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Trabajadores en una oficina. Fotolia
¿Y si el jueves fuera viernes?

¿Y si el jueves fuera viernes?

¿Funcionaría algo así en España?

ANTONIO CORBILLÓN

Viernes, 5 de octubre 2018, 11:34

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Una persona positiva (con su vida) es un trabajador más productivo. Es la conclusión que se extrae del enésimo informe aportado en los últimos días al debate sobre conciliación de la vida laboral y familiar. ¿Seríamos mejores trabajadores si 'ficháramos' cuatro días a la semana y estiráramos el fin de semana hasta los tres días? La respuesta de la Escuela de Negocios Saïd de la Universidad de Oxford es claramente afirmativa.

Sus expertos analizaron a 5.000 empleados de la gigantesca British Telecom durante seis meses. Entre los que trabajaron solo cuatro jornadas mejoraron las ventas, hubo menos absentismo y trataron mejor a los clientes. Eran cambios que se percibían «de una semana para otra, la felicidad se relaciona positivamente con la productividad», concluye el director del estudio, el profesor Jan-Emmanuel De Neve.

El pasado verano, la empresa Perpetual Guardian de Nueva Zelanda dio a sus 250 trabajadores la posibilidad de elegir su horario semanal. Fue un éxito absoluto. El 78% se acogió a ello. Bajó el estrés y mejoró la producción. El Gobierno del país austral estudia llevarlo a otros ámbitos. Los sindicatos ingleses y alemanes negocian ya jornadas de 28 horas semanales.

¿Funcionaría algo así en España? Cuando Mariano Rajoy anunció en la campaña electoral de 2016 que uno de sus objetivos era que «cerraran todas las oficinas a las 18 horas», nadie se lo tomó en serio. Tenía razón en algo: antes que modificar la jornada semanal habría que atacar la diaria.

«España no está preparada»

Somos el país occidental que se levanta y acuesta más tarde para todo. La Oficina Europea de Estadística (Eurostat) confirma que una parte importante de los españoles trabajan hasta las ocho de la tarde.

La Comisión para la Racionalización de Horarios Españoles (Arohe) trabaja en ello desde hace años. «No creo que España esté preparada para una jornada de cuatro días. Estamos dos pasos por detrás del resto de Europa. Lo que hay que hacer es trabajar cinco días pero bien trabajados. Y acabar a las cinco o seis de la tarde», resume el presidente de Arohe, José Luis Casero.

Al menos, su organización ha logrado que el Congreso de los Diputados creara el pasado mes el grupo de expertos que deberán asesorar sobre el rumbo futuro de las políticas oficiales respecto a los horarios. «No tenemos un problema de jornada respecto al número de horas semanales o anuales, sino de cómo las distribuimos», remarca el responsable del Grupo de Trabajo sobre Mercado Laboral del Círculo de Empresarios, Íñigo Sagarduy. En este sentido, reclama una visión global más allá del calendario. «Reducirlo todo a horario se queda corto si no tocamos otros ámbitos. ¿Qué pasa con los horarios escolares, los de comidas y hasta el 'prime time' de los programas más vistos en televisión?», se pregunta Sagarduy.

'Atado' al puesto de trabajo

Lo que ocurre es que todo parte de lo que el profesor de Ingeniería de Organización y Administración de Empresas de la Politécnica de Madrid, José María Fernández-Crehuet, llama «mala planificación empresarial». Con el añadido de unas tasas de paro que duplican a las europeas y que hacen que «todo el mundo luche por permanecer en el puesto de trabajo. Es un presentismo que cuadra poco con el objetivo de semanas laborales más cortas».

-¿Y concentrar la jornada actual en esos cuatro días?

-Tampoco creo que sea una buena solución. Todos los estudios confirman que la curva de productividad baja a partir de las ocho horas. Lo ideal sería trabajar por objetivos, no por horarios.

También desde la patronal CEOE hay bastante escepticismo. «Sería muy complejo generalizar y hay muchas actividades en las que la concertación es casi imposible. Tiene más futuro intentar dar más flexibilidad. Pero regular esto por ley no tendría mucho sentido», defiende el responsable del Relaciones Laborales de la CEOE, Jordi García Viña.

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