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Elena Conde Guerri, durante uno de sus habituales paseos por Murcia. :: vicente vicÉns / agm
«Siento pasión por el Ratón Mickey»
Elena Conde Guerri, profesora de Historia Antigua de la UMU

«Siento pasión por el Ratón Mickey»

«Soy mujer independiente, soy pájaro que vuela»

PPLL

Miércoles, 23 de julio 2014, 12:25

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Dice Elena Conde Guerri, profesora de Historia Antigua de la Universidad de Murcia (MU): «Soy mujer independiente, soy pájaro que vuela». En una ocasión, durante un viaje al desierto del Sáhara para perder a todo el mundo de vista, resulta que me la encontré; ella, disfrutando de los amaneceres; y yo, de los atardeceres, que no exigen madrugar tanto. No sabe por qué, pero siente debilidad por el Ratón Mickey.

  • 1

  • -¿Un sitio para tomar una cerveza?

  • -La Plaza de las Flores. Murcia.

  • 2

  • -¿Qué música le suena en el teléfono móvil?

  • -Ninguna.

  • 3

  • -Un libro para el verano.

  • -'El Danubio', de Claudio Magris.

  • 4

  • -¿Qué consejo daría?

  • -No se olviden de los que sufren.

  • 5

  • -¿Facebook o Twitter?

  • -No tengo ninguna de las dos.

  • 6

  • - ¿Le gustaría ser invisible?

  • -A veces sí.

  • 7

  • -¿Un héroe o heroína de ficción?

  • -Siento pasión por el Ratón Mickey; desde siempre.

  • 8

  • -Un epitafio.

  • -¡Ninguno! Mi nombre y una crucecita son suficiente.

  • 9

  • -¿Qué le gustaría ser de mayor?

  • -Mejor persona.

  • 1

  • 0

  • -¿Tiene enemigos?

  • -Lo ignoro.

  • 1

  • 1

  • -¿Qué es lo que más detesta?

  • -Lo clónico, lo repetitivo, la uniformidad, la masa.

  • 1

  • 2

  • -¿Lo peor del verano?

  • -El calor húmedo.

-¿Qué no me va a decir?

-Mi edad.

-¿Qué le pasó?

-Estando en la biblioteca universitaria, ¡ingenua de mí!, me dejé sobre la mesa, señalando la página del libro que leía, uno de esos estupendos portaminas alemanes carísimos. Me fui a las estanterías y, cuando volví, me encontré con que había volado el portaminas y en su lugar habían dejado ¡un lapicero completamente carcomido!

-¿Y?

-El mundo está salvaje.

-¿Dónde no va ya tanto como quisiera?

-Al balneario de Archena. Como no conduzco, porque jamás sentí atracción por ello, estoy muy limitada. Últimamente iba en el autobús de línea, pero como las hernias de disco cada vez se deterioran más, resulta que allí me relajaba de maravilla, porque el agua muy caliente es lo que mejor me va; pero de regreso, dando tumbos, perdía todo el fruto del relax conseguido.

-¿Qué sintió desde niña?

-Pasión por el mundo grecorromano. Me enamoré de Roma y de Grecia. Ay, sus valores que todavía perviven.

-¿Por ejemplo?

-Hablando de Grecia, el sentido de la democracia, la 'polis'. Hablando de Roma, el Derecho. Pero, claro, también una se da cuenta de que ese mundo tiene también un reverso. Porque Roma, sin una estricta disciplina, que además era feroz, no hubiera podido tener su expansión territorial ni hubiera podido extender el Derecho, y eso iba unido a la crueldad. Y Grecia, perdóneme por la expresión, era un mogollencete, porque allí cada 'polis' hacía lo que le daba la gana y estaban siempre enzarzados en luchas.

-¿Qué le pasa con las nuevas tecnologías?

-Me pasa lo siguente, verá: ni ellas me quieren a mí, ni yo las quiero a ellas. No nos atraemos, no hay 'feeling' entre nosotras. Han facilitado muchísimo la comunicación, qué duda cabe, pero corremos el peligro de ir hacia un mundo robotizado. Veo que el mundo se está robotizando. A mí me encanta dialogar en vivo y en directo, escuchar, ayudar si se tercia, reírnos juntos. No me gustan ni el mundo clónico ni las copias, nunca me han gustado. Ahora lo que se lleva es el clon: en las indumentarias, en los hábitos, en todo.

-Si se tercía, ¿qué?

-Si se tercia, ¡un buen martini! El martini es mi pequeño secreto.

-¿Con qué personaje real ha fantaseado alguna vez?

