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Juanma Delgado, del UCAM, presionado por el murciano Pedro Alcalá.
El Girona pone a Salmerón en el disparadero

El Girona pone a Salmerón en el disparadero

La afición del UCAM pide la cabeza del almeriense, después de que el equipo se sintiera impotente

ANDRÉS CREMADES

Lunes, 14 de noviembre 2016, 00:09

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El UCAM volvió a perder en casa y se repitió la misma historia que contra el Oviedo. El Girona de Pablo Machín, que traía aprendida la lección y conocía al conjunto universitario a la perfección, construyó una tela de araña con la que impidió la salida de balón del equipo de Salmerón y no dejó funcionar arriba a un Vicente que apenas tuvo influencia en el juego. Kitoko no estuvo y Basha no lo superó en nada.

Con todo esto y con un Juanma Delgado peleando solo y sin oportunidades, se vivió un encuentro donde solo las acciones de Imaz tuvieron peligro en acciones aisladas. El Girona trabajó mucho en el centro, por arriba fue insuperable y brilló con luz propia un Alcalá al que no se le pudo apuntar ni un fallo. En cualquier momento se podía generar una acción de esas a las que el UCAM acostumbra. De hecho, el gol del Girona llega como frente al Oviedo, en un balón al centro del área que nadie despeja y todos miran a Longo marcar. No hubo para más ni para menos, unos no podían y los otros no querían.

Muy táctico, frío y con pocos espacios, fue el planteamiento tanto de Machín como el de José María Salmerón. El UCAM salió a tener el control del esférico, pero la posesión se la discutió el Girona con Pere Pons y Granell, que robaban y distribuían juego, buscando a un bullicioso Longo y, sobre todo, al rapidísimo Borja García. Aunque el UCAM fue el primero en acercarse al gol con una jugada por la banda derecha y con asistencia de Juanma a Jesús Imaz que ante René disparó al bulto, con lo que el meta gerundés paró el cuero.

Los catalanes eran un peligro en los últimos metros, sobre todo por los desmarques de ruptura de Longo, que en el minuto tres no aprovechó un centro de Borja García y terminó disparando fuera. El partido no era de los más bonitos que se han disputado en el viejo estadio de la Puerta de Orihuela. Nadie quería encajar y por esto nadie arriesgó. El UCAM, con su defensa de cuatro y Sergio Mora siendo el faro que daba luz a la línea de medios; el Girona hacia valer los 193 centímetros de Alcalá para no dejar nada que repelar por arriba.

El encuentro iba quemando minutos y las oportunidades no se producían. Góngora, capitán universitario, probó suerte desde unos treinta metros, pero su disparo se fue abriendo y terminó saliendo fuera. El UCAM no estaba cómodo, y la prueba de ello era lo rápido que se perdía el cuero y las imprecisiones que tenían en los pases. Kitoko apenas entró en juego y Sergio Mora no tenía abiertos espacios en ninguna dirección. En el minuto veinticuatro se produjo la oportunidad más clara de todo el primer acto con un balón por la derecha que le llegó a Borja García. Éste, en velocidad, se plantó ante Fernando disparando al lateral de la red. El partido se comenzó a abrir ya definitivamente.

Unos querían y no conseguían llegar con claridad y los otros comenzaron a tener la posesión y, además, a tener ocasiones claras. Como de nuevo la tuvo Alcalá en un córner lanzado desde la izquierda, que el central, por encima de todos, remató de cabeza alto por poco.

Salmerón volvió a hacer cambios de posición con Tito y Sergio Mora, pero el partido no atisbaba cambios. El juego plano destacaba con algunas acciones que se salían del guion, como la clara ocasión que tuvo Jesús Imaz, donde la salida a la contra por la banda izquierda, con Góngora y Vicente combinando, terminó en un centro al área donde Imaz, sin dejarla botar, disparó fuera. La primera mitad no dio para más.

Salmerón intentó tener más control en la medular, Kitoko fue sustituido por Basha y enseguida también entró Nono. Pero la fluidez seguía siendo nula, apenas había circulación de balón y todo eran arreones individuales o disparos lejanos de Góngora que, más que peligrosos, eran efectistas. Pablo Machín no había cambiado nada y seguía con el mismo discurso: balones al centro y esperar a tener alguna ocasión clara. En el minuto sesenta y dos llegó el tanto visitante. Granell metió un balón en parábola al área, nadie despejó y Longo tuvo tiempo de controlar y fusilar por bajo a Fernando, que no tocó y no pudo evitar el tanto. El gol dio una nueva dimensión al partido ya que Salmerón quemó sus naves metiendo a Collantes como último recurso.

Último arreón

El Girona, aunque no cambió su rombo en defensa, sí que dejó un hombre solo arriba y blindó la zona central del campo. Basha apenas aportaba y Juanma Delgado, muy apático todo el encuentro, apenas tenía peligro arriba. Nono tenía que rescatar balones en su campo y desde ahí iniciar el ataque. El UCAM se volcó gracias a la posibilidad de dominar propiciada por un Girona que solo defendía. Este escenario dio alas a los universitarios, que en los últimos minutos de juego se metieron en terreno gerundés y, por dominio y sobre todo por las subidas por banda de Nono y Collantes, llegaron en situaciones claras de gol.

Pero tampoco se materializaban en gol, sobre todo dos: una para Imaz, que no tenía su tarde y que disparó ajustado al palo un balón que consiguió sacar René, y otra de Nono que no aprovechó una asistencia de Collantes y que ajustó tanto el cuero que terminó saliendo fuera. El encuentro no dio para más y el Girona se llevó un partido calcado al que antes se había llevado el Oviedo de La Condomina, un campo que ayer cargó contra el entrenador Salmerón.

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