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Varios miembros de la hermandad infantil. Guillermo Carrión / AGM
Sangre desde el otro lado del río

Sangre desde el otro lado del río

La Archicofradía 'colorá' ofrece uno de los desfiles más multitudinarios

LA VERDAD

Miércoles, 17 de abril 2019, 08:20

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Es el día de la Sangre, con mayúsculas, la que da nombre a la Archicofradía que inicia cada año su desfile en la tarde del Miércoles santo desde el otro lado del Segura, en la arciprestal del Carmen que, por cierto, este año luce fachada restaurada por completo.

Desde allí se inició, a las 18 horas, el cortejo de la Real, Muy Ilustre, Venerable y Antiquísima Archicofradía de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, una de las más antiguas de la ciudad. Miles de personas participan en el desfile, conocido popularmente como el de los 'coloraos' por el color de las túnicas, que guardan la estética del siglo XVIII en sus hechuras.

ALGUNOS DETALLES DE INTERÉS

  • Patrimonio artístico La Sangre saca a las calles obras de Roque López, Juan Dorado Brisa, González Moreno, Sánchez Lozano, Hernández Navarro, Nicolás de Bussy y Ramón Cuenca.

  • Un sayón popular Está apodado como 'El Berrugo' y es el popular sayón que desfila en el paso del Pretorio portando un manojo de habas. Se llama así por la berruga de su cara. La leyenda asegura que en la víspera de la procesión cobraba vida para asaltar los bancales.

  • Sobre el Segura Una de las estampas más bellas es el cruce del Cristo de la Sangre sobre el río Segura, tanto a su salida como al regresar. Lo que también sucede con el resto de tronos de este desfile, que parte desde la Arciprestal del Carmen.

  • Sobre el Segura El paso de la Samaritana luce una espléndida talla ataviada según los cánones tradicionales de la indumentaria de seda murciana.

La hermandad infantil de la cofradía abre la procesión con la imagen de San Vicente Ferrer, obra de Ramón Cuenca, que se estrenó en el año 2011, en recuerdo a su supuesto fundador. No es, en esencia, un paso de Semana Santa, pues no refleja ningún instante de la Pasión y Gloria del Señor.

Le sigue la hermandad de La Samaritana, con dos imágenes de Roque López: la mujer de Samaria, con traje de seda murciana del siglo XVIII y un cántaro de agua en su brazo derecho, y la figura de Jesús, con túnica morada de terciopelo, bordada en oro, que parece sentada en el brocal de un simbólico pozo.

Más moderno es el paso de Jesús en la casa de Lázaro, que desfila en tercer lugar. Fue realizado por Hernández Navarro en 1985 y muestra las tallas de Jesús, Lázaro, María y Marta. Le sigue El Lavatorio, de González Moreno, realizado en 1952, que muestra a Jesús y a los doce apóstoles. En el conjunto escultórico Jesús aparece de pie, mientras que San Juan se dispone a quitarle una sandalia y San Pedro está de rodillas.

La imagen de Cristo es obra de Gregorio Molera (1945). San Pedro aparece con rostro compungido de arrepentimiento y fue realizado por De Bussy en 1689, aunque en 1787 tuvo que ser restaurado por Roque López, discípulo predilecto de Salzillo.

Las primeras constituciones establecían el desfile el Viernes Santo por la tarde y luego pasó a Jueves Santo

Uno de los tronos más populares y queridos es El Pretorio, al que llaman cariñosamente el paso del Berrugo. Sus imágenes son de distintos autores, ya que la primera composición de Nicolás de Bussy fue destruida durante la Guerra Civil y solo se salvó el Cristo, que aparece de pie coronado de espinas. Las Hijas de Jerusalén presenta a Jesús caído en el suelo, mientras Simón de Cirene intenta levantar la cruz. Se dice que su autor, González Moreno, se inspiró en la escuela castellana para el conjunto. El Cristo de las Penas, de Hernández Navarro, presenta a Jesús, torturado y doliente, junto a un sayón, que lo sujeta con una cuerda por el cuello y un soldado romano.

El paso del titular, el Santísimo Cristo de la Sangre, desfila sobre un trono barroco. De su costado mana la preciosísima sangre como un lagar divino. También fue mutilado durante la Guerra Civil y su talla fue restaurada por Sánchez Lozano en 1941. Cierran el cortejo una interesante imagen de San Juan de bellas hechuras, realizado por Juan Dorado en 1905, y la Dolorosa, obra de Roque López.

Desde el siglo XV

La Archicofradía, como destacan fuentes de la institución, fue fundada el 11 de abril de 1411 por los seguidores de San Vicente Ferrer, movidos por sus predicaciones en la ciudad. Su primera sede estuvo en la iglesia de Santa Olalla de los Catalanes, donde la cofradía pudo tener por titular un Cristo del Amparo o de la Esperanza muy venerado en aquel templo y cuya fama de milagroso, y el elevado número de enfermos que lo visitaba, dio lugar a la construcción, por el año 1500, de un hospital junto a la iglesia.

Por razones desconocidas, la cofradía se trasladó en 1555 a la vecina iglesia del convento de la Santísima Trinidad, donde se estableció por unos años, reapareciendo en 1589 en el convento que los carmelitas calzados habían constituido en el partido de San Benito.

En 1603, se redactaron y aprobaron las primitivas constituciones, que no se han conservado, pero sí las de 1625, en las que se establecía que la procesión saldría la tarde del Viernes Santo, tras el acto del Desenclavamiento. Más tarde pasó al Jueves Santo y, finalmente, a finales de siglo, cambió a primera hora de la tarde del Miércoles Santo, y se incorporó la Hermandad de Labradores del partido de San Benito con la Virgen de la Soledad.

De diversos autores

Una de sus más oscuras etapas fue la Guerra Civil. Durante el conflicto bélico y sobre todo en sus primeros días, una gran parte del tesoro artístico de la cofradía quedó destrozado, con lo que, cuando en la primavera de 1940 salió de nuevo la procesión, lo hizo solo con los pasos de la Samaritana, San Juan, la Dolorosa, y un Crucificado, el Cristo de la Buena Muerte o de las Isabelas, llamado hoy de Santa Clara la Real, que sustituía de forma provisional al titular.

En el año 1941 reapareció el titular, profunda y meticulosamente restaurado por José Sánchez Lozano, y al año siguiente la Negación, con la imagen salvada de San Pedro y la del actual Cristo del Rescate, prestada por la iglesia de San Juan Bautista. En 1943, un grupo de cofrades, utilizando el Jesús Nazareno de la Catedral y otras imágenes prestadas, montó el paso del Encuentro de Jesús y la Verónica, que solo figuró en la procesión un par de años.

En el año 1945, volvió a salir la popular escena de El Pretorio, con el Cristo de De Bussy y las tallas de Pilatos y el Berrugo, realizadas por Sánchez Lozano a imagen de las desaparecidas, mientras que Gregorio Molera entregaba el nuevo Cristo de la Negación. El mismo autor completó, en 1948, el Pretorio con las piezas de dos soldados romanos.

En la actualidad, es el presidente de la Archicofradía, Carlos Valcárcel, quien ha desarrollado numerosas tareas como la restauración de toda la obra escultórica y tronos, la recuperación de la iluminación con cera en los pasos, la realización de una Cruz Guía y nuevo Pendón Mayor, o la confección y recuperación del palio de respeto para el titular.

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