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Fragata. Botadura del buque 'Cristóbal Colón', construido por Navantia para la Armada española, en el Ferrol. KIKO / EFE
El gran negocio que España hace con la venta de armas

El gran negocio que España hace con la venta de armas

España bate su propio récord de exportación de armas al vender material por valor de 4.346 millones. La industria militar representa el 1% del PIB y da trabajo a 22.000 personas. Los pacifistas reprochan que Arabia Saudí sea un socio preferente

ANTONIO PANIAGUA

Martes, 29 de mayo 2018, 12:00

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Las armas son un buen negocio. Los fabricantes españoles de buques, aviones y explosivos han vadeado los rigores de la crisis internacionalizando sus mercados. Y han salido airosos del empeño. Los países de la UE y la OTAN, especialmente Alemania y Reino Unido, son los principales compradores, pero también estados políticamente convulsos como Egipto, o inmersos en conflictos abiertos, como Turquía, Ucrania, Irak o Arabia Saudí. Por segundo año consecutivo, España ha batido su propio récord de exportaciones de armas con unas ventas en 2017 de 4.346,7 millones de euros, un 7,3% más que en el ejercicio precedente.

  • Récord histórico Por segundo año consecutivo, España superó en 2017 su récord histórico de exportaciones de armamento, con 4.346,7 millones, un 7,3% más que en el ejercicio anterior. Al margen de la UE y la OTAN, el mejor cliente es Arabia Saudí, que incrementó sus pedidos en un 133% con un gasto de 270,2 millones. Alemania ha desplazado al Reino Unido como primer comprador, con 1.213 millones. Las exportaciones a países de la OTAN o la UE suman 3.154 millones y representan el 72,6%.

  • Balas Tras Arabia Saudí, el segundo comprador de munición española es Irak (33,3 millones de euros en balas). Le siguen los Emiratos Árabes Unidos (27,3 millones en bombas, granadas de mortero, cartuchos y torpedos), Marruecos (14,8 millones en granadas de mortero y munición antiaérea) y Túnez (11,4 millones en munición de artillería, cartuchos y granadas).

  • 1 % del PIB es lo que aporta la industria militar a la actividad económica. Es un sector que da empleao a 22.000 personas y que depende en gran medida del Estado. Las ventas de material policial alcanzaron 6,9 millones y fueron a parar a Omán (4,4 millones) y Túnez (2,6). Japón (6,1 millones), EE UU (5,8) y Ghana (4,2) fueron los mayores clientes de armas de caza y deportivas, que significan 48,9 millones en ventas.

La Europa comunitaria y los miembros de la OTAN acaparan el 72,6% de las ventas. Nada que objetar hasta ahí. El problema viene de que el 'lobby' armamentístico ha hecho de Arabia Saudí un cliente generoso que ha adquirido a España 270,2 millones de euros en armamento, lo que significa un incremento del 133%. El Ejecutivo ha prohibido ventas a Pakistán, Rusia, Irán y Libia, pero no ha puesto objeciones en cambio a la monarquía saudí.

«Por cada euro invertido en la industria, retornan dos y medio»

Dolores de Cospedal Ministra de Defensa

Desde mediados de la década de los 90, con el PSOE primero y después con el PP, los sucesivos gobiernos se han comprometido en la ayuda a la exportación y en el fortalecimiento de la industria nacional. Lo que para algunos es una política errónea que se paga a largo plazo, para otros es una bendición que aporta puestos de trabajo. «Por cada euro que se invierte en la industria de defensa, retornan a la sociedad civil dos euros y medio. Y la inversión en el presente es la mejor apuesta de futuro», dijo hace poco la ministra de Defensa, María Dolores González de Cospedal.

José María González, 'Kichi', alcalde de Cádiz y muy poco sospechoso de veleidades belicistas, dejó atrás su ideario pacifista para defender la construcción en los astilleros gaditanos de cinco fragatas de guerra para Riad.

La política del PP para conquistar nuevos mercados ha dado resultado. En virtud de esta decisión, nuestro país ocupa ahora el séptimo puesto en el 'ranking' mundial de ventas de armas al exterior, con una cuota cercana al 3% sobre el volumen global.

La campaña 'Armas bajo control', que llevan a cabo Amnistía Internacional (AI), Oxfam Intermón, Greenpeace y Fudipau, denuncia que no existe verificación de su uso y que en ocasiones el armamento acaba en la alianza de los países del Golfo e Irak, con el consiguiente riesgo de que contribuya a perpetrar violaciones del derecho internacional o que acaben en manos del Estado Islámico.

«No es lo mismo vender tomates que ametralladoras. El coste se paga»

Alberto Estévez - Amnistía Internacional

El último informe de las ONG subraya que, entre los principales compradores de armamento, Arabia Saudí ha desplazado a Egipto como primer cliente en Oriente Próximo. Riad adquirió a las empresas españolas armas por valor de 270,2 millones de euros, una partida en la que se incluyen un avión de transporte, repuestos para aeronaves, aviones no tripulados, granadas de mortero y munición de artillería.

