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Jamón en una charcutería. Javier Carrión / AGM
«El jamón de york no existe»: la advertencia de dos expertas que hay que conocer

«El jamón de york no existe»: la advertencia de dos expertas que hay que conocer

Aunque mucha gente lo desconoce, el jamón York no es un producto en sí mismo

LA VERDAD

Miércoles, 26 de septiembre 2018, 14:16

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Dos divulgadoras se han hecho virales con una divertida charla en la que recogen las dudosas estrategias de márketing que se usan para vender productos de alimentación que contienen ingredientes que no se quieren dar a conocer a los consumidores.

Las expertas en cuestión son Gemma del Caño, farmacéutica, y Marían García, nutricionista. Intervinieron en la última edición de 'Naukas Bilbao', uno de los mayores eventos de divulgación científica en España, contando con toques de humor los pequeños engaños que se cuelan en las etiquetas del supermercado, como ocurre, por ejemplo, con el jamón York.

Y es que, aunque mucha gente lo desconoce, el jamón York no es un producto en sí mismo. El nombre tiene su origen en un carnicero de esta ciudad inglesa que empezó a ahumar las piezas de carne, aunque en realidad poco tiene que ver con lo que en España conocemos por ese producto.

Así, las dos expertas explicaron que la etiqueta 'York' se usa como una especie de artimaña porque no existe una regulación clara sobre el asunto. «Cuando aparece la palabra york suele significar que solo tiene un 50% de jamón», explica Marián García, que epone como clave conocer las tres categorías existentes en este tipo de producto: jamó cocido extra, jamón cocido y fiambre.

Jamón cocido extra es el que contiene entre un 80-90% de jamón, mientras que el que no lleva la palabra 'extra' se sitúa en un 70-80% de carne. El de menos calidad, el de fiambre o de pavo, tiene alrededor de un 50% de jamón. El resto de ingredientes son féculas, agua y otros que usan, entre otras cosas, como conservantes.

Así, estas dos expertas recomiendan siempre leer con atención la lista de ingredientes que aparecen en las etiquetas y no fiarse de los títulos de los productos que pueden estar ahí para generar confusión en el consumidor, como pasa con el queso rallado que no es queso o muchos otros productos como los zumos o el pan de molde.

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