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Andrés Cánovas, en piragua por el Mar Menor.

«Lo único que me interesa es practicar el vagabundeo»

arquitecto

Antonio Arco

Jueves, 28 de julio 2016, 23:49

Habla claro -«hoy, el 90% de los arquitectos, y me quedo corto, sirven solo al dinero y no a la gente»-, y vive cultivando la excitación «a todos los niveles, porque la excitación nos hace sentirnos vivos. Cuando uno dormita, no vive». Así piensa Andrés Cánovas (Cartagena, 1958), arquitecto, miembro del prestigioso estudio -con sede en Madrid- Amann-Cánovas-Maruri, y profesor de Proyectos en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM).

  • 1

  • -¿Un sitio para tomar una cerveza?

  • -Bruselas.

  • 2

  • -¿Qué música le suena en el teléfono móvil?

  • -Ninguna.

  • 3

  • -Un libro para el verano.

  • -'Sonetos', de William Shakespeare. Editorial Comares.

  • 4

  • -¿Qué consejo daría?

  • -No te metas con nadie.

  • 5

  • -¿Facebook o Twitter?

  • -Facebook.

  • 6

  • -¿Le gustaría ser invisible?

  • -¡Qué tontería, qué falta de vanidad!

  • 7

  • -¿Un héroe o heroína de ficción?

  • -Catwoman.

  • 8

  • -Un epitafio.

  • -Ninguno.

  • 9

  • -¿Qué le gustaría ser de mayor?

  • -Un tipo que conversa en un bar.

  • 10

  • -¿Tiene enemigos?

  • -Claro que sí.

  • 11

  • -¿Lo que más detesta?

  • -La injusticia.

  • 12

  • -¿Lo peor del verano?

  • -Viajar con tanto calor.

-¿Qué le resultó curioso?

-Estaba tomando una copa con un amigo, en Cartagena, y de madrugada suena el teléfono. Era mi hijo de 16 años. «Papá, ¿se puede saber dónde estás», me preguntó muy serio. Cuando llegué a la casita de la playa, en Los Nietos, me lo encontré medio dormido en el sofá. «¿Se puede saber qué haces?», le pregunté yo. «¡Estaba esperándote!», me dijo. Y pensé: «El mundo al revés, ¡hay que joderse!».

-¿Qué no piensa hacer?

-Pues, aunque ya tengo edad suficiente como para ir pensando en dedicarme a la pesca con mosca, no tengo la menor intención de hacerlo.

-¿Cómo se ve?

-Estoy contento, porque he entendido muy bien 'Ítaca', el poema de Kavafis [«Cuando emprendas tu viaje a Ítaca / pide que el camino sea largo, / lleno de aventuras, lleno de experiencias...»], y estoy muy de acuerdo con él. Lo importante no es tanto llegar a la meta como aprovechar bien el camino hasta ella. Lo interesante es arribar a muchos puertos, conocer a gente sabia, disfrutar de lo que te ofrecen otras culturas y no dejar de ser curioso. Viajar es algo fantástico.

-¿Qué aprende haciéndolo?

-He comprendido que no somos únicos, ni tampoco los mejores ni los peores. El mirar las cosas desde el exterior, practicar ese 'extrañarse' que proponía Bertolt Brecht, es lo mejor que podemos hacer. Olvidémonos del 'yo', porque en la medida en que lo hagamos podremos ser un poco mejores. En cambio, como te cebes en ti mismo y pienses que la Calle Mayor de tu pueblo es la mejor Calle Mayor del mundo, ten por seguro que la has cagado.

-¿Contento de haberse conocido?

-No lo sé. No me felicito por haberme conocido, pero tampoco le tengo envidia a nadie.

-¿Qué tiene claro?

-Que lo único que me interesa es practicar el vagabundeo a lo Charles Baudelaire, en plan 'flâneur' [paseante, callejero...]. Ser un tipo que se va encontrando con las cosas. Prefiero eso, vagabundear, a pensar que la vida es un camino recto que tiene un objetivo.

-¿Qué ve necesario?

-Hoy, con tanta información a nuestro alcance, es importante adquirir la habilidad de saber seleccionar los conocimientos.

-¿Cómo se siente más cómodo?

-Siendo profesor.

-Tiene usted cuatro hijos...

-... tengo cuatro hijos pero no tenía el menor interés en tener ninguno.

-¿Y entonces?

-Muy sencillo, no se puede ni imaginar lo convincente que es mi mujer.

-¿Buen padre?

-A ver, los niños pequeños, como todo el mundo sabe, son odiosos. Solo cuando empiezas a poder establecer con ellos una relación un poquito más intensa tienen más interés; y, en algunos casos, ni siquiera lo tienen cuando ya están creciditos. No tengo ni idea de si soy un buen padre. ¿Qué es ser un buen padre, llevarles, como en las películas americanas, a los partidos de béisbol? Pues, entonces, sí que lo soy porque los he llevado a los partidos de fútbol. Como verá, una contribución tremenda a la Historia de la Humanidad. Lo que sí sé es que lo hemos pasado bien.

-¿Qué es un horror?

-La rutina, la costumbre. La costumbre destruye cualquier cosa que toca y te destruye personalmente.

-¿Qué le divierte?

-Tengo una vida muy divertida más allá de las nueve de la noche: soy preparador deportivo de equipos de fútbol. Ahora entreno en Madrid a uno de tercera división.

-¿Grita en los campos de juego?

-Cuando juega mi equipo, me voy a correr porque me pongo histérico y, antes de comportarme como un animal, prefiero largarme.