Para el director de AI, Esteban Beltrán, este tipo de operaciones son ilegales por cuanto infringen las legislaciones española e internacional. No en balde, en 2015 los saudíes intervinieron militarmente en Yemen, el país más pobre del mundo árabe, a la cabeza de una coalición que luego fue acusada de cometer crímenes contra la humanidad. El conflicto de Yemen supone, según la ONU, la mayor crisis humanitaria del mundo, con al menos siete millones de personas al borde de la hambruna. Por ahora 5.000 niños han sido asesinados por los bombardeos saudíes en Yemen, metido desde hace tres años en una guerra que ha destruido las pocas y deficientes infraestructuras sanitarias. «Ahora en Yemen más del 85% de la población depende de la ayuda humanitaria. Mientras esto sucede, Arabia Saudí, que lidera la coalición que se enfrenta a los grupos armados de Yemen, está aumentando su importación de armas. Entre ellas figuran las procedentes de España, que, como firmante del Tratado de Comercio de Armas de 2014 y país sujeto a la jurisdicción propia y europea, está vulnerando la ley que impide vender armas a países de los que se sospecha pueden violar los derechos humanos», denuncia Paula San Pedro, portavoz de Oxfam Intermón.

Granadas en Yemen

No se trata de escrúpulos infundados. El lanzacohetes C90-CR, adquirido por Arabia Saudí, o las granadas Alhambra, compradas por Bahréin, han sido identificadas en territorio yemení. «Pese a ser uno de los primeros países signatarios del tratado, a efectos prácticos España no respeta su propia ley». Así, las exportaciones a Arabia Saudí se han triplicado, al menos en lo que se refiere a munición. De 34,7 millones de euros se ha pasado a los 90,1 de 2017.

Estados Unidos y Rusia protagonizan el 58% de las exportaciones de armamento. Muy por detrás se encuentran China, Francia, Alemania, Reino Unido, España, Italia, Ucrania y Países Bajos. En los últimos tiempos, China ha dado pasos de gigante en la carrera armamentística, al saltar de la sexta a la tercera posición en la lista. Aun así, se halla muy lejos de EE UU, que exporta un 33% del total mundial.

La industria militar española está integrada por unas 250 empresas que dan trabajo a 22.000 personas. Con todo, cuatro grandes compañías se reparten casi toda la tarta: Navantia (constructora de buques militares); Airbus Military (antigua EADS-CASA, fabricante de aeronaves); General Dynamics (antes Santa Bárbara, privatizada y ahora en manos de la multinacional estadounidense), e Indra, suministradora de alta tecnología y electrónica. Según Pere Ortega, del Centro Delàs de Estudios por la Paz y autor de 'El lobby de la industria militar española', el sector factura entre 6.000 y 6.500 millones de euros al año. La patronal eleva esta cifra a 10.700 millones de euros y dice exportar el 83% de sus productos y servicios.

Lo que es una buena noticia para los fabricantes de armamento no lo es tanto para Amnistía Internacional. «No es lo mismo vender tomates que ametralladoras», dice su portavoz, Alberto Estévez, que argumenta que muchas de las armas vendidas van a alimentar el polvorín de Oriente Próximo. «Al final es un coste que se acaba pagando en refugiados, misiones de paz, etc.», alega Estévez. «Tampoco es lo mismo vender corbetas a Australia, cosa que no nos preocupa demasiado, que a Arabia Saudí o Catar», remacha.

Si antes el principal cliente era el Ministerio de Defensa, con el inicio de la crisis empezaron los recortes, de modo que las empresas reorientaron su actividad hacia la exportación. «La mayor parte de las armas producidas en España se destina al exterior, para lo cual el Ministerio se emplea a fondo con agregadurías en 32 embajadas», apunta Ortega.

Para el experto, no es cierto del todo que el I+D+i militar se traduzca en aplicaciones en la vida civil. «Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, a Japón y Alemania se les prohibió tener Ejército propio e industria militar y, sin embargo, protagonizaron el llamado milagro económico. El coste del I+D es tres veces mayor en el ámbito militar que en el civil», aduce Ortega. Por añadidura, inventos como el ordenador y el transistor estuvieron confinados durante tres décadas al ámbito exclusivamente militar. El trasvase tecnológico sólo aconteció cuando el complejo militar extrajo todo su jugo a estas aplicaciones.

«La militar es una industria muy ineficiente en lo económico que genera una gran deuda al Estado, que se abstiene de realizar controles sobre los costes», destaca. La Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Aeronáutica y del Espacio (Tedae), patronal que agrupa a 78 sociedades, asegura, sin embargo, que la actividad del sector representa un 1% del PIB nacional. Es una industria que vive un momento floreciente. De hecho, su actividad ha crecido tres veces más rápido (10,2%) que el PIB nacional.

En Madrid y Andalucía se asienta el 80% de las empresas de defensa. El País Vasco concentra un 16%, mientras que en Cataluña se afincan importantes firmas, como Indra Sistemas, Cimsa o Expal, uno de los principales fabricantes de explosivos. Estados Unidos es el mejor cliente de los fabricantes catalanes, que también exporta a Emiratos Árabes, Ghana, Turquía o Marruecos.

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