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Viernes, 30 de marzo 2018
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Cientos de personas enmudecieron en la noche del Viernes Santo para escuchar el redoble de tambores dentro de Santa María, antes de la salida del tercio y del trono del Santo Entierro, justo después de la Piedad y música de violines en otro entretiempo para dar paso al Santo Sepulcro. La penúltima procesón marraja impuso respeto incluso entre quienes solo entienden los desfiles como un espectáculo, desde la salida de los cadetes de la agrupación de granaderos, a las nueve de la noche, hasta la recogida de la Virgen de la Soledad, bien entrada la madrugada.
Doce tercios y otros tantos tronos, los tres últimos -la Magdalena, el San Juan y la Soledad-a hombros de los portapasos, procesionaron por las calles del casco antiguo de Cartagena en la segunda noche de luto por el martirio y la muerte de Cristo. Una multitud de vecinos y visitantes admiraron la milimétrica cadencia del paso de los penitentes, la marcialidad de los piquetes y la expresividad de las imágenes, en un desfile de unas seis horas de duración.
Bares y restaurantes tuvieron las mesas llenas de clientes, pero compatibilizaron, en la medida de sus posibilidades, el servicio de mesa con la continuidad que los marrajos imprimen a sus desfiles y el respeto que exigen para con ellos.
Gracias a ello, la comitiva completó sin incidentes reseñables el recorrido por las dieciocho calles del casco antiguo, para recogerse alrededor de las tres de la madrugada, con la entrada de la Soledad por la puerta principal de Santa María de Gracia.
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