Secciones
Servicios
Destacamos
LUIS ALFONSO GÁMEZ
MADRID
Lunes, 16 de abril 2018, 09:18
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
. La energía que los machos de algunas especies destinan a hacerse notar y atraer a las hembras les reporta beneficios a corto plazo, pero puede costarles a la larga muy caro. A ellos y a sus congéneres. Según un estudio que publican en 'Nature' investigadores del Museo Nacional de Historia Natural (NMNH) del Instituto Smithsoniano, la inversión de los machos en características que los hagan más atractivos para las hembras puede acabar llevando a su especie a la extinción si algo cambia en el entorno.
Las diferencias físicas entre sexos son algo común. Sirven a los machos para garantizar la continuidad de su linaje. Ejemplos extremos del llamado dimorfismo sexual son el pavo real, cuyos machos tienen una espectacular cola y las hembras no, y el elefante marino, con machos que duplican la longitud y cuadruplican el peso de las hembras. Algunos científicos habían especulado con la idea de que, en casos como esos, el derroche de recursos pudiera hacer que le faltaran a la especie para enfrentarse a crisis de supervivencia. Ahora, el paleontólogo Gene Hunt y sus colaboradores han probado que es así.
Los científicos han centrado su estudio en los ostrácodos, unos crustáceos con aspecto de camarones y un caparazón de dos valvas que no superan los 2 milímetros. Existen desde hace unos 450 millones de años y sus fósiles permiten identificar a machos y hembras y, por tanto, determinar cuán marcado es el dimorfismo sexual: los caparazones de los machos son más alargados para acomodar sus órganos sexuales. Cuanto más grandes sean los órganos sexuales del macho, más esperma producen y aumentan las oportunidades de éxito reproductivo individual, explica Hunt.
El paleontólogo y sus colaboradores estudiaron las grandes colecciones de estos fósiles del NMNH y las universidades del Sur de Missisipi y Estatal de Luisiana para ver si las especies de ostrácodos con un dimorfismo sexual más fuerte son más vulnerables a los cambios en el entorno. Al examinar más de 6.000 individuos de 93 especies de finales del Cretácico -entre hace 85 y 65 millones de años-, comprobaron que algunas vivieron durante todo ese periodo mientras que otras solo unos cientos de miles de años y que el tamaño de los machos parecía ser decisivo para la longevidad de la especie. «Cuando son más grandes y alargados que las hembras, esas especies tienden a no durar tanto en el registro fósil», ha dicho Hunt. Ese riesgo de que, cuanto más recursos se destinen a la reproducción, menos habrá disponibles para superar circunstancias cambiantes, debería tenerse en cuenta en los esfuerzos por conservar especies en peligro, advierten los autores.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La hora que separó a una madre y su hijo de morir juntos en Palencia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.