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La planta de Aceites y Energía Santamaría de Lucena, en Córdoba. r. c.
Lamparones en la nómina

Lamparones en la nómina

CC OO denuncia que una empresa olivarera de Córdoba niega una subida a sus empleadas porque el convenio solo hablaba de «trabajadores»

INÉS GALLASTEGUI

Miércoles, 6 de junio 2018, 13:55

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No decían algunas feministas que el plural genérico excluye a las mujeres? Pues va a ser verdad. Una empresa oleícola de Lucena se agarra a esa disquisición lingüística para no pagar los atrasos a las tres únicas mujeres de su plantilla, alegando que en el convenio colectivo la subida salarial solo se estableció para «los trabajadores», no para «las trabajadoras», según ha denunciado Comisiones Obreras. A la Real Academia Española (RAE) le cayó ayer un chaparrón de insultos por sugerir que las empleadas de la firma cordobesa están pagando el pato por el desdoblamiento «artificioso e innecesario» de los dos géneros que promueven un sector del movimiento por la igualdad y algunos actores políticos.

La decisión de Aceites y Energía Santamaría SL parece una broma pesada. En diciembre se aprobó el convenio del sector provincial de industrias del aceite para el periodo 2015-2019, que incluía un incremento salarial del 1,5% con carácter retroactivo a partir del 1 de enero de 2017. Pero a día de hoy las empleadas son las únicas que no han recibido en sus nóminas el aumento de los últimos 17 meses, asegura el sindicato.

Las reacciones a esta burda discriminación por razón de sexo no se hicieron esperar. Los secretarios generales de CC OO, Unai Sordo, y UGT, Pepe Álvarez, afirmaron ayer que el empresario es «un sinvergüenza y un golfo» y no descartaron que esta decisión «surrealista» sea una forma de hacerse publicidad. Una de las primeras preguntas que tendrá que responder el Gobierno aún en formación será la de la diputada Eva García Sempere (IU), que quiere conocer su valoración sobre este escándalo.

Como argumento jurídico, cuestionar la existencia del plural masculino con valor genérico tiene las patas muy cortas y la excusa no servirá en los tribunales: sencillamente, un convenio colectivo no puede establecer salarios distintos para unos y otras, porque eso atentaría contra varias leyes y la propia Constitución.

A saber

  • Lenguas románicas En español, francés, italiano y portugués, el masculino plural tiene valor genérico.

  • Manual de Andalucía El lenguaje 'inclusivo' propone desdoblar los sustantivos, pero también usar colectivos y fórmulas neutras que son correctas: 'quienes aspiren' (en vez de 'los aspirantes'), 'la población andaluza' ('los andaluces') o 'alumnado' ('los alumnos').

  • Francia zanja el debate El desdoblamiento llevado hasta sus últimas concordancias produce discursos absurdos: «Los y las señores y señoras empleados y empleadas se dirigirán solícitos y solícitas...». La Academie Française zanjó el debate de un plumazo y el Gobierno galo advirtió en 2017 que el Estado «debe adecuarse a las reglas gramaticales y sintácticas, por razones de inteligibilidad y de claridad».

Tiene más recorrido el debate lingüístico. La Academia de la Lengua contribuyó a echar leña al fuego con un tuit desde su cuenta @RAEinforma: «Quizá la insistencia en afirmar que el masculino genérico invisibiliza a la mujer traiga consigo estas lamentables confusiones». «Rancios», «machistas», «misóginos» y «guardianes del patriarcado» es de lo poco que se puede rescatar sin reproducir términos vulgares. «Según la RAE -interpretaba libremente un usuario-, la brecha salarial es culpa de las feminazis».

La Academia -formada por 38 varones y 8 féminas- lo ha dicho por activa y por pasiva en los últimos años, desde que desdoblar los sujetos -'los niños y las niñas', 'los españoles y las españolas'- se convirtió en mandamiento de cierto feminismo. Ayer ningún portavoz quiso hacer comentarios, pero desde su cuenta en la red del pajarito insistieron: «El masculino gramatical tiene la facultad de servir como forma inclusiva en contextos genéricos o inespecíficos y de denotar colectivos mixtos; por ello, en esos casos, se refiere tanto a hombres como a mujeres». Fue predicar en el desierto.

«Nosotras, las 'miembras'»

La institución lleva años oponiendo el rigor de las reglas del castellano a los intentos feministas por «visibilizar» a las mujeres, aunque para ello haga falta torturar un poquito a la gramática. Todo comenzó con el 'miembras' de la socialista Bibiana Aído en 2008. Irene Montero, que hace poco la remedó con su 'portavozas', utiliza el 'nosotras' (igual que la CUP) para hablar de su formación, llamada ahora Unidas Podemos. La pionera en ponerle sello oficial al lenguaje no sexista, la Junta de Andalucía, logró lo que parecía imposible: hacer aún más largas, tediosas y reiterativas las disertaciones políticas. Y aún no está todo dicho: el minoritario 'tercer sexo' exige una terminación en 'e' en adjetivos, pronombres y sustantivos ('Elle está contente') para quien no se sienta ni masculino ni femenina.

El contestador automático de CC OO de Córdoba tiene grabado este mensaje: «En este momento, todas las compañeras estamos ocupadas». ¿Una plantilla 100% femenina? No. Lenguaje 'inclusivo'.

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