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Centro neurálgico. Ricardo Lop posa con una de las escopetas que vende en el almacén de Castelserás desde donde distribuye sus productos a todo el mundo. Laura Uranga
El pequeño pueblo de España desde donde se venden muchas cosas que compras por Internet

El pequeño pueblo de España desde donde se venden muchas cosas que compras por Internet

Un tractorista creó hace 19 años un negocio de venta electrónica en un pueblo de Teruel. Su ejemplo cundió y por toda la comarca proliferan hoy empresas 'online'

JAVIER GUILLENEA

Lunes, 20 de noviembre 2017, 11:36

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Detrás de todo gran proyecto hay una frase excelente y este caso no es una excepción. La frase, breve y contundente, fue: «no jodas». La pensó en 1998 el panadero y tractorista Ricardo Lop justo después de descubrir en un cursillo de informática que millones de personas se conectan a internet todos los días. Lo siguiente que pensó fue otra frase: «A estos hay que venderles algo».

Llevado por esta reflexión, Ricardo puso en marcha de la nada una empresa de venta 'online'. Su éxito fue tal que la idea de montar negocios similares se extendió por todo su pueblo y después por la comarca del Bajo Aragón. Castelserás, una localidad turolense de 850 habitantes, es hoy el municipio de España con mayor proporción de comercios electrónicos y sus vecinos no le van a la zaga. Las poblaciones de la zona también están sembradas de este tipo de negocios.

La cifra

  • 850 son los habitantes que tiene Castelserás, el municipio de España que cuenta con más negocios de venta electrónica. Su alcalde, Javier García Calatrava, destaca que, a diferencia de otras localidades de Teruel, la suya no solo no pierde población, sino que la ha ganado. El ejemplo de este pueblo se ha extendido a toda la comarca

Volvamos al principio. Ricardo Lop, que se confiesa «un negado de las nuevas tecnologías», ya había decidido vender algo a través de internet, pero aún no sabía qué. No dejaba de dar vueltas al problema cuando tuvo una iluminación en la armería de su hermano en Alcañiz. «Encontré en la trastienda varios catálogos de productos, los abrí y resultó que eran de cuchillos, así que decidí venderlos. Se me ocurrió de milagro, lo mismo podían haber sido jamones», explica.

Nació de esta manera 'Aceros Hispania', una empresa 'online' que se dedica a vender por todo el mundo cuchillos, navajas de Albacete, sables, espadas de Toledo, armaduras, hachas, dagas, reproducciones históricas y de películas, así como carabinas, pistolas y revólveres de aire comprimido fabricados en España. Encontrarla es muy sencillo. Basta con teclear la palabra 'cuchillos' en el buscador Google. La primera entrada que aparece es la empresa de Ricardo.

Más frases excelentes. «Todo lo que se fabrica es porque alguien lo compra» o «bajar precios es algo que puede hacer hasta el más tonto, pero llevar una pistola de perdigones a Malasia tiene su aquel». Todo lo que dice Ricardo Lop se entiende, las suyas son sentencias incontestables, suenan a verdades como puños. Ese es el motivo por el que se ha convertido en una de esas personas a las que los demás llaman gurús de la nueva economía. A Ricardo se lo rifan asociaciones empresariales, cámaras de comercio e instituciones varias acostumbradas a organizar jornadas con 'working breakfast' incluido y protagonizadas por el concepto Emprendizaje, con mayúscula a ser posible.

Lo cierto es que emprender, emprendió, y no solo él sino su pueblo y alrededores. «Fue el precursor del comercio 'online', a medida que prosperaba iba diciendo a sus vecinos lo que podían hacer y unos y otros se han ido animando», indica Javier García Calatrava, alcalde de Castelserás, que, para no ser menos, ha creado una empresa de marketing digital. «La tenemos en la buhardilla de casa, damos servicios a negocios del pueblo y también de la comarca, que se ha subido al carro».

El contagioso optimismo de Ricardo alcanzó a sus vecinos, que empezaron a buscar algo que vender al resto del mundo. No necesitaban mucha infraestructura, bastaba con algún ordenador y un local donde almacenar la mercancía. Y era justamente esto último lo que sobraba en el pueblo. «Manuel, que vende suministros de impresora, está en la cochera de su padre», dice el alcalde. «Aquí todos tenemos una cochera», confirma Ricardo Lop. En ellas se alojan empresas que ofrecen por internet derivados del cáñamo, ropa, material ortopédico, alimentación artesana, juguetes o juegos de mesa. «El hijo del pregonero vende suministros de hostelería y su hermano, alfalfa».

