Pinos sin raíces
El Gobierno 'condena' a la tala a tres tipos de árboles que llevan siglos en Españapor ser «especies exóticas invasoras» y después rectifica
INÉS GALLASTEGUI
Jueves, 13 de diciembre 2018, 11:15
Pongamos que a un español de toda la vida, con varias generaciones de ancestros en la piel de toro, lo intercepta un día la Policía, le pide los papeles y ordena su inmediata expulsión del país, acusado de representar un peligro para la convivencia. Extraño, ¿no? Pues es lo que les ha pasado a tres especies de pinos que, pese a llevar miles de años en la Península Ibérica, son considerados 'inmigrantes sin papeles' por la Administración central, que ha decretado su eliminación y el arranque de sus raíces en las zonas litorales. La decisión, que el Gobierno atribuye ahora a un «error», ha causado indignación entre los expertos e incluso se ha iniciado una campaña para que el premio IgNobel -que distingue estudios científicos inusuales o ridículos- le sea concedido al Ministerio de Transición Ecológica.
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«Las superficies de montes naturales de 'Pinus pinaster' (resinero) superan más del medio millón de hectáreas, las de 'Pinus halepensis' (carrasco), las 300.000 y las de 'Pinus pinea' (piñonero), más de 100.000. Estas 'especies exóticas invasoras' han debido estar invadiendo superficie desde hace muchos miles de siglos», señala con sorna en su portal de información el colectivo de ingenieros de montes Distrito Forestal. Es decir, casi un 5% de la superficie arbolada del país (18 millones de hectáreas) está poblada por estos árboles de forma natural. Entre los ejemplos de dunas fijadas por masas naturales de estas especies, estos especialistas citan las de Portillo e Íscar (Valladolid), en el interior, y las de Doñana, Sanlúcar de Barrameda o Puerto Real (Huelva y Cádiz), en la costa.
Pero además estos árboles han sido utilizados desde hace más de cien años por los servicios forestales para fijar dunas móviles que amenazaban cultivos, carreteras y poblaciones, ya que sus raíces, a diferencia de las plantas anuales, son lo suficientemente profundas y fuertes como para sujetar los arenales 'vivos'. «Con más de un siglo, los valores ecológicos de estos pinares fueron reconocidos al ser incluidos en la Red Natura 2000», recuerda Gregorio Montero, miembro del grupo y uno de los mayores expertos españoles en selvicultura. Y estos bosques, fruto de la intervención humana, son los que el informe encargado por el Ministerio considera peligrosos y aboga por eliminar. A su juicio, el argumento de que estos árboles son extraños que amenazan su hábitat porque sus semillas germinan y arraigan en la arena es absurdo. «Con ese criterio todas las plantas capaces de germinar en las dunas serían invasoras», apunta.
Casas amenazadas
La sentencia condenatoria contra los pinos se llama, en realidad, 'Plan de control y eliminación de especies exóticas invasoras de sistemas dunares' y lleva adjuntas 25 fichas con las más comunes de esas plantas. La número 19, relativa a los tres pinos citados, incluye un mapa en el que se aprecia que masas de estos árboles se extienden a lo largo de todo el litoral español, sin excepción. Y se recomienda «su eliminación solo en el caso de que no se trate de formaciones naturales o cuando interfieran con otros hábitats naturales». ¿El método? «La tala. Es conveniente el arranque con maquinaria de todo el cepellón».
Los expertos se llevan las manos a la cabeza. «Una medida pionera en el mundo que estamos seguros será agradecida por los ayuntamientos de Rosas y Torroella de Montgrí (Gerona), Guardamar de Segura (Alicante) o Barbate (Cádiz) cuando sus vecinos puedan volver a ver sus cultivos y casas amenazados», ironiza el ingeniero de Montes José Miguel Sierra, en alusión a las masivas repoblaciones arbóreas que fijaron las dunas de esos municipios a finales del siglo XIX y principios del XX.
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Quizá alentado por la tradicional animadversión de los ecologistas hacia los pinares de repoblación, el informe se elaboró en 2011, año en el que el socialista Zapatero cedió el Gobierno al popular Rajoy. Parece que, con el regreso del PSOE a La Moncloa, alguien desempolvó este plan y decidió reciclarlo en 2018. Fuentes ministeriales aseguran que la declaración de los pinos entre las especies exóticas fue «un error» y que, por algún motivo, un informe de la Dirección General de Costas acabó publicado en la página web del Ministerio. Pero lo cierto es que la información seguía colgada hace unos días.
Por todo el país
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900.000 hectáreas ocupan en España las masas naturales de pinos resinero, carrasco y piñonero. Si se suman los bosques de repoblación, la superficie es mucho mayor.
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Exóticas en dunas Mimosas, pitas, uña de gato, onagra, chumbera, hierba de la pampa, vinagrillo, espartina, campanita de playa, grama americana, zamarraga, tabaco moruno y pennisetum son otras especies típicas de las dunas que el plan ministerial considera «exóticas invasoras».
El hostigamiento a los pinos vernáculos es aún más llamativo si se tiene en cuenta que el eucalipto, un árbol de origen australiano que llegó a la Península Ibérica de la mano de un misionero gallego en 1860, no es considerado especie exótica invasora: el anterior Gobierno rechazó esa clasificación alegando que se trata de una especie controlada y adaptada a su entorno. Y muy rentable para el sector de la madera y el papel, todo hay que decirlo. Según Greenpeace, que considera estas plantaciones un problema para el medio ambiente, hay unas 760.000 hectáreas de masas «puras y mixtas» de eucaliptos, sobre todo en Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco.
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El mayor pinar de dunas en Francia es de repoblación
España no es el único país en el que los pinos han servido para fijar dunas móviles. El bosque más extenso de Francia, el de las Landas (costa suroeste), con casi un millón de hectáreas, es fruto de una gigantesca intervención estatal sobre lo que antes fue una ciénaga estéril y foco de plagas. Ya en la Edad Media, los peregrinos del Camino de Santiago narraban las penalidades de caminar por esa región llena de maleza, sin caminos, que se inundaba cuando llovía y donde las piernas se hundían hasta la rodilla en arena húmeda; por eso los pastores locales usaban zancos. La fijación de las dunas comenzó en 1817 y, una vez seco el terreno, 40 años después se repobló masivamente con 'Pinus pinaster'. Así se detuvo el movimiento de la lengua de arena que amenazaba las poblaciones vecinas, se crearon tierras fértiles, se construyeron vías y se erradicó la malaria. La duna de Pilat, vestigio de la época, es la más grande de Europa. Hoy es una de las zonas más turísticas del país.
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