«Soy una montaña rusa en persona»
El abogado Fermín Guerrero asegura necesitar para vivir el sentido del humor «más que la cerveza»
Daniel Vidal
Lunes, 1 de agosto 2016, 12:13
La realidad supera a la ficción». Lo dice por propia experiencia Fermín Guerrero (Murcia, 1967), abogado, colchonero hasta la médula, con una vida para varias películas y con un parecido innegable con el actor argentino Ricardo Darín: «Me han llegado a pedir un autógrafo». No fue aquel día en el que esta «montaña rusa en persona», tal y como se define, debía acudir a una de las sesiones del mediático juicio por el crimen de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, y a Fermín Guerrero se lo tragó la tierra durante 20 horas, obligando a suspender la vista. Tras la pertinente orden de búsqueda nacional, y el consiguiente revuelo, la Policía localizó al letrado en un banco del centro de la ciudad casi un día después, sentado cerca de su coche, algo desorientado. Tras las oportunas explicaciones, sobre todo basadas en problemas de salud, el juicio siguió su curso y su defendida, Raquel Gago, fue condenada a cinco años de cárcel como encubridora. Después, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León aumentó la pena a 12 años. Fermín Guerrero trabaja ahora en el recurso de casación ante el Tribunal Supremo, que está convencido de ganar. Y cuando le hablan de desaparecer sin dejar ni rastro, situación que en los juzgados también se conoce como 'hacer un Fermín Guerrero', este afable hijo de un encargado de almacén no tiene problemas en entrar al trapo, «en divertir a la gente». Sí, a Fermín le va la marcha.
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-¿Un sitio para tomar una cerveza?
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-Con la mejor compañía.
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-¿Qué música le suena en el teléfono móvil?
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-Depende de quién llame.
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-Un libro para el verano.
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-Algo que no tenga letras.
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-¿Qué consejo daría?
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-Ser feliz cada día.
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-¿Facebook o Twitter?
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-Facebook.
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-¿Le gustaría ser invisible?
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-Soy invisible, de hecho.
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-¿Un héroe o heroína de ficción?
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-No tengo.
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-Un epitafio.
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-El de Groucho Marx 'Perdone que no me levante'.
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-¿Qué le gustaría ser de mayor?
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-Presidente del Atlético de Madrid.
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-¿Tiene enemigos?
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-Sí.
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-¿Lo que más detesta?
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-Que interfieran en mi vida privada.
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-¿Lo peor del verano?
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-Que se acabe.
-¿Conoce usted la expresión 'hacerse un Fermín Guerrero'?
-Sí.
-¿Y?
-Me parece ajustada a la realidad.
-¿Cómo definiría usted esa expresión?
-Pues lo definiría como que la gente no sabe realmente lo que pasó y cada uno da una teoría distinta. A mí, siempre que me preguntan lo que me pasó, digo: «¿Qué quieres, la verdad o la ficción?». Siempre juego con ese tema. Me río. Me anima el momento cuando me lo preguntan.
-¿Y qué quiere contar en esta entrevista? ¿La verdad o la ficción?
-Jamás digo la verdad (carcajada). ¡No voy a cambiar de principios ahora! Aquello me pareció una anécdota graciosa, y me gusta contarla, me gusta divertir a la gente, como Groucho Marx.
-¿Qué le pasó?
-La documentación dice que tuve una amnesia transitoria. Si los documentos oficiales dicen eso, supongo que será así. Como tuve amnesia, no lo recuerdo.
-¿Qué documentación?
-La médica, la que está aportada en la Audiencia. Yo tengo una patología derivada del estrés y del insomnio.
-¿No duerme?
-Muy poco. Hace más de 30 años que tengo insomnio. Esto sí que es cierto. Tengo que dormir con medicación siempre. Si no me tomo pastillas para dormir, no puedo cerrar los ojos. Esa conducta la adquirí en el instituto, y era porque tenía miedo de quedarme durmiendo. Esa es la realidad.
-¿De quedarse durmiendo?
