«Entro con fuerza en el perfil de friki»
cantante de Nunatak
Daniel Vidal
Sábado, 30 de julio 2016, 00:27
Gafas de pasta, camisa de flores con imperdible y chapa del mítico grupo Farmacia de Guardia y un discurso tranquilo, pausado, cargado de sentido y también de responsabilidad. Sobre todo medioambiental... y musical. Tímido, desconfiado, aunque con ciertos toques de humor, por momentos. Eso sí, no le cambien los planes repentinamente a Adrián Gutiérrez (Cartagena, 1985), voz y parte del alma de Nunatak, porque no hay cosa que le moleste más. Y entonces se puede armar la marimorena en pleno festival indie. El hábitat natural de este grupo, cuyo nombre quiere decir 'pico solitario' en inuktitut, la lengua de los inuit.
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-¿Un sitio para tomar una cerveza?
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-El Rockola, de La Azohía.
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-¿Qué música le suena en el teléfono móvil?
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-'Scenic world', de Beirut.
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-Un libro para el verano.
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-'El marciano', de Andy Weir.
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-¿Qué consejo daría?
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-No dejes que nadie te diga lo que tienes que hacer.
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-¿Facebook o Twitter?
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-Facebook.
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-¿Le gustaría ser invisible?
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-No.
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-¿Un héroe o heroína de ficción?
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-Batman.
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-Un epitafio.
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-'Después de todo'.
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-¿Qué le gustaría ser de mayor?
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-Cantante de Nunatak.
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-¿Tiene enemigos?
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-Creo que no. Solo gente que no quiero tener cerca.
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-¿Lo que más detesta?
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-Los cambios repentinos de planes.
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-¿Lo peor del verano?
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-El calor de Murcia.
-Venía escuchando su grupo en Spotify. ¿Les da dinero?
-¿Spotify? Nooo. Spotify, si no llegas a las tropecientasmil reproducciones, no te da nada. Hay unos algoritmos para calcular lo que te dan por reproducción... Son decimales de euro. Una cosa ínfima.
-Céntimos de música, como definió Óscar Ferrer, de Varry Brava.
-¡No llega a céntimos! Si no llegas a cierto rango, no llega a céntimos.
-¿Cuánto les ha pagado Spotify desde su inicio?
-Desde que empezó Nunatak (unos cinco años) hasta ahora, no llegará a los 50 euros. En total.
-¿Dio usted la nota muy pronto?
-Hombre, tengo el recuerdo de un cambio personal importante cuando me vine a vivir a Murcia, al colegio mayor. Pasé de casa de mis padres a un colegio mayor, con lo que supone eso a todos los niveles. Fue un salto importante.
-¿En qué sentido?
-El cambio en el día a día es brutal. Pasas de salir poco a salir mucho, de una ciudad a otra que tiene el doble de gente, y encima a un colegio mayor. Para el que no sepa cómo funciona un colegio mayor, ya le digo que, descansar, descansas poco. Fue duro (risas). Duro al principio. Después, agradable.
-¿Qué recuerda de aquellos primeros momentos en el colegio mayor?
-Allí empecé a dar mis primeras 'notas', sí (risas). Recuerdo las novatadas, que hoy están muy demonizadas. En mi humilde opinión, hay personas a las que pueden no sentarles bien, y hay otras -entre las que me incluyo- para las que pueden ser muy beneficiosas. Yo quizá soy una persona más cerrada a un determinado grupo de gente que conozco, y no soy de buscar más amigos. De esta manera [con las novatadas] te obligas a conocer a más gente, y puedes conocer a cien personas en poco tiempo. Y a base de lubricación alcohólica todo funciona mejor, además (risas).
-¿Qué le hicieron?
-La primera fue muy sencilla. El primer día me pusieron pañuelos en las gafas, me levantaron y me hicieron bailar como Leonardo Dantés. Esa fue nada más llegar. Un granito de arena de lo que se cocía allí...
-Estudió Ciencias Ambientales.
