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Un dron inspecciona la red de alcantarillado de una ciudad, reduciendo gastos y riesgos laborales. R. C.
Una ciudad con futuro

Una ciudad con futuro

Drones que inspeccionan la red de alcantarillado, mobiliario callejero 4G, rascacielos con material fabricado por impresoras, fachadas autolimpiables... Con tanto I+D, las urbes del mañana corren el riesgo de olvidarse de encajar el factor humano

JOSEBA VÁZQUEZ

Domingo, 19 de noviembre 2017, 13:55

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9.700 millones.

Es el número de habitantes con que contará la Tierra en el año 2050, según la consultora norteamericana INRIX. El 70% de esa masa (6.800 humanos) vivirá en ciudades -hace noventa años solo lo hacía el 13%-, el tráfico de coches y trenes se duplicará y el de mercancias se multiplicará por tres. Bastante antes, dentro de apenas trece años, habrá en el mundo 41 megaciudades -las que superan los diez millones de pobladores-, mientras que ahora son 23. En la actualidad, aunque los núcleos urbanos únicamente representan el 2% de la superficie mundial, consumen tres cuartas partes de la energía generada, lo que, según estudios de la ONU, los hace responsables del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. La UE calcula que las pérdidas económicas anuales derivadas de la saturación del tráfico rondan el 1% del PIB europeo... Teniendo en cuenta estos datos pueden augurarse los problemas, retos y necesidades que originará pronto un censo que crece a razón de 7.500 personas por hora.

Un ojo en las cloacas

Acerca de esos inconvenientes y, sobre todo, de las soluciones que la tecnología plantea en el presente o proyecta para el futuro tratará la séptima edición del Smart City Expo World Congress, que se celebra desde hoy hasta el jueves en la Fira de Barcelona. La cita dedicada a la 'ciudad inteligente' prevé congregar a 675 empresas , 420 ponentes y representantes de 700 ciudades de 120 países. El objetivo es «inspirar un debate provocador sobre el vínculo entre realidad urbana y revolución tecnológica», según sus organizadores. A lo largo de las tres jornadas podrán conocerse ingenios de todo tipo, algunos ya promocionados anteriormente por las empresas que los han proyectado.

«Muchas ideas son inviables desde un punto de vista económico y social»

Josep Paradells ,UP Cataluña

«La tecnología a veces no resuelve problemas que son muy complejos»

Manu Fernández, Consultor

Estarán presentes los drones de monitorización e inspección de redes de alcantarillado, «capaces de reducir los riesgos laborales y recortar los gastos de mantenimiento», según sus promotores; un anillo de seguridad que el portador podrá pulsar para alertar a familiares, amigos y a los servicios de emergencia en caso de ser atacado o sufrir un problema de salud; o una farola inteligente que, además de alumbrar, prestará servicios de conectividad 4G y wifi y podrá ser alquilada por todo tipo de dispositivos móviles. Y en relación con la movilidad, la Fira ofrecerá detalles del 'Volocopter' y el 'Hyperloop'. El primero, diseñado por una empresa alemana y también llamado taxi-dron, se probó con éxito en septiembre en Dubái, aunque sin pasajeros. La capital emiratí proyecta empezar a hacer uso de ellos el próximo año para convertirse en la primera urbe en contar con una flota de vehículos voladores, sin tripulante y desplazados por control remoto, capaces de transportar a dos pasajeros a una altura de 200 metros, una velocidad máxima de 100 kilómetros por hora y una autonomía de media hora. El 'Hyperloop', idea del gurú de la tecnología Elon Musk, es un vagón de transporte colectivo insertado en una cápsula al vacío que, al no encontrar resistencia del aire o fricción, podría desplazarse hasta a 1.200 kilómetros por hora. Según Musk, este medio cubriría en treinta minutos los 560 kilómetros entre San Francisco y Los Ángeles. Pero aquí estamos muy lejos de la construcción física del vagón, más aún de la vía para su desplazamiento y no digamos de una prueba que valide el proyecto.

La idea y la realidad

Es en este punto donde surge uno de los grandes dilemas de todo proyecto tecnológico que trata de resolver alguno de los problemas que plantea el mundo moderno. «Muchas de las ideas que se plantean son realizables desde el punto de vista material, pero otra cosa es si son asumibles desde una óptica económica, política y social», apunta Josep Paradells, catedrático de Ingeniería Telemática en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), investigador del Grupo de Redes Inalámbricas del mismo centro y director de la Fundación i2CAT. «Más de una propuesta de 'smart city' se queda en eso», añade. Por insistir en dos de los diseños comentados, para que el 'Volocopter' eche a volar son imprescindibles cambios legislativos y una compleja regulación del tráfico aéreo. Y 'Hyperloop' exige una financiación desorbitada que ahora mismo resulta inasumible.

Con todo, «está bien que se planteen propuestas técnicas. Unas llegan a materializarse y otras no, pero todo suma», reflexiona Manu Fernández, investigador, consultor de políticas urbanas y experto en adaptación de espacios públicos. En su opinión, el principal inconveniente que plantean las propuestas de ingeniería aplicadas al urbanismo es que, en ocasiones, no tienen en cuenta algo tan omnipresente como el factor humano. «A la visión solucionista del espacio urbano le falta el encaje con otras ciencias y formas de entender la ciudad más pegadas a la realidad social y política e institucional. Se están haciendo muchas cosas de I+D que no tienen experiencia real con lo que es la gestión de una administración», dice. Y aporta dos ejemplos. «En la cuestión de la seguridad hay una pulsión a resolverla a través de control por cámaras, reconocimiento facial, etc. Pero es también una cuestión de diseño urbano, de atacar la desigualdad y la segregación de personas en algunos barrios, etc. Son componentes que hay que incluir en la ecuación porque la tecnología por sí sola no va a solucionar problemas que son mucho más complejos. Respecto al tráfico, ahora hablamos de fabricar coches sin conductor, pero olvidamos preguntarnos si queremos más o menos coches o cómo queremos utilizar el espacio respecto a la movilidad», detalla.

Josep Paradells asume que la «posible degradación de las condiciones de vida» que puede generar la masificación urbana que se avecina sumerge a los ingenieros en el desafío tecnológico de «ayudar a reducir esa degradación». «Las soluciones técnicas las tenemos que aportar nosotros, pero hay también un trabajo para los gestores políticos, financieros y sociales», concluye en línea con Manu Fernández.

Santander, un modelo

La primera farola inteligente de España se colocó hace dos años en Santander como un proyecto piloto. Se trata de un ingenio que garantiza un elevado ahorro energético y conectividad para aparatos móviles, además de portar sensores de contaminación y de volumen de tráfico. Las empresas que la instalaron no eligieron la capital cántabra al azar, sino porque ha protagonizado algunos pasos pioneros dentro de la Red Española de Ciudades Inteligentes. Entre otras cosas, se encuentra en la fase final de renovación de su red de alumbrado led, con lo que espera rebajar en un 80% el consumo energético, tiene monitorizado el servicio de agua y dispone de sensores de llenado en contenedores y papeleras con el fin de diseñar con mayor eficiencia las rutas de recogida. Una delegación municipal de la ciudad alemana de Ulm visitó Santander en verano para conocer su modelo.

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