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Expresidentes SA

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Obama acaba de cobrar 400.000 dólares por una conferencia de 25 minutos. Sigue un lucrativo sendero en el que Clinton es maestro. Charlas y asesorías de empresas son las principales fuentes de ingresos entre los exmandatarios de todo el mundo

JOSEBA VÁZQUEZ

Jueves, 5 de octubre 2017, 12:07

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Pocos días después de abandonar la Casa Blanca el pasado mes de enero, con el semblante relajado y feliz de quien acaba de liberarse de una pesada carga, Barack Obama anunció al mundo sus intenciones más inmediatas. «Creo que necesito dormir unos cuantos días. Además, le he prometido a Michelle unas buenas vacaciones y mis hijas están creciendo, por lo que quiero aprovechar ese último período en familia antes de que se vayan de casa». Por este motivo el clan decidió no abandonar Washington hasta que Sasha, la hija menor, de 16 años, se gradúe el año próximo en el instituto. El expresidente y su familia vivirán en una lujosa casa de nueve habitaciones y ocho cuartos de baño ubicada en el exclusivo barrio de Kalorama, donde los alquileres mensuales oscilan entre los 22.000 y los 50.000 dólares.

Respecto a las vacaciones con Michelle, el matrimonio ha realizado varias escapadas, la más conocida la que les llevó hasta isla Mosquito, un paradisíaco retiro en la Islas Vírgenes Británicas propiedad de Richard Branson, el dueño de la Virgin. Obama tuvo allí ocasión de practicar deportes náuticos, lo que por seguridad no pudo hacer durante su mandato. Una vida de película, en fin, en la que, además del ocio, queda tiempo para realizar actividades que proporcionan pingües beneficios. El primer presidente afroamericano en la historia de Estados Unidos acaba de ofrecer una lucrativa conferencia en una empresa de servicios financieros de Wall Street. 25 minutos de charla y respuesta a unas pocas preguntas de los asistentes por... 400.000 dólares (340.000 euros). ¿Es una barbaridad? Objetivamente sí. ¿Una cifra inusual? Ni mucho menos.

El imperio Clinton

Generalmente, las tarifas de los grandes líderes mundiales son inferiores, pero las hay también muy superiores. Depende del quién, dónde y cómo. El propio Obama puede cobrar cerca del millón si tiene que desplazarse a hablar a un país asiático, pongamos por caso. Y no es el récord. Mucho antes de su salto a la política, en 2006, el lenguaraz Donald Trump se embolsó 1,5 millones de dólares por un discurso en una escuela para adultos de Nueva York. Un año más tarde, el exvicepresidente de Estados Unidos Al Gore facturó 480.000 euros por dos apariciones en Tenerife. «Hay que tener en cuenta que estas personalidades suelen ir acompañadas de un equipo de hasta seis o siete personas y si hay que sumar un viaje transoceánico y el alojamiento, la tarifa se encarece mucho», explica a este periódico Daniel Romero-Abreu, el presidente fundador de Thinking Heads, una consultora dedicada a facilitar «plataformas de influencia para que nuestros clientes operen con éxito en el mercado de las ideas». Esta firma, con despachos en Madrid, Miami y Medellín, gestiona en exclusiva las apariciones públicas de, por ejemplo, los expresidentes socialistas Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. También ha trabajado ocasionalmente con José María Aznar. «Las tarifas también varían en función de las modas -añade Romero-Abreu-. Ahora en Estados Unidos está de actualidad Obama porque es el presidente saliente. Luego vendrá otro y antes estuvo Bill Clinton».

