta. Si creo que algo merece la pena, voy a por ello con constancia. Vencer dificultades nos fortalece. Me gusta esforzarme.

-¿Qué dejó de hacer?

-Jugar al baloncesto.

-¿Dónde no le importaría vivir?

-En San Francisco, pero no tengo intención de irme de Murcia, una ciudad que me encanta para vivir. En Murcia puedes hacer diez cosas en un día: puedes irte a cenar con tus amigos, ir a tu casa a comer a mediodía y volverte al trabajo, y comprar en el Mercadona de la esquina. Y tienes el mar cerca.

-¿Qué es estupendo?

-Que un conocido pase a ser amigo es algo que está muy bien.

-¿Qué es inútil?

-Salir corriendo de los problemas. Lo más seguro es que tengas que volver y ahí seguirá el problema.

-¿Le hierve mucho la sangre?

-Con mucha frecuencia, pero no se me nota. No quiero salirme de mis casillas. Si puedo, veo mejor no contribuir al enfado general, al nerviosísimo y a crear más tensión. Añadir leña al fuego no conduce a nada.

-¿Su táctica?

-Soy templado y no me doy por vencido.

-¿A veces dice «tierra, trágame»?

-A veces te querrías morir. Nosotros estamos entrenados para el éxito, y lo que está en juego muchas veces es la vida de otras personas que tienen sus esperanzas puestas en nosotros. Hay momentos que son terribles. En una ocasión, tuve que decirles a unos padres jóvenes que su hijo había muerto en quirófano. Unas horas antes estaba feliz y sano montando en bicicleta.

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