Las causas, signos de alarma y tratamiento de la neumonía en niños

¿Qué diferencias existen entre la neumonía y la pulmonía? La respuesta es sencilla: ninguna, porque son la misma enfermedad. «Hacen referencia a la inflamación de una parte de los pulmones (lo más habitual) o de todo un pulmón (menos frecuente), en la que los alveolos pulmonares (bolsitas diminutas llenas de aire en su estado normal) se llenan de líquido y dejan de ejercer su función, que es la de llevar a cabo el intercambio del aire respirado entre dichos alveolos y los vasos sanguíneos que los rodean», explica el doctor Manuel Hermoso, especialista del Servicio de Pediatría de Quirónsalud Murcia. De un tiempo a esta parte, la comunidad médica ha sustituido el término pulmonía por neumonía para referirse a esta infección respiratoria, fundamentalmente porque tiene mayor aceptación en la actualidad.

Por lo general, neumonía suele asociarse a una enfermedad de personas mayores, pero la realidad es que se trata de una de las causas de muerte de menores de cinco años en todo el mundo. De hecho, se estima que cada 39 segundos fallece un niño de estas edades.

Cuando un niño y también un adulto se infectan, no solo existe una única causa de contagio, ya que puede deberse, en la mayoría de casos, a la presencia de bacterias, virus u hongos en el aire. También se da la circunstancia de la inhalación de sustancias inflamatorias (normalmente gaseosas), que al aspirarlas pueden producir las llamadas neumonías químicas.

Entre las principales causas que motivan la neumonía, se observan diferentes orígenes. «La neumonía bacteriana más frecuente es la producida por el neumococo (microorganismo patógeno), y que consideramos como la neumonía típica; mientras que la neumonía no bacteriana (viral) se produce por virus respiratorios diferentes y habituales como productores de infecciones respiratorias en los niños que van a guarderías», muestra el doctor del Hospital Quirónsalud Murcia, quien señala a los hongos como impulsor de otros tipos de neumonías infecciosas que afectan, sobre todo, a niños inmunodeficientes.

Así las cosas, el especialista Hermoso aclara un concepto muy extendido entre la sociedad: «Se entiende por 'principio de neumonía' a una imagen radiológica que sugiere el inicio de la instauración de una inflamación, todavía no consolidada, de una parte del pulmón». Porque la neumonía está o no está. No obstante, esa evaluación médica permite acortar los plazos de actuación con solo detectar el comienzo de la infección en los pulmones y, por ende, reducir los riesgos de sufrir complicaciones.

Con respecto a los síntomas de la neumonía, los padres y cuidadores de los niños deben conocer que la fiebre y la tos son los indicios más representativos, aunque no los únicos ni los exclusivos de esta infección respiratoria, ya que esos indicadores también están relacionados con otras enfermedades, entre ellas la laringitis y la bronquitis. «Lo que hace sospechar al pediatra de que se puede tratar de una posible neumonía es una auscultación respiratoria anormal y sugestiva de neumonía», aclara el doctor Hermoso, subrayando que este método no es sencillo en la práctica, dado que la población infantil tiende a llorar durante la exploración impidiendo así la obtención de dichos resultados.

Además de la auscultación anormal, otros signos orientativos son la afectación del estado general del niño, que suele manifestar apatía, decaimiento y pérdida de apetito; y en los casos más graves, una mala coloración de las mucosas («lo que llamamos cianosis», apunta) y un quejido al respirar.

Precisamente, la dificultad respiratoria o disnea se identifica cuando el niño presenta una respiración rápida y le cuesta trabajo respirar: se marcan las costillas, a veces se observa un bamboleo del abdomen y se pueden oír ruidos anormales como los pitos típicos de las bronquitis obstructivas en el asma, enumera el especialista. En los casos de mayor dificultad respiratoria, los niños muestran un aleteo nasal y, por supuesto, una coloración azulada de los labios.

Por tanto, el diagnóstico de una neumonía se efectúa mediante la realización de una radiografía del tórax, en la que debe aparecer alguna zona del pulmón en la que no existe aireación, lo que se conoce como zona de condensación, la cual puede afectar a uno o más lóbulos pulmonares. Los siguientes pasos consisten en valorar el estado general del niño, el tipo de neumonía, la necesidad de ingreso en el hospital y decidir qué antibiótico es el más adecuado para cada caso.

«La pauta a seguir depende del tipo de neumonía», responde el médico Manuel Hermoso a la pregunta de cómo se cura esta infección respiratoria. Aun así, los antibióticos para las neumonías de causa bacteriana son los más recetados para los niños, junto a los medicamentos para la fiebre y la tos. Además, los pacientes más graves necesitan la administración de oxígeno para ayudarles a respirar adecuadamente, ya que por su cuenta no pueden hacerlo.

Cabe recordar que, por lo general, «los niños con neumonía no necesitan ingreso en el hospital en la mayoría de las ocasiones, pero sí puede ser necesario en diferentes casos: menores de seis meses, presentan síntomas de gravedad, la neumonía es muy extensa o no responde al tratamiento, la situación clínica ha empeorado y cuando existe ansiedad familiar por el proceso», confiesa el especialista del Servicio de Pediatría de Quirónsalud Murcia.

Indica, por último, que una neumonía infantil es grave si afecta a más de un lóbulo pulmonar, la infección está producida por un germen poco habitual o que muestra resistencia a los antibióticos empleados, si se complica con un derrame pleural (acumulación de líquido entre las pleuras), requiere la administración de oxígeno o se contagia durante su ingreso en el hospital por otra enfermedad.

Solicita más información en el servicio de pediatría del hospital Quitónsalud Murcia