Un turista con su maleta. Joaquín Corchero / EP

Las maletas son focos de bacterias: así debes desinfectarlas después de cada viaje

El contacto del equipaje con lugares muy transitados puede propagar gérmenes y virus

María Ramírez

Domingo, 17 de noviembre 2024, 16:17

Una de las tareas que más se suele postergar al volver de las vacaciones es deshacer el equipaje. La realidad es que la gran mayoría no repara en que este proceso debería realizarse nada más regresar para evitar la propagación de gérmenes y virus. Al viajar, las maletas y los objetos que se llevan consigo entran en contacto con espacios que están muy transitados, como aeropuertos o estaciones de tren.

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En estos lugares, las ruedas y la tela tocan suelos sucios, bancos y otras superficies por las que pasan miles de personas a lo largo del día. Esto provoca que, aunque no se aprecie a simple vista, el equipaje arrastre suciedad y bacterias al hogar, lo que se traduce en un aumento del riesgo de infecciones respiratorias o cutáneas. Por ello, es crucial desinfectar cuanto antes las mochilas, bolsas de mano y accesorios personales que se han utilizado.

Maleta de tela

En primer lugar, hay que aspirar el polvo del exterior y del interior utilizando una aspiradora. Se recomienda utilizar un accesorio estrecho para llegar a todas las esquinas, rendijas y bolsillos. En el caso de que haya manchas, hay que pulverizar en las zonas afectadas con un quitagrasas y dejar actuar durante el tiempo que indique el propio producto.

A continuación, se humedece un trapo y se le agrega detergente. Este paño hay que pasarlo por toda la superficie frotando suavemente y, posteriormente, se aclara con otro trapo húmedo. Finalmente, se deja secar en un lugar ventilado para evitar que el material coja mal olor. De este modo, ya estará desinfectada y se podrá guardar en el armario hasta la próxima escapada.

Maleta rígida

En este caso, hay que tener mucho cuidado con el producto que se utiliza, ya que algunos limpiadores pueden dañar el acabado o quitar el color del material. Lo ideal es utilizar un trapo y humedecerlo con agua tibia para evitar el uso de líquidos abrasivos o demasiado concentrados.

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A continuación, hay que frotar suavemente sobre toda la superficie, prestando especial atención a las zonas con manchas o suciedad más persistente. Finalmente, se seca con un paño para que no coja humedad.

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