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El rector de la Universidad de Murcia, en el jardín de su casa junto a su mujer.
«No soy el rector de Podemos»

«No soy el rector de Podemos»

Rector de la Universidad de Murcia

Antonio Arco

Domingo, 20 de julio 2014, 17:02

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He aquí un hombre que quiere, haciéndolas bien, cambiar las cosas. José Orihuela (Madrid, 1958), catedrático de Matemáticas y rector por sorpresa de la Universidad de Murcia (UMU), tenía por himno, durante su campaña, una canción de Fito & Fitipaldis: 'Antes de que cuente diez'. Es distinto. Anda leyendo, en el tiempo que no tiene, 'El nombre del infinito', un relato verídico de misticismo religioso y creatividad matemática. Persigue saber más.

-¿Es un revolucionario? [Llamó a los estudiantes a una 'revolución pacífica' y arrasó entre ellos.]

-No lo creo. Soy, por mi educación y porque me dedico a las matemáticas, muy riguroso. Es cierto que quiero cambiar las cosas que no funcionan, pero con todo rigor, sin la menor tontería.

-¿Estoy ante el rector de Podemos?

-No soy el rector de Podemos, ni de Podemos ni de ningún partido político. Durante el período electoral al Rectorado, incluso llegué a comprometerme ante notario a que yo no iba a utilizar mi cargo de rector para lanzarme a la política. Cuando el líder de Podemos [Pablo Iglesias] vino a Murcia, mi hijo, que es matemático igual que yo pero que está dedicado a la música, me dijo 'papá, ¿cómo no vas a ir al acto de Podemos?'. Y yo le dije, 'mira, Pepe, no puedo ir porque yo debo estar desvinculado de todo movimiento político porque, ahora, lo que hace falta es 'hacer universidad'. Él no lo entendió y ahora, cada vez que hay buenas noticias sobre Podemos, me recuerda que no fui. '¡Lo ves papá!', me dice. No hay ninguna vinculación con Podemos. Jamás he militado en ningún partido. Por lo que estoy es por un cambio profundo en la sociedad, que es muy necesario y cada vez más urgente.

-¿Y que no pasa por la derecha?

-¡Pero si están en el poder y no lo están haciendo, sino todo lo contrario! Yo ahí no estoy. Lo que defiendo es la ética, la honestidad, el esfuerzo, el interés general, la transparencia, el dar ejemplo.

-¿De qué?

-Pues, además de todo lo que le he indicado, también, por ejemplo, de que es mejor la valentía que la apatía y la conciencia que la indolencia.

-¿Y el 'miedo' que usted despierta qué le parece?

-Fue muy triste para mí, tras ganar las elecciones, constatar que habían dado de mí una imagen de diablo, de persona destructiva que venía a romper con todo. ¿Cómo es posible que se intentase vender esa imagen de mí? ¡Qué irresponsabilidad! Afortunadamente, enseguida se vio que no era un loco, porque se había dicho que yo era un loco. ¡Oiga, yo tengo un currículo detrás que ahí está para quien quiera verlo! Fue muy lamentable, y más teniendo en cuenta yo no soy hombre de infamias, ni de mentiras, ni de descalificaciones gratuitas.

-¿Lleva un calcetín de cada color?

-No. [Ni se inmuta.]

-Se lo digo por esa idea generalizada de que los matemáticos viven en su mundo, son muy despistados y no están hechos para las cosas de la vida cotidiana.

-Mire, ahora mismo hay siete rectores que son matemáticos. Las matemáticas son el lenguaje en el que, hoy por hoy, está escrita no ya solo la ciencia, sino abolutamente todo lo que nos envuelve. No somos locos, somos personas dedicadas al estudio y que tenemos la ventaja de haber desarrollado una gran capacidad de análisis muy rigurosa ante problemas de lo más variopintos.

-Y de despistes, ¿cómo anda?

-Si yo le contara... Cuando vivía con mis padres antes de casarme, tenía un perro, Bruno, al que sacaba todas las noches a pasear. Un día lo saqué y, cuando llegué al sitio donde siempre finalizábamos el paseo y regresábamos, ¡me di cuenta de que me lo había dejado en casa! Durante todo el trayecto fui con mis problemas en la cabeza y ni cuenta me di de que Bruno no estaba conmigo. Mi mujer me lo dice muchas veces: 'Ya estás en tu mundo; ¡bueno, pues hasta mañana!'.

-¿De qué tiene la fortuna?

-De vivir con una mujer [la abogada Isabel Cánovas] a la que adoro desde que cumplí los 16 años y me enamoré de ella. Qué curioso, incluso cuando sueño, muchas veces es con ella.

-¿Qué es verdad?

-Que yo estaba muy feliz con mi vida y que, por propia voluntad, me la he complicado. Acabo de decirle a una visita que me siento como una persona a la que han ingresado en la UCI, no tengo tiempo para pensar nada a largo plazo. El trabajo es tanto, son tantos los problemas, que te engullen por completo. Pero no es que me pille por sorpresa. Yo fui vicerrector [con Juan Roca de rector] de Planificación y de Profesorado, y eso me dio un conocimiento muy profundo de lo que era la universidad. Y, pese a que fue en una época de crisis, hicimos un buen trabajo que mucha gente nos reconoció y recuerda.