Clinton. Apellido ineludible en el amplísimo listado de gobernantes maestros en hacer negocios una vez abandonan el sillón del poder. ¿O es ahora cuando son realmente poderosos? Se estima que el hombre que ocupó el Despacho Oval de 1993 a 2001 ingresó desde su cese hasta 2014 del orden de 105 millones de dólares (90 millones de euros) por 542 conferencias por todo el mundo. La tarifa promedio se acerca a los 200.000 dólares, aunque los expertos aseguran que su caché se ha rebajado ahora, situándose a la altura del de su sucesor, George W. Bush. Aún así, en los últimos tres años, Clinton y su esposa, Hillary, han pronunciado en torno a un centenar de charlas que les han reportado otros 25 millones de dólares, kilito arriba, kilito abajo. Pero es que la hija de la acaudalada pareja, Chelsea, también se pone delante de un micrófono, a 60.000 euros la alocución.

Y todo ello agrupado bajo el paraguas de la Fundación Clinton, creada con la idea de «unir a gobiernos, negocios y grupos sociales para enfrentar grandes problemas». Otra fuente de beneficios es la publicación de libros, para la que también parecen dotados los tres miembros de la familia. Aunque no tanto como los Obama: Barack y Michelle han firmado con una editorial un contrato de 60 millones de dólares por sus memorias.

Pensión y escolta vitalicias

Obama cobrará este año de las arcas públicas 207.800 dólares, la mitad del que fue su salario como primera autoridad del país, en concepto de la pensión que perciben quienes han ocupado la Casa Blanca. Se trata de una asignación vitalicia, al igual que la escolta y coche oficial, un despacho de representación, seguro médico y hasta un millón de dólares anuales para viajes relacionados con su condición de expresidentes.

Son privilegios calcados al de la inmensa mayoría de países, aunque con cantidades diferentes. En Francia, por ejemplo, la dotación económica fijada desde 1995 es de 65.000 euros por año. En Alemania, los exjefes de Gobierno tienen derecho a una renta vitalicia de 217.000 euros anuales brutos, 78.000 menos que en ejercicio. En Italia reciben una pensión de 15.000 euros netos al mes (180.000 al año).

En España, cada uno de los tres expresidentes vivos, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, percibirán este ejercicio 90.155 euros en concepto de la asignación que les corresponde por esa condición, según los datos aportados por el Ministerio de Hacienda y Función Pública. Se trata de una cantidad variable (depende de los presupuestos de cada ejercicio) y vitalicia. También gozan de por vida de un despacho, dos empleados de libre designación a su servicio, un automóvil con chófer y libre pase en las compañías de transportes terrestres, marítimos y aéreos regulares del Estado. Todo ello es compatible con cualquier actividad profesional y empresarial.

En Reino Unido la dotación está fijada en la mitad del salario en el cargo, por lo que David Cameron cobra ahora 72.350 libras anuales (81.900 euros). Su compatriota Tony Blair merece un capítulo aparte. Al igual que a otros, su condición de 'ex' le abrió la puerta a negocios como asesor y conferenciante.

Tras su dimisión en 2007, creó una red de compañías dedicadas a gestionar su trabajo como asesor de empresas y gobiernos y se ha publicado que algún año llegó a facturar 25 millones. Su tarifa media por charla supera los 200.000 euros. A pesar de estas cifras impresionantes, Daniel Romero-Abreu afirma que, por lo general, a estos líderes «no les mueve el dinero; lo que quieren es que sus ideas sean escuchadas, ser influyentes». O sea, lo que Sofía Mazagatos podría definir como mantenerse en 'el candelabro'. Bromas al margen, el jefe de Thinking Heads detalla que algunos guías mundiales pueden recibir del orden de medio centenar de peticiones semanales -en torno a la docena en el caso de los españoles- y que «acuden de forma gratuita a dos tercios de las que aceptan».

En sentido opuesto, hay voces que opinan que, por mucho que esto sea así, los honorarios de estas personalidades no dejan de resultar cuestionables desde un punto de vista ético. «Plantea un problema moral», dice Antonio Elorza, catedrático emérito de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid. «Lo de las puertas giratorias está bien, pero con límites. Debería existir un estricto sistema de control político que evitara la relación posterior de los líderes con empresas con las que han tenido conexión en el ejercicio de su cargo», subraya Elorza.

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