-Sí, de quedarme dormido por la mañana y faltar al instituto. Dormía con unos cascos de música de un palmo que me impedían quedarme dormido. Y eso me provocó insomnio crónico.
-¿Qué música escuchaba aquellas noches?
-No, escuchaba a José María García, radio deportiva. Hacía todo lo posible por mantenerme despierto. Incluso oía las repeticiones del programa, después de las noticias. Evidentemente hay momentos en los que te quedas dormido, diez minutos, una hora... Dormía a pedazos. Ya, cuando me casé, con 28 años, mi exmujer me obligó a no ir con los cascos, me dijo que nos habíamos casado dos, no tres. Eran unos cascos de un palmo. Pero ya tenía el insomnio totalmente consolidado y crónico. Yo no puedo dormir si no me tomo una pastilla, no puedo cerrar los ojos. Lo que pasa es que duermo muy poco, pero me levanto como un toro, eso es verdad.
«Deterioro neurológico»
-Y ahora, ¿cuánto duerme habitualmente?
-Seguidas, dos o tres horas. A pedazos, no puedo dormir nunca más de cinco horas aunque esté muerto. Y con pastillas.
-Eso deja secuelas.
-Sin ningún género de dudas. Todas esas patologías de amnesia, o las salidas de tono que puedo tener en un momento determinado, no solo por incidentes de ese tipo, sino a nivel personal, cambios de carácter y tal, es un deterioro neurológico producido por la falta de sueño. No tengo ninguna duda. Lo sé y lo asumo.
-Eso se lo habrá dicho un neurólogo, ¿no?
-Sí, claro. Y, hace años, un sofrólogo me dijo que cambiara de profesión. Y que me cambiara de equipo, en primer lugar, que por aquel entonces perdíamos siempre (risas). Ahora estamos un poco mejor.
-¿Qué le gustaría ser, si no hubiera sido abogado?
-Filósofo. Siempre me ha gustado mucho la filosofía. He escrito relatos y alguna novela.
-¿Y qué filósofo le hubiera gustado ser?
-Nietzsche.
-¿Qué es necesario?
-Sentir para vivir.
-¿Tiene usted muchas leyes?
-No, yo soy simple. Vive y deja vivir. Es un lema magnífico. Yo la parte activa la cumplo. Yo dejo vivir. Pero hay determinadas personas que no me dejan vivir. Pero bueno...
-¿Quiénes?
-Los que no son amigos. Restos del pasado. Mucha gente. Bueno, no mucha, alguna. La balanza siempre se equilibra hacia lo positivo. Lo intentan, pero no lo consiguen
-¿Y cómo lucha?
-Bueno, hace mucho tiempo que no entro en conflicto con nadie. No me interesa. No me interesa la vida de la gente. No me interesa lo que la gente opine de mí. Esa fase ya la superé después de pasar por el infierno, que son distintas capas, de bajada y de subida. Ya estoy por encima de ese tipo de cosas.
-¿Todo el revuelo que vino después de su 'desaparición' en León fue un infierno?
-¡Qué va! En absoluto.
-¿Se refiere entonces a la segunda final de Champions League que perdió su Atlético de Madrid contra el Real Madrid?
-La primera casi me da un infarto, literalmente. En la segunda ya había bajado al infierno y había subido, ya lo había superado (risas).
-Perdone, ¿y a qué se refería con lo del infierno?
-A muchas situaciones personales y profesionales muy complicadas. Lo de León es una mera anécdota que está justificada, además.
-¿Cuál es la peor situación en la que se ha visto?
-Verme amenazado de muerte y pensar que la amenaza era seria.
-¿Llegó a temer por su vida?
-Sí.
-¿Cuánto tiene de guerrero?
-Mucho.
-¿De 0 a 10?
-Doce. Siempre superando los límites.
-¿Y qué batallas puede contar?
-Muchas.
-¿Una?
-Pues desde secuestros exprés, a meterme en la boca del lobo...
-Era una.
-Escoja la que quiera.
-La de la boca del lobo.
-Muchas veces, en muchos lobos.
-¿La última vez?