-Sí, soy ambientólogo, aunque me dedico al mundo audiovisual. Nada que ver. A lo largo de la carrera llegué a la conclusión de que esa carrera en sí no debería existir. Que ha sido más un reparto de créditos entre departamentos que una necesidad en sí para la sociedad, una necesidad de que haya profesionales específicos del medio ambiente. Yo creo que el medio ambiente debe ser horizontal, no vertical. No creo que tenga que haber personas dedicadas a eso en concreto, sino que tiene que estudiarse en todos los ámbitos. Simplemente con los biólogos y los ingenieros que ya están haciendo su trabajo en este campo se podrían suplir las necesidades laborales. Está visto que las necesidades laborales de este campo son mínimas, y lo que estaría bien sería dotar a todas las carreras de un sentimiento ambientalista, igual que se dota a todas las carreras de una carga jurídica, de Derecho. En general, de mi promoción, hay poquísima gente que estén ejerciendo como ambientólogos. La mayoría son investigadores, o docentes, o han cambiado por completo su enfoque laboral. Estoy muy decepcionado con mi carrera, aunque al final la terminé. Mire, mi hermano también estudió lo mismo, él sí se gana la vida como investigador, pero tiene la misma decepción. Es un sentimiento muy común.
-Pero su preocupación por el medio ambiente sigue intacta...
-Claro. Y va a más. Pero la desarrollo a otros niveles. Con la música, por ejemplo. Día a día.
-¿Se bañará este año en el Mar Menor?
-Creo que no. Todavía no he ido este verano, pero he visto fotos y vídeos. Veremos a ver si hay margen de maniobra o eso ya está jodido para siempre. Tiran, y tiran y tiran de la cuerda, lo esconden un poquito, hasta que la evidencia es tan abrumadora que ya toman cartas en el asunto. Es muy común en este país que, hasta que no ocurre una desgracia, no se actúa. ¿Cómo es posible que, en 30 años, se haya jodido una cosa tan valiosa, tan preciosa y tan grande para la Comunidad Autónoma, y se haya ido a tomar por culo? No lo entiendo.
«La época de los caballitos»
-¿Le dedicará una canción Nunatak al Mar Menor?
-Algo deberíamos hacer. Siempre he pensado que los artistas tenemos la capacidad y la responsabilidad de ejercer presión sobre las cosas en las que creemos. Y nosotros tenemos que hacer algo. No sé qué, pero algo haré. Yo nací en julio, el día 2, y he veraneado toda mi vida en La Manga, a la altura del Zoco. He vivido la época en la que todo dios sacaba caballitos de mar... hasta que se extinguieron. He vivido todas las atrocidades que se han hecho en el Mar Menor, y en la carrera estudiábamos muchas de ellas. Era un clamor que algo iba a pasar. Al final ha pasado. Además, si La Manga hubiera tenido otro desarrollo urbanístico, hoy sería un paraíso.
-Ahora, ¿qué hace en verano?
-Me quedo en Murcia. Tampoco me gusta mucho la playa. Mi tez lo deja claro (risas). Soy más de río, de montaña. O de festival.
-O de picos solitarios, ¿no? ¿Ha subido muchos?
-Alguno que otro... El último que decidí subir fue dejar todo el mundo de la ciencia, todo lo que se me había predestinado cuando era pequeño. Se me acabó la beca, llevaba un tiempo sin cobrar y decidí tirar la casa por la ventana y pasarme al mundo audiovisual.
- Y agarrar el micrófono.
-Bueno. En realidad, el mundo de la música siempre ha estado ahí. Pero, por desgracia, Nunatak no da para comer. Pocos grupos de indie pueden decirlo. A lo mejor sí que da para comprarse una guitarra, pero poco más. Es muy complicado.
-¿Por qué Nunatak?
-No tiene tanto que ver con el idioma como con el concepto. Nunatak es un pico montañoso rodeado de hielo. Son las únicas zonas en las que, en épocas glaciares, la vida se puede preservar. Ese concepto esperanzador, reservado, de que aquí puede permanecer algo mientras todo lo demás es una puta mierda, es lo que impregna Nunatak y todas sus canciones.
-En casa, ¿qué le influyó?
