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Santo Ángel del Resucitado.Un grupo de niños del tercio infantil ensayan en una explanada de Cabezo Beaza. J. M. RODRÍGUEZ / AGM

La cantera de la Semana Santa de Cartagena aprende a coger el paso

Las agrupaciones con tercios infantiles preparan desde enero sus salidas. Así transmiten las claves del desfile cartagenero a los que se incorporan ahora a la tradición

Juana Martínez

Martes, 19 de marzo 2024, 23:29

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El próximo Domingo de Ramos las calles de Cartagena volverán a llenarse de críos para conmemorar la entrada de Jesús en Jerusalén. Y como desde hace décadas volverán a levantar la admiración del público de la Procesión de la Burrica por la disciplina con que emulan a sus mayores, marcando el paso al unísono al ritmo que dicta el redoble del tambor y acompañados por palmas y ramas de olivo a modo del hachote que empuñarán cuando sean mayores.

Entre las agrupaciones californias con varios tercios infantiles está la de San Juan Evangelista. Es el titular de la procesión de la Entrada de Jesús en Jerusalén por ser la primera de esa naturaleza creada en la Cofradía California. Desde 1952 acompaña al trono de la Burrica. En el mismo desfile participan el tercio infantil femenino del Juicio de Jesús y el del Discípulo Amado.

Cada sábado por la tarde, los integrantes de los tres grupos ensayan alrededor de 90 minutos en el patio del colegio Maristas o el recinto de la UCAM, en Los Dolores, donde uno de los días hacen también una merienda de convivencia. El mismo Domingo de Ramos desayunarán todos juntos con sus padres en el Parque de Artillería. En la capilla de este histórico edificio, unos días antes, bendicen también las palmas que portaran los pequeños en la procesión.

La mayoría de los hermanos vara de estos tercios son jóvenes que anteriormente fueron penitentes infantiles

Entre las tres formaciones suman unos 120 niños de entre cuatro y quince años. El tercio del Discípulo Amado, que es mixto, está formado por los más pequeños, mientras que el del Juicio de Jesús solo van niñas y en el de la Entrada niños, detalla el responsable de los tercios infantiles, Francisco Javier Olmos. La presencia femenina es más numerosa a día de hoy, añade el coordinador de la formación.

Desde bien chicos, los sanjuanistas californios aprenden a desfilar al pausado ritmo del tambor &ndash «el redoble, con el izquierdo», recalcan&ndash, así como a hacer sus primeras variaciones y curvas con la vista siempre puesta en el estandarte y picando cuando corresponde con el palo que hace las funciones de palma.

La Agrupación del Prendimiento, titular de la Cofradía California, también tiene su propio tercio infantil, formado por cuarenta críos de 5 a 16 años. Julio Rey es su responsable y trata de inculcar a los niños responsabilidad y compromiso a la hora de desfilar. «Y, sobre todo, respeto por lo que somos y lo que representamos en el Prendimiento. Por eso les enseñamos a desfilar con elegancia y seriedad», mantiene. Este joven historiador del arte con un máster en profesorado asegura que la clave en la transmisión de esos valores es ponerle «mucho trabajo y cariño».

«Formar a los niños es el trabajo más difícil, porque empezamos de cero a enseñarles disciplina y que no se muevan. Ese aprendizaje es el que le da solera y categoría al tercio [de penitentes] cuando son adultos», explica la penitente mayor Conchi Candela.

En la Cofradía del Resucitado, la Agrupación del Santo Ángel de la Cruz Triunfante está formada por chavales. Su participación en el desfile del Domingo de Resurrección, donde constituyen por únicos una singularidad, se inicia con catorce penitentes con banderines en los que están representados el escudo de Cartagena y los de todas las agrupaciones de la cofradía bordados en oro sobre raso azul celeste. Estos colores son los distintivos de la agrupación cuyo vestuario está formado por una túnica de raso blanco, con detalles azul celeste, esta última con bordado en oro, guantes y calcetines blancos, así como zapatillas negras con hebilla con lazo azul celeste. El resto de capirotes desfilan con hachote, excepto los tres de cierre que lo hacen con tres banderines con el emblema de la cofradía.

Ensayos por grupos

Esta separación de tareas también se refleja en los ensayos. Los pequeños procesionistas se dividen en dos grupos, según si portan hachote o banderín. Los que llevan el báculo, que son mayoría, practican con palos de fregona el paso y ritmo que deben llevar. Dirigiendo a los menores, de entre 4 y 16 años, hay cuatro hermanos vara adultos. Todos ellos jóvenes que han pasado por el tercio infantil previamente, como Inmaculada Ángel, que además es la delegada. Explica que una vez que cumplen la edad para salir de ese grupo la mayoría se quedan en el tercio adulto de hombres o de mujeres.

Según la presidenta de la agrupación, Susana Mendoza, los ensayos duran una hora y media y los realizan sábados y domingos por la mañana en una explanada de Cabezo Beaza.

Daniel Villalgordo es otro de los hermanos vara del tercio infantil. Él lleva tres años en el cargo, «aunque el primer año no pudimos salir por la lluvia», recuerda. Para el muchacho representa una tradición familiar, porque su padre desempeñó el mismo cargo. «Formar a la cantera procesionista es algo vocacional que te hace sentir realizado», afirma. Es parte del grupo desde que tenía siete años, y «la Semana Santa es muy especial» para quienes la viven como él.

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