-¿Para qué se ha dado ya por vencido?

-Para jugar al fútbol. Me acabo de lesionar el sóleo. Llega un momento en el que, físicamente, ya no puedes hacer lo que hacías. Tu cabeza te dice que puedes seguir haciendo las mismas cosas, pero tu cuerpo te dice que ni hablar. Lo que hay que hacer es asumir que tu cabeza te engaña. Cuando tienes 30 años es la hostia, pero cuando tienes 70 es una puta mierda. Lo de las ventajas de la madurez y de la experiencia son rollos que nos montamos para poder sobrellevar la jodida realidad.

-Es muy esperanzador lo que dice, sí, sí.

-[Risas.] ¡Desde luego!

-¿Da mucho las gracias?

-Sí. Pensamos tan poco en los demás que cuando alguien piensa en ti para cualquier cosa tienes que decir que sí y dar las gracias. Por ejemplo, con los alumnos, si un tipo te llama, aunque sepas que es malísimo, para preguntarte si le puedes dirigir el proyecto fin de carrera, ¿cómo le vas a decir que no? Además, el hecho de que sea malísimo puede ser positivo porque te obliga a intentar sacarle partido. Los que son brillantes no te necesitan para nada, lo son contigo y sin ti.

-¿Qué le resulta tentador?

-No hay que descartar los hongos psicotrópicos.

-¿Qué recomienda?

-Si viaja a Milán, no deje de probar el 'bicerin', un café con chocolate que es algo maravilloso. Despierta a un muerto.

Mestizaje

-¿Qué ciudad le deslumbra?

-Estambul, una maravillosa ciudad fronteriza en la que se palpa la vida en cada rincón. Una sociedad muy viva, con la intensidad de la mezcla de Oriente y Occidente, una suma de culturas que no hay que dejar de disfrutar.

-¿Y qué país?

-Vine muy impresionado de Ecuador. Como no soporto a los maleducados, fui feliz entre gente tan educadísima. Y lo mejor es que son educados por convicción. [El presidente Rafael] Correa le ha dado, para bien, un vuelco absoluto al país, pequeño pero con una cultura extraordinaria. Me interesan mucho el mestizaje y las ciudades que se comportan como comunidades amigables.

-¿Qué es irrenunciable?

-Para mí, la dignidad, que tiene que ver con una libertad que consiste en que nadie me obligue a hacer lo que no quiero. A ser fuerte en esa convicción yo le llamo dignidad.

-¿Cómo se relaja?

-No me relajo. A ver, seamos claros: mi trabajo es muy relajado, no soy minero, ni pescador, ¡eso sí son trabajos, joder! Lo que hacemos los profesores, los arquitectos... es la leche. Tenemos trabajos cómodos, creativos, en los que tenemos que leer, que viajar... ¡Por favor!

-¿En España somos machistas?

-En España somos machistas y unos racistas que te cagas. Decíamos que no éramos racistas hasta que vinieron dos subsaharianos y tres magrebíes. En temas de violencia de género hemos avanzado en la visibilidad del problema, pero en su resolución se ha progresado muy poco. Hay algo cierto: nuestro avance cultural es a costa de ir en contra de los instintos primarios. Somos agresivos.

-¿Qué hacer con los violentos?

-Para empezar, señalarles, aunque esto pueda parecer fascista. No callarse, plantarles cara. No darte la media vuelta ante una injusticia. Yo, de darme la media vuelta, nada. ¿Quién eres entonces si te callas?

-¿Le ha salvado la vida a alguien?

-Vi a un estudiante salir del despacho de un profesor; no sé qué vi en su cara, pero no me quedé tranquilo y decidí seguirle. Lo pillé a punto de cometer una locura en la ventana de un baño de una tercera planta. No se me olvida.

-¿Hay un Más Allá?

-¡No, evidentemente! Las construcciones religiosas son muy eficaces, y el cristianismo triunfa por su propuesta del Más Allá. Lo que es acojonante es que seamos tan incautos como especie, ¿qué es eso de la trascendencia? ¡Qué gilipollez!

El hombre y la Luna

-¿Y vida en otros planetas?

-Ni puta idea. ¿Sabe lo que me encantaría? Que lo de la llegada del hombre a la Luna hubiese sido un gran engaño, y que Stanley Kubrick hubiese sido el alentador de esa inmensa y fantástica mentira. De joven me decían que me parecía a Malcolm McDowell en 'La naranja mecánica', y eso me molaba mucho. También me encontraban parecido a Jack Nicholson en 'Alguien voló sobre el nudo del cuco' y en 'El resplandor'. Hablando de Jack Nicholson, no hubiese estado nada mal conocer a Anjelica Huston, sobre todo para así haber podido conocer a su padre.

-¿Confiado?

-Me han engañado mucho y me he llevado muchas hostias, pero prefiero confiar en la gente a ser un tipo hosco.

-¿En qué no cree?

-En la inspiración, ¡menuda tontuna! Ni la sensibilidad por sí sola da frutos, ni sin el trabajo se consigue nada interesante. No queda otra: hay que trabajar y hacerlo muy bien.

-¿Qué persigue usted como arquitecto?

-Que todos vivamos mejor. La buena arquitectura nos ayuda a pasar del sufrimiento al placer, que es algo que deseamos todos.

-¿Qué sería deseable?

-En mi caso, creo que sería lo mejor pasar por la vida sin dejar rastro. Habitualmente, los rastros que se dejan son terroríficos. Yo quiero pasar por aquí molestando lo menos posible, lo que no entra en contradicción con ser muy contundente en la defensa de todo aquello en lo que creo.

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