-Musicalmente, se lo debo todo a mi hermano. Recuerdo que era 1998 o 1999, y mi hermano puso 'Californication', de los Red Hot Chili Peppers en el equipo de alta fidelidad de mi padre, a todo lo que daba. Me acuerdo de que iba hipnotizado hacia el equipo y el 'Californication'. Y mi padre: «¡¡Bajad eso!!». Una escena muy peliculera. Después llegó Nirvana, pero ahí me enamoré por completo. Después llegó la época de escuchar y de tocar metal. Yo tenía un grupo con mi hermano que se llamaba 'Another way', extremadamente amateur (risas), que entrábamos en la clasificación de 'otros'. Éramos un grupo 'patojero', de los que tocaban en los locales de ensayo de Los Patojos, en Cartagena, a finales de los 90.
-¿En qué no cree?
-En el miedo.
-¿Y qué le da miedo?
-Mis mayores temores siempre están relacionados con la incertidumbre. Siempre me gusta tener todo planificado. De ahí que lo que más moleste sean los cambios de planes repentinos.
-¿Qué intenta?
-Ver mi vida dentro de unos años. Y comer poca carne. Aunque no soy un nazi del tema. Hago lo que puedo cuando puedo.
-¿Ni vegano ni vegetariano?
-Hay un témino con el que yo me identifico que es 'flexitariano'. Intentar comer poca carne, pero sin volverse loco. Por ejemplo, intento que en mi casa entre poca carne, pero si me invitan no me niego.
-'Flexitariano'... ¿Y 'fofisano'?
-También, también (risas). Aunque creo que tengo más de 'fofi' que de sano.
-¿Y qué más es?
-Soy muy exigente conmigo mismo. A veces muy inseguro para ciertas cosas. Pero con mucha pasión por las cosas que hago. Sigo siendo muy impresionable.
-¿Valiente?
-No. Estoy lejos de considerarme un valiente. Aún tengo más margen de maniobra.
Amago de secuestro
-Y eso que sufrió un amago de secuestro cuando era un niño...
-Sí... Estábamos un amigo y yo en una plaza de Cartagena, tendríamos doce o trece años, y nos paró un señor... No quiero entrar en detalles. Básicamente, era una época muy mala en la que había muchos atracos y muchos secuestros en Cartagena, mucha delincuencia. A nosotros nos tocó vivir una situación muy extraña, muy surrealista, que al final se ha quedado como una anécdota muy graciosa.
-Que solo cuenta en privado.
-Sí. Mi amigo tiene mucha más gracia para contarlo. Fueron unas horas de aventura. Media tarde (sonrisa).
-¿Salieron ilesos?
-Sí, no nos pasó nada. Y me encanta haber vivido esa aventura con mi amigo.
-¿Es usted un friki?
-Sí, por mis gustos entro con fuerza en el perfil de friki (risas).
-¿A qué no puede resisitirse?
-A una buena cerveza fría. ¡Y a hacer fuego! Pero hacer fuego para comer, ¿eh? No soy nada pirómano. Me encanta la sensación de ensuciarme, de trabajar para luego poder hacer un buen arroz con ese fuego. Y una cerveza.
-Se dicen, se comenta, se rumorea que sus arroces son bastante reclamados.
-Pues sí, y bastante celebrados (risas). Sobre todo el que hago con pollo, con ajos tiernos, con habas...
-¿Qué hace falta escuchar más?
-Música que no esté diseñada para agradar. Las mejores bandas de la historia han tenido sus peores momentos porque no han sido fieles a ellas mismas. Ahora las bandas que se escuchan en España apuestan por un hedonismo muy primario. Música que solo vale para mover el culo. Y en muchos casos, con letras machistas. Es un poco 'hardcore', pero siento poco respeto por algunos artistas. El reggaeton, por ejemplo, no tenía nada que ver en sus inicios con lo que se hace ahora.
-¿Cuál es la canción más triste del país?
-Los desahucios.
-¿Le visitan las musas?
-Tengo una en casa que me viene muy bien (risas).
-¿Y cómo se llama?
-Katrina.
-Y el resto de las musas, ¿cuándo se le aparecen?
-Cuando tengo mucho sueño.
-¿Contra qué echa usted un pulso infinito?
-Conmigo mismo, intentando dejar las cosas en el mundo mejor que nos las hemos encontrado.