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La plaza del Ayuntamiento, repleta de público, en el arranque de la Noche de los tambores.

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La plaza del Ayuntamiento, repleta de público, en el arranque de la Noche de los tambores. Vicente Vicéns / AGM

Redobles cargados de Pasión

El viento no logró deslucir la Noche de los tambores, una velada en la que no dejaron de sonar estos instrumentos. Músicos de varios pueblos del Bajo Aragón y de Castilla-La Mancha se suman a la celebración por el recinto histórico

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Miércoles, 28 de marzo 2018, 03:45

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La Pasión retumba con redobles de tambor en la ciudad de Mula, donde anoche se hizo el estruendo. Miles de tamboristas salieron a las calles del histórico municipio para cumplir, como viene siendo habitual cada Martes Santo, con el rito de tocar el tambor. El sonido de los redobles paró el tiempo en las calles para celebrar la Semana Santa. De hecho, esta tradicional Noche de los tambores se alargó hasta el amanecer. Y hoy continúa esta fiesta hasta las primeras horas de la tarde. En total, dieciséis horas ininterrumpidas de un sonido ensordecedor que podía escucharse a varios kilómetros de distancia.

El viento que reinaba ayer en la localidad hizo que muchos temieran, desde primera hora de la mañana, por si esta celebración se deslucía a causa de la meteorología. Pero no fue así. Los tamboristas muleños disfrutaron de esta gran fiesta acompañados por instrumentistas de Moratalla, Hellín, Agramón y Tobarra, así como los de los pueblos del Bajo Aragón. Porque no faltó la tradición y raigambre en el toque de los tambores.

El ambiente a tambor, a Pasión, a celebración, se notaba en las calles desde primera hora de la tarde. Sobre las 20 horas, las peñas de se reunieron con sus familiares y amigos para celebrar la típica cena de tambores, en la que los embutidos, el bacalao, las habas y el vino de la tierra son el menú imprescindible de la noche. Bajos, locales, restaurantes y bares fueron el lugar de encuentro y dieron cabida y sirvieron la típica cena.

Las cenas fueron el preludio al inicio de una fiesta que se prolonga hasta esta tarde

Después de esta emblemática cena, sobre las 22.30 horas, tanto los tamboristas como muchos visitantes se fueron desplazando hasta la plaza del Ayuntamiento, donde se celebra cada año la Noche de los tambores. El objetivo de los músicos, principalmente, fue coger un buen sitio para la tamborada. Allí esperaron todos a que llegara el momento. Los minutos, para muchos, se hicieron eternos, pues la expectación era máxima.

Máxima expectación

A las doce en punto de la medianoche, la fanfarria, que sustituyó hace años al cornetín, sonó. En ese instante, un estallido retumbó en la ciudad, convirtiéndola en la capital del redoble. De esta manera comenzó la noche esperada por todos los muleños. Nada pudo con el fervor y el cariño que se le tiene a esta celebración centenaria. Decenas de muleños que residen en otras poblaciones de la Región, de toda España, e incluso en el extranjero, acudieron a la localidad para vestir su túnica negra y tocar el tambor.

Durante toda la madrugada, los tamboristas tocaron por las calles de la ciudad. Esta mañana serán decorados sus instrumentos con las flores que demuestran el triunfo de la vida y la luz frente a la oscuridad. La lucha del tamborista golpeando la piel del tambor y el sentimiento hacen posible que Mula vibre con una de las noches -y mañanas- más especiales del calendario. Mula, única. A golpe de redoble.

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