-¿Y por qué ha vuelto a tomar las riendas?

-Un grupo de personas pensamos que ya había demasiadas cosas que nos nos gustaban, y ese movimiento me dio pie a decir: '¡Pues, venga, vamos para adelante!'. Y aquí estoy. Yo siempre pensé que iba a ganar, que de imposible nada.

-¿A qué dice que no?

-A la falta de rigor, a la superficialidad, a la chapuza. Y al igualitarismo mal entendido. No todos somos iguales. Yo, por ejemplo, no puedo tocar el violín porque no tengo la menor habilidad para ello; y tampoco puedo, porque no llego, correr los cien metros lisos. Cada uno tiene sus capacidades y sus límites.

-¿Y qué no tiene?

-Nada que esconder.

-¿Hay un Más Allá?

-De momento no lo veo.

-¿Qué somos?

-Nada dentro de un universo inmenso.

-¿Qué se dice cuando está a punto de estallar?

-'¡Pepe, retente!'. A lo que no renuncio nunca es a decir las cosas con claridad. Las cosas, claras.

-¿Para qué es un negado?

-De pequeño, en todo sacaba diez menos en trabajos manuales. Para eso soy un auténtico desastre.

-¿Qué tal con el espejo?

-Hacía muchísimo que ni me acordaba de él, pero ahora lo utilizo algo más para ponerme la corbata. Mi espejo es mi mujer, que ya me está diciendo que tengo que cortarme el pelo.

-¿No le interesa a usted la apariencia física?

-No, nada. Recuerdo hace muchos años un congreso, en París, en el que daba una conferencia un matemático extraordinario y muy admirado, Jean Bourgain. Había un aula enorme, con una pizarra al fondo y muchísima gente esperándole. Estaba todo el mundo hablando, hasta que apareció Bourgain, cogió la tiza y empezó a hablar. ¡Qué silencio se hizo! ¿Y sabe qué pinta llevaba? Indescriptible, absolutamente desastrosa, yo no había visto a nadie en toda mi vida con una pinta ni parecida. Pero todo el mundo se calló. Lo que decía era lo importante, no su apariencia. Y eso es lo que quiero yo para mi universidad, que cuando la universidad coja la tiza, los demás se callen. Se callen para escuchar cosas serias, reflexionadas, sensatas, útiles, necesarias...

-¿Por qué no hay Premio Nobel de Matemáticas?

-Dicen las malas lenguas que porque la mujer de Nobel hizo sus cosas con un matemático, y claro...

-¿Qué no tolera?

-Que me roben el tiempo. Es lo único que tenemos todos igualmente repartido, y lo que hagamos con él es lo que al final somos. Intentan robártelo por todos lados, entretenerte con banalidades, con tonterías. Y yo me niego.

-¿Cómo se relaja?

-Con las matemáticas, que también son mi gran hobby.

-¿Qué no hace ya?

-Kilómetros en bicicleta, que antes hacía muchos. Dejé de hacerlo el día que un tráiler estuvo a punto de segarme; fue una señal y lo dejé.

-También dejó el tenis, ¿no?

-Sí, pero cómo disfruto, cuando puedo, viendo grandes partidos por televisión. Estuve en París en una final de Roland Garros entre Nadal y Federer. Qué ambiente, con todos los franceses deseando que no ganase Nadal, ¡pero Nadal ganó! Fui con mis dos hijos y con mi mujer. Me costó un pastón pero mereció la pena. Sentir cómo el himno que sonaba al final era el español, y la bandera que subían era la española, fue una gozada.

-¿Qué año fue?

-2006, 2007, 2008, 2009... un año de estos.

-Claro. Dice Sánchez Ferlosio: «Estamos dirigidos por ignorantes».

-Yo no les llamaría ignorantes, pero sucede que la gente más válida está en lo suyo y no en tareas de gobierno. Es lamentable ver el deterioro en que ha caído la política. Tuvimos políticos de gran talla.

-¿Se apuntaría voluntario a colonizar otros planetas?

-Claro que me apuntaría a colonizar otros planetas. Yo sí, sin ningún problema.

-¿Incluso sin billete de regreso?

-Incluso sin billete de regreso, sí, sí.

-¿Esperando qué?

-¡Conocer, saber! Me parece un viaje fascinante. Además, estoy totalmente convencido de que no somos los únicos en el Universo, porque sería una barbaridad pensar que tantas estrellas están ahí para que las miremos unos minutos por la noche, ¿no? Un viaje de esa naturaleza claro que lo haría, sin la menor duda.

-¿Monarquía o república?

-República.

-¿Qué planes tiene usted para este verano?

-Necesito ponerme a estudiar. Y eso haré los días que tenga libres.

-¿En qué confía?

-No me cabe la menor duda de que tengo un equipo, de mi total confianza, que tendrá mucho éxito. No vamos a fracasar, de eso estoy seguro.

-¿Qué fue una pena?

-Que se muriese Freddie Mercury, ¡fue un genio! Me encanta Queen.

-¿Quién más le encanta?

-De músicos, entre otros muchos, Chopin y Fito & Fitipaldis. Una canción de Fito, 'Antes de que cuente diez', fue un poco el himno inspirador de nuestra campaña.

-¿Qué piensa a veces?

-Que el móvil sonando todo el día es una gran maldición.

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