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Participantes del dispositivo que durante tres días rastreó los bosques en busca de Casey. reuters
«Un oso amigo me cuidó»

«Un oso amigo me cuidó»

El pequeño Casey, de tres años, estuvo varios días perdido en un bosque de Carolina del Norte. Cuando dieron con él, con solo unos arañazos, el niño aseguró que un enorme plantígrado negro le protegió

IRMA CUESTA

Miércoles, 30 de enero 2019, 10:17

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La historia de Casey Hathaway habría hecho las delicias del mismísimo Walt Disney. Este niño de tres años, que se extravió la pasada semana en un inmenso bosque de Carolina del Norte, fue encontrado sano y salvo después de pasar dos días con sus noches al raso, bajo la lluvia y el viento, con temperaturas bajo cero y rodeado de animales salvajes. «Un oso amigo me cuidó», aseguró el niño cuando fue rescatado.

La aventura de Casey comenzó el pasado martes. El niño había quedado al ciudado de su bisabuela y pasaba la tarde jugando con su hermana y su primo en el patio trasero de la casa. Al caer la tarde, cuando la señora llamó a los chiquillos a entrar en casa, Casey había desaparecido. Los Hathaway llamaron a la Policía, que organizó un dispositivo de búsqueda al que se unieron buena parte de los vecinos. «Rastreamos el bosque a través de la espesura y los brezos. Caminamos durante horas por un terreno realmente complicado, a bajas temperaturas y en ocasiones bajo la lluvia. Cuando oscureció, la situación era terrible, daba miedo y era complicado ver algo. Simplemente, era imposible imaginar a un niño de tres años sobreviviendo ahí afuera», explicó a un periódico local Donna Harris, una de los muchos voluntarios que se unieron a los agentes en la búsqueda del pequeño.

El operativo se reanudó al amanecer del día siguiente, y prosiguió sin ningún resultado hasta que, ya de noche cerrada, tuvieron que suspenderlo de nuevo. El jueves continuó el rastreo mientras la desesperación iba haciendo mella entre los profesionales y voluntarios que peinaban el bosque. ¿Cómo iba a sobrevivir el pobre Casey bajo unas condiciones tan duras que muy pocos adultos podrían soportarlas? Pero entonces ocurrió el milagro. Uno de los voluntarios aseguró haber escuchado el llanto de un niño llamando a su madre en una de las zonas más frondosas del bosque. Minutos después, Casey fue localizado en un arbusto espinoso, cansado y con algunos arañazos, pero incólume.

Niños salvajes

  • El primero Mowgli, el protagonista del libro de Rudyard Kipling que vive en un bosque con lobos, osos y panteras, tiene precedentes reales. A finales del siglo XVIII, Victor de Aveyron fue capturado después de pasar años escondido en los bosques de Caune, una localidad francesa próxima a los Pirineos, alejado de la gente y completamente desnudo. Fue trasladado a París, donde un ministro con inclinaciones científicas lo hizo internar para que lo estudiaran los especialistas de la época.

  • El otro Tarzán John Ssebunya fue criado en Uganda por simios pero, a diferencia de Tarzan, su historia no tiene nada de bonita. A los tres años fue testigo de cómo su padre asesinaba a su madre. Temiendo por su vida, John huyó a la selva, donde habría sido aceptado como uno más por una colonia de monos verdes, con los que vivió hasta su descubrimiento en 1991.

  • El niño lobo español Marcos Rodríguez Pantoja nació en Añora, un pueblecito de Sierra Morena, en 1946. Tenía siete años cuando su padre lo vendió a un viejo pastor para que le ayudara a cuidar el rebaño de cabras, pero aquel hombre pronto desapareció. Marcos terminaría viviendo doce años entre una manada de lobos que lo cuidaron y compartieron con él su comida. Su vida fue llevada al cine en 2010 por Gerardo Olivares.

Cuando le preguntaron qué había pasado, el pequeño aseguró que había estado acompañado por un oso enorme, que le había protegido durante todo el tiempo que estuvo perdido, y que solo se había ido al detectar la presencia de seres humanos acercándose.

«Se lo envió Dios»

Los bosques de la región están habitados por grandes osos negros, que suelen rehuir el contacto con el ser humano y a los que conviene esquivar. Los lugareños se dividen ahora entre quienes creen a pies juntillas la versión del pequeño y citan al bondadoso 'Baloo' de 'El libro de la selva', y los que sospechan que el oso en cuestión es fruto de la fantasía de Casey o de las alucinaciones producidas por el agotamiento.

Mientras todo Estados Unidos se hacía las mismas cábalas, el niño pasó el viernes recuperándose en el hospital, viendo la televisión y comiendo golosinas y 'nuggets' de pollo. Su tía Breanna no tiene dudas. «Casey está sano, sonriente y hablando. Dice que estuvo dos días con un oso. Dios le envió un amigo para que lo mantuviera a salvo. Dios es un buen Dios. Los milagros ocurren», publicó el mismo jueves en Facebook.

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