-¿En qué sentido fantasear?, porque una mujer puede tener fantasías diversas...

-En el sentido de que sé, por ejemplo, que siente fascinación por Charlton Heston.

-¡Adoración, siento adoración por él! Le veía y le sigo viendo como una imagen muy atractiva de la virilidad, aunque reconozco que quizás pueda resultar hoy un poco seca para las nuevas generaciones. Acuérdese de 'Cuando ruge la marabunta' [dirigida por Byron Haskin en 1954]; ahí es un duro excesivo que roza casi el desprecio y la crueldad. Me gusta ese tipo de hombres recios, viriles, con esencia masculina, algo que no tiene por qué estar reñido con la ternura. Mire, y no me gustaría que me viese usted como una frívola, a mí George Clooney no me dice nada, nada de nada, absolutamente nada. Otro que tampoco, Brad Pitt. Son hombres agraciados, pero...

-¿No le hacen vibrar?

-Pues no, no me hacen vibrar.

-A veces, ¿qué le gustaría hacer?

-Mandar a freír monas a quienes veo que, a las mujeres, intentan mandarnos, dominarnos. A muchos hombres les gusta llevar la batuta, les gusta un poco de morería y que la mujer no diga nunca la última palabra, ni ponga la última coma. ¡A freir monas!

-¿Lo ha tenido más complicado por ser mujer?

-Pues sí, la verdad, pero en esto depende de con quién te topes, claro. No tengo nada contra el género masculino; incluso, en proporción, me llevo mejor con ellas que con ellos, pero hay algunos de los que mejor ni acordarse, ¿para qué?

-¿Enfadada es tremenda?

-Tanto no, pero me puede salir el carácter celtíbero [nació en Zaragoza]. Ellos sí que eran tremendos, ¡a los ejércitos romanos los querían matar a pedradas!

-¿Qué es una verdad verdadera?

-Que la vida humana es sagrada.

-¿Qué le inquieta?

-La imagen de toda esa gente que lo ha perdido todo, en una u otra guerra y que, desplazada de sus casas, puede andar errante, exiliada, años y años hasta la muerte.

-¿Qué le chifla?

-Las 'Confesiones' de San Agustín.

-¿Qué nos pasa hoy?

-Que ahora, cegados por otras cosas inútiles, ya no sabemos utilizar bien los cinco sentidos. Es necesario ver al otro, escucharlo, tocarlo, olerlo... Si dejamos de sentir al otro, las pequeñas catástrofes cotidianas, como la desnutrición infantil, van dejando de importarnos.

-¿Cómo era usted antes de llegar a Murcia?

-Una persona un poco solitaria, una mujer de libros muy feliz con mi trayectoria universitaria: con mis viajes, mis bibliotecas, mis becas... Pero llegué a Murcia, destinada a la UMU, y encontré a la persona adecuada para formar una familia. [Pedro Segado, también profesor de la UMU].

-¿Qué respeta pero no entiende?

-Yo creo que hay una edad biológica para la maternidad. Veo a madres, y también a padres, que parece los 'yayos' de sus hijos. Los respeto, porque el respeto es la base de la convivencia, pero pienso que quizás pueda suceder que, si sus hijos llegan a graduarse algún día en este mogollón confuso de las universidades que hay ahora, verán la graducación desde las nubes azules de arriba, ¿no?

-¿Qué es una suerte?

-Que seamos personas de carne y hueso. Ya le decía que huyo de las personas robóticas.

-¿Qué sigue siendo usted, aunque en menor medida?

-Traviesa, aunque por mi edad no puedo ir demostrándolo por la calle, ¿me comprende? De niña era traviesísima, tremenda. Soy una mujer vitalista y sumamente traviesa. Mis dos hermanas y yo hemos crecido con el deleite de los filmes de Tarzán. Siempre he sido, y sigo siendo, dinámica, aunque naturalmente la edad todo lo va aplacando un poco. Un poco o...

-Esto vuela.

-Sí, y últimamente soy más consciente de ello, pero no me da miedo ni me preocupa mayormente. Hay que ir aceptando las propias limitaciones y experimentar que cada etapa de la vida tiene su propia belleza. Pero, claro, el físico se va deteriorando y eso puede resultar duro. Creo que la belleza, y en especial la belleza física, es de las cosas más hermosas que nos ofrece la vida como contemplación y goce de los cinco sentidos. Contemplar la belleza física es como una inyección de vitalidad. Y con la edad se pierde, pero la belleza interior, si te lo propones, puede permanecer siempre.

