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Los tambores y las túnicas multicolor vuelven a las calles de Moratalla dos años después
La lluvia obligó a suspender la actividad prevista para la noche de Miércoles Santo pero este jueves los redobles se adueñaron del centro de la localidad
Dos años de espera para que los tambores volvieran a las calles de Moratalla. Durante la pandemia, los tamboristas no dejaron de redoblar sus cajas y bombos pero tuvieron que hacerlo desde ventanas, balcones o terrazas. Este jueves, la alegría multicolor de las túnicas y el sonido de los tambores volvió a inundar las calles y plazas del centro de la localidad. La meteorología adversa, que obligó a suspender una actividad en la noche de Miércoles Santo, dio paso a una jornada en la que el sol se asomaba entre las nubes para que el colorido de las túnicas luciese como siempre.
A las siete de la madrugada los más inquietos ya empezaron a tocar sus tambores y fueron aproximándose al local de la Asociación de Tamboristas, cerca de La Farola, para degustar los dulces que habían preparado y unas 'copicas' de licor café. En las horas sucesivas, el redoble de los tambores sonó para dejar atrás dos años aciagos en los que la pandemia había impedido que la música y el bullicio se adueñasen de las empinadas cuestas y las recoletas plazas de la localidad.
El tronar de los tambores se escuchaba desde cualquier rincón; en cualquier esquina, solos o en grupo, los tamboristas volvieron a recorrer la ciudad en un ir y venir en el que se intercambian redobles como saludo. Esta manifestación cultural y festiva es diferente a otras en las que también se utiliza el tambor, ya que los tamboristas no forman parte de los cortejos procesionales, tocan antes o después de las procesiones, y lo hacen de una forma especial y muy singular.
De un año para otro, los tamboristas se esmeran en tener todo preparado para participar y actualizar un espectáculo acústico que llena de redobles el techo de la Región de Murcia. El sonido está lleno de matices, como el colorido de las túnicas que visten unos singulares penitentes que recorren las calles en una atronadora y sorprendente cascada de redobles de cientos de tambores que hacen vibrar el cielo.
El proceso se repite cada año: se ajustan las pieles, se ciñen los cinchos, se cogen los palillos y se enfundan las túnicas. Muchos deciden salir en pequeños grupos que llevan, para turnarse, varios tambores; pero también los hay quienes prefieren la soledad que esconden bajo sus capirotes. Otros, 'desobedeciendo' la tradición, salen a la calle con la cara descubierta. Unos y otros, moratalleros y tamboristas llegados desde otros lugares de la Región de Murcia y de las comunidades autónomas limítrofes, son partícipes de una sinfonía de redobles que acompañan a los niños de su más tierna infancia y a los mayores hasta el final de sus vidas.
El sonido atronador de los tambores se detiene para respetar el paso de las procesiones que se iniciaron sobre las diez de la noche. El sonido de los tambores continuará, durante toda la jornada de Viernes Santo. En el programa está previsto, como todos los años, que los redobles de los tambores se vuelvan a escuchar en la mañana del Domingo de Resurrección; a mediodía y en la escalinata de la Iglesia de la Asunción , está previsto que los tambores vuelvan a sonar en honor a Jesús Aparecido.