Artroscopia, la solución más precisa para los problemas de rodilla

Las lesiones de rodilla son bastante más comunes de lo que se cree. Porque este dolor no está únicamente relacionado con los deportistas ni la población mayor, ya que cualquier persona, tenga la edad que tenga, puede padecerlo: por recibir un impacto (caídas), enfermedad (osteoartritis, gota, sobrepeso), golpe brusco (accidente de coche) o practicar deporte. De hecho, la actividad física es el origen más frecuente, puesto que algunas disciplinas implican correr, saltar y detenerse de manera muy rápida, como en el fútbol, baloncesto y tenis, entre otras.

El grado y el tipo de dolor varían en función del motivo que lo origina y, al mismo tiempo, suelen ser un buen indicador del tipo de lesión. Para diagnosticar y tratar, con mayor precisión y margen de éxito, el traumatólogo recurre a la artroscopia de rodilla, es decir, una técnica de cirugía mínimamente invasiva que permite ver directamente el interior de la articulación para detectar cualquier patología o lesión que pudiera haber, empleando un sofisticado sistema de visión dotado de luz que se introduce por medio de incisiones (o portales) de pequeño tamaño, que suelen medir menos de 10 mm.

«Está primera fase de la artroscopia sería la diagnóstica, que nos permite recorrer toda la articulación y realizar un diagnóstico exacto de las lesiones que presenta el paciente», afirma Diego Giménez Belmonte, jefe de traumatología del Hospital Quirónsalud Murcia, quien añade que con esta cirugía, a través de otras pequeñas incisiones, «podemos introducir una gran variedad de instrumentos e implantes para reparar todas y cada una de las lesiones que hayamos encontrado». Este procedimiento, entre otras ventajas, no requiere hospitalización y posibilita una rápida recuperación de los pacientes.

La artroscopia resulta muy útil para abordar la artrosis de rodilla, cuya localización es la más frecuente de esta enfermedad degenerativa, la cual aparece por el desgaste de las superficies articulares y de los meniscos e incluso puede formar osteofitos (esto es, crecimiento anormal de hueso o protuberancias óseas en las superficies articulares; si aparecen en la columna vertebral se denominan 'picos de loro'). También funciona bastante bien esta cirugía en las roturas ligamentosas (ocurren principalmente por accidentes deportivos) y meniscales, que ocurren en mayor medida entre los jóvenes por traumatismos deportivos o laborales y en personas mayores como consecuencia del desgaste producido por la artrosis. La patología femoropatelar, que es el dolor de rodilla asociado a la inflamación o desgaste de la rótula, y las lesiones osteocondrales, que provocan dolor y derrame articular por la aparición de una especie de úlceras en el cartílago articular, tienen muy buenos resultados si se tratan con la artroscopia.

Los principales síntomas que afectan a la rodilla, recuerda el doctor Diego Giménez, son: el dolor, que se traduce en dificultar para caminar causando cojera y suele estar localizado en la parte interna, anterior o posterior (corva) de la articulación; la inflamación, si existe derrame articular (líquido dentro de la rodilla), provoca un aspecto globuloso e hinchado, sobre todo, por encima de la rótula; los fallos o sensación de que la rodilla se dobla sola pueden ser por atrofia o debilidad muscular, derrame o pinzamientos dentro de la articulación; el bloqueo (la rodilla se queda atascada en flexión) lo causa, en la mayoría de casos, algún pequeño fragmento procedente de la rotura de un menisco; y rigidez, o lo que es lo mismo, pérdida de extensión, flexión o ambos movimientos.

La artroscopia se caracteriza por que los pacientes recuperan rápidamente su movilidad y pueden realizar actividades cotidianas en poco tiempo. «El paciente puede ser dado de alta a su domicilio el mismo día de la intervención, porque habitualmente la anestesia en esta cirugía es raquídea y la capacidad para andar se recupera en unas pocas horas tras la intervención», explica el jefe de traumatología del Hospital Quirónsalud Murcia, subrayando que «el postoperatorio no es doloroso al no tener que 'abrir' completamente la articulación». Las curas de las incisiones quirúrgicas se llevan a cabo dos o tres veces por semana: «Al ser unas heridas muy pequeñas, causan muy poco dolor y no precisan cuidados especializados», apostilla.

Eso sí, el paciente necesitará de la ayuda de unas muletas para caminar durante unos pocos días y también deberá realizar una serie de ejercicios de contracción muscular sin movimiento (contracciones isométricas) para evitar la atrofia muscular. «Según el tipo de reparación realizada, podrá hacer movimientos suaves de flexoextensión de la rodilla», apunta el especialista.

La recuperación completa del paciente depende de factores como el tipo de lesión y el tipo de reparación. «Si se trata de una lesión meniscal (que es una de las patologías más frecuentes), el paciente puede volver a caminar con normalidad en poco tiempo, aproximadamente en menos de dos semanas. Por el contrario, si hemos tratado una rotura del ligamento cruzado, la recuperación será más larga, y en el caso de los deportistas profesionales la vuelta a su actividad deportiva puede demorarse hasta los seis meses», ejemplifica el doctor, quien insiste en que «la artroscopia ha supuesto una importante mejora en cuanto a velