Semana Santa de Murcia

Una zagala cumple años en San Juan

Esperanza del Rescate, la de San Juan capitana, con permiso de María Iniesta, tu camarera galana, vengo este día a decirte, y que el sol por donde quiera salga, que no hay carita más guapa ni más pena cuajada que esa que mece tu andar y adorna tan murciana mirada. Eres mucho más que una Virgen: eres como una zagala que cada año, y van ya muchos, cumples años en tu plaza.

Setenta y cinco te colman en tu carrera ensalzada y han pasado tan fugaces como el azahar que te abraza, cada Martes Santo en la tarde, cuando brilla tu mirada, de mocita que se asoma, a la ciudad que la aclama. Hasta el presidente de Murcia, López Miras se llama, fue ayer a darte el primer toque a tu tarima, con gracia, porque siendo nazareno, lorquino y blanco de raza, tampoco quiso perderse fecha tan señalada.

Quiero llamarte Señora, de tantas penas Esperanza, bálsamo de mil desvelos, y del Rescate sultana, del sanjuanero que vibra bajo el arco cuando pasas. Eres Reina de San Juan, lazo verde de nostalgias, aroma de beso incierto cuando por Correos andas y Javier te va guiando, Iniesta grande de alma, con devoción y elegancia.

Eres incienso que besa tu cabeza coronada. No hay en el mundo plata que pueda añadir más reflejo a tu cadencia esmeralda. Y quiero llamarte estante, y mayordoma galana, puntilla de bordado fino e incienso de mil madrugadas, y Emperadora divina con rostro de bella huertana, tirabuzones de Gloria y fuego que todo lo arrasa, vendaval en Trapería por balcones que se cuajan al ver tu dulce expresión dando pasitos de gracia. Caen pétalos sobre tu trono y luego el Refugio te aclama mientras cruzas San Lorenzo rendida a la noche amarga.

Luna de ojos profundos, dulce boca perfilada, del Rescate eres sultana y hermosa y grácil murciana. Y ya entrada la noche clara, el azahar que a tu paso inunda la carrera santa. ¿Me excedo con la poesía? Por descontado y con ganas. ¿Pasa algo? Ni la saliva por la garganta. Pero miren su mirada a ver quién tiene co...raje de describir su semblanza.

Cuánto envidio al cabo de andas, al cuadrarse y ordenar que camines: admirada. Y tanto deseo decirte, andando enseñoreada, y tanto quisiera gritarte al deleitarme en tu cara, que acabo por aclamarte: ¡Guapa! Y si si mi voz se quebrara, no hay Esperanza más grande que al Martes Santo proclama.

Feliz cumpleaños, Madre. ¡Ole las huertanas guapas que cautivan a su paso a cuantos tus labios alaban! Que cuando cumplas los cien, vuelva a mirarte a la cara. No habrá prueba más grande de que el pulso no me falla para volver a cantar tu belleza de murciana.

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