-¿Cómo conseguirlo?

-Hay que tener sentido de la trascendencia, y echarse, a veces, en manos de esa providencia amorosa que yo creo que siempre nos cuida; ahora bien, nos cuida pero también nos están indicando, aun de modo silente, que no hagamos salvajadas.

-¿Qué ha sido para usted siempre un gran misterio?

-Por ejemplo, que por qué el Señor no quiso ser griego y ponerse a predicar en la Acrópolis. Pues no señor, el Señor quiso ser judío.

-¿Qué me dice de Obama?

-De Obama, que en una ocasión les mandé a mis alumnos comparar su primer discurso de investidura con el discurso panegírico que Pericles pronunció en honor de los primeros caídos en la Guerra del Peloponeso, naturalmente a través de la mente de Tucídides, que era un hombre muy inteligente. Y pudimos ver cómo, fragmento a fragmento, se habla de los mismos valores que, aunque luego sean evanescentes, calan mucho en la ciudadanía.

-¿Justifica el aborto en algún caso?

-En todos los casos defiendo la vida. La defiendo a ultranza, la vida no es algo que se pueda usar y tirar. Estoy del lado de los no nacidos, de los enfermos, de los inválidos, de los ancianos. Y a favor de ayudar a cualquier tipo de persona, porque lo que no podemos hacer es juzgar; ¿y sabe por qué?, porque no nos hemos visto en muchas situaciones de desesperación en las que a la gente se le puede pasar de todo por la cabeza. Defiendo, siempre, la acogida y besos, si se me aceptan.

-¿Qué no cultiva mucho?

-Mi vena pícara, que la tengo. Lo que no me gusta es lo soez, me puede. Huyo de lo soez, pero claro, todo lo propio de mamíferos, ¿me comprende?, puede resultar elegante según cómo se exprese. Por ejemplo, me encanta la literatura erótica de Catulo.

-Nerviosa, ¿qué le pone?

-Ir por la calle y ver cómo la gente anda pero no sabe transitar. ¡Dan unos golpes contra el suelo, qué golpes! Sobre todo en las rebajas, cargadas con las bolsas, van a tiro hecho. Y esto no es el monte, ¿somo urbanos o no somos urbanos? Van andando pero no transitan, que significa ir entre otros. Decir que van al trote, la verdad, resultaría demasiado elegante.

-¿De qué visión no se olvida?

-Como estoy completamente arrebatada desde hace muños años por Roma, a veces me gustaría morirme con la siguiente vista, aunque será lo que Dios quiera: la del Arco de Tito, en el Foro Romano, a la hora del crepúsculo, con esa luz rosácea tan especial; eso me ha hecho y me sigue haciendo llorar. Me viene una emoción que no puedo contener.

-¿Qué ha conseguido?

-No llevarme las preocupaciones conmigo a la cama.

-¿Tiene ángel de la guarda?

-Creo que sí, pero a veces se hace el remolón.

-A lo mejor porque no lo tiene usted contento.

-Puede ser, porque lo mimo poco.

-¿Y la cocina?

-No me atrae en absoluto. Es un arte que admiro mucho, y del que disfruto, pero que no practico. A veces he escuchado algún gritillo, dirigido a mí, del tipo '¿has puesto la sartén?'. Y en ese momento yo, y no quiero ser pedante, estaba en otro mundo, con los auriculares puestos, escuchando a Bach. Probablemente, en cuanto a las tareas del hogar, sea una mujer completamente deformada. Eso sí, tengo la suerte de vivir en una familia de varones que colaboran. Yo, las cosas de la casa, poco, poco.

-¿Qué hay más triste que tres tristes tigres lamentándose juntos?

-Me produce mucha tristeza, por ejemplo, el joven en toda su plenitud que no se da cuenta de los valores maravillosos que puede desarrollar en la vida. Y que está todo el día en ese mundo onírico de alcohol y de WhatsApp, donde además están machacando la lengua española, que es un tesoro. Me parece muy triste porque el futuro son los jóvenes.

-Hágame una confesión.

-Pues mire, aunque me llame bruta le diré que la literatura que ahora llaman 'best-seller', por norma yo no la leo jamás. No, no, y el caso es que no sé analizar por qué, pero no, no, no. Una persona de buena voluntad, que me tiene afecto, me regaló 'El código Da Vinci' [de Dan Brown ], y en la página 30 lo tiré al cubo de la basura.

-¿Qué piropo recuerda?

-Uno un poco pedestre: '¡La madre que te parió, qué gracia tuvo!' Ay.

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