-Después de la ausencia de León, en varias ocasiones. Soy algo temerario.
-Defina temerario.
-El que no tiene miedo a nada, el que no tiene temor.
-¿No le tiene miedo a nada?
-A casi nada. A que un día me levante y sea del Real Madrid. A eso le tengo pánico (risas). Creo que ser del Madrid representa algo que va en contra de mi personalidad, absolutamente. Esto lo digo en serio. Detesto al Real Madrid y todo lo que representa.
-(La entrevista se desarrolla en casa de unos amigos del abogado) Pues este porche está presidido por un escudo del Real Madrid.
-Sí, por eso habrá observado que me he puesto de espaldas (risas).
-Alguno de sus amigos le define como «perro».
-No, «perraco».
«Un perro temerario»
-Eso.
-No me importa. El perro es un animal noble. No me importa, es un halago. Sí, soy un perro noble temerario (risas).
-¿Y qué más es?
-Creo que soy buena gente. Siendo del Atleti tenemos que ser buenos. Soy un indio total. Un 'ultra' (risas).
-¿Suele desaparecer del mapa?
-Todos tenemos momentos en la vida en los que hay que desconectar. Interna o externamente. Es preciso un reseteo, de vez en cuando.
-¿Con quién le confunden?
-Con [el actor] Ricardo Darín, de vez en cuando. Una señora me pidió un autógrafo en El Corte Inglés de Serrano, en Madrid, estaba convencida. «Señora, que yo soy de Murcia, que le enseño el DNI si quiere»... Pues no le engañaba.
-¿Y además?
-No... Mi personalidad es tan diferente a lo que yo conozco, que no creo que me confundan con nadie. Tengo mi propia marca registrada.
-¿A quién no podría defender?
-A alguien que le hubiera hecho daño a un ser querido. Es la única limitación que podría tener.
-¿Qué o quiénes logran nublarle el juicio?
-Casi nada ni casi nadie. Lo tengo nublado ya (risas).
-¿Qué es una gran mentira?
-Vivimos en un mundo de grandes mentiras, de grandes fraudes, de grandes estafas. La vida es una gran mentira. O parte de la vida, mejor dicho.
-¿Qué es lo mejor de la vida?
-Vivirla. ¡Sentirla! Yo antepongo antes el corazón a la cabeza, para lo bueno y para lo malo.
-¿Y lo peor?
-Pasar por la vida sin sentir.
-¿Qué ha aprendido?
-Que hay que utilizar más la cabeza, a veces. No se puede ser solo corazón.
-¿Qué es irresistible?
-Estar en el Vicente Calderón y cantar todas las canciones del Atleti. A mí eso me pone loco.
-¿Qué le indigna?
-Prácticamente nada. Como he dicho antes, no me afecta lo que hagan terceras personas.
-¿Qué eliminaría de la sociedad?
-Es importante empezar por la base. Habría que cambiar el sistema educativo. El reseteo empieza por ahí. Los que estamos torcidos no nos vamos a poner rectos nunca.
-¿Qué no es?
-No soy ni lineal, ni normal. Soy la manifestación de una montaña rusa en persona (risas).
-¿A qué aspira?
-A ser feliz y a que las personas que dependen de mí, que están conmigo, también lo sean.
-¿Y qué es la felicidad?
-Acostarte cada noche pensando que has hecho todo lo que tenías que hacer.
-¿Quién es un ejemplo?
-No soy seguidor de nadie. Me gustan las personas honestas. Y, como hay tan pocas, cuando veo a una, me sorprende y la admiro.
-¿Qué intenta?
-Bueno, intento corregir errores del pasado. Intento cambiar lo que hago mal, que son muchas cosas, pero tengo claro que no las voy a corregir porque soy un toro total. Muy orgulloso. No me gusta que me digan lo que tengo que hacer ni que decir.
-¿Le cuesta decir 'no'?
-Sí.
-¿Un deseo?
-No perder nunca el sentido del humor. Lo necesito para vivir. ¡Más que la cerveza! Pero no me voy a beber otra, que si no, le cuento la verdad (risas).