Expansión

«En el pueblo hay ocho empresas de comercio 'online', lo que es mucho proporcionalmente, pero en el resto de la comarca hay más», afirma el alcalde de Castelserás. En localidades como Alcañiz, Calanda, Caspe, Alcorisa y Andorra se multiplican negocios que venden a través de internet artículos dispares. Sus propietarios, asegura García Calatrava, también tuvieron una frase fundacional. «Si Ricardo es capaz de vender cuchillos a todo el mundo, ¿nosotros por qué no?».

Esta fue la pregunta que le llevó al ingeniero informático Manuel Cruz a crear en la cochera de su padre Tiendatinta.com, especializada en vender por internet material de papelería y suministros de impresora. «Ricardo fue de los primeros en España en montar algo así. Él contaba su experiencia y nos fuimos pasando la idea unos a otros», dice.

Unos continúan, otros no. Manuel Cruz recalca que la de Castelserás y su comarca no es la historia de un conjunto de éxitos nacidos en un garaje. «Hay algunos negocios que han desaparecido, no todo es de color rosa. Hay que trabajar mucho». La crisis económica hizo mella en estas empresas, que tuvieron que adaptarse para no desaparecer. Tenían a su favor sus bajos costes de infraestructuras y, sobre todo, un arma que solo un pequeño pueblo puede poseer.

Cada uno la describe a su manera. «El mundillo de internet es complejo. Ninguno de nosotros somos lumbreras, individualmente sabemos poco pero entre todos sabemos un huevo», sostiene Ricardo Lop. Es un concepto que el alcalde explica de otra forma. «Aquí se ha creado una especie de clúster, en el pueblo se han desarrollado sinergias entre los vecinos y el aprendizaje de unos revierte en el aprovechamiento de otros». «En la calle estamos continuamente hablando del negocio con los demás; nos contamos lo que nos ha funcionado y lo que hemos hecho mal para que los otros no lo repitan», afirma Manuel Cruz.

El momento culminante se produce cada varios sábados, cuando los empresarios del pueblo y algunos llegados de los alrededores se reúnen en la cafetería a primeras horas de la mañana. Allí, en torno a una mesa, se dedican a diseccionar sin piedad la web de uno de los presentes. «La destripamos y sacamos todos sus defectos, tienes allí a once personas que te están dando desinteresadamente su opinión. Cuando pillaron la mía me fui con tres folios llenos de sugerencias», recuerda Ricardo Lop.

La pujanza de los negocios 'online' ha obrado un pequeño milagro demográfico en Castelserás. «No solo no perdemos población sino que la hemos ganado», afirma complacido Javier García Calatrava. Lo que no ha logrado es llenar las calles del municipio de señales de bonanza económica. No hay coches caros, ni grandes mansiones, ni ese tipo de bienes que se les suponen a los millonarios. «En los pueblos agrícolas sabemos que en el trabajo puede haber beneficios o pérdidas. Ahora vivimos una temporada buena pero vendrá otra mala, hay que guardar para cuando lleguen las vacas flacas», asegura Manuel Cruz.

De momento todo va bien, incluso el turismo. A la buena imagen del pueblo gracias a su iniciativa en los negocios se le unen las consecuencias del márketing de guerrilla que a Ricardo Lop tanto le gusta hacer.

Un día, en plena refriega de los políticos en una campaña electoral, se le ocurrió clavar en una piedra del río una espada a la que llamó Españalibur. «Se la encargué al herrero, la clavamos y llamamos a todos los candidatos para que vinieran aquí a intentar sacar la espada. El que lo lograra sería presidente. El día elegido no apareció ningún político, pero sí Ana Rosa Quintana y desde entonces vienen por aquí miles de personas para ver a Españalibur. El del bar de al lado está encantado», ríe Ricardo, que no puede evitar despedirse con una más de sus verdades como puños. Cuando se le comenta que es una suerte tener la oficina a dos minutos andando desde casa, él recuerda que esta cercanía tiene como lado negativo «trabajar a todas horas, hasta los domingos». «Somos más esclavos que el copón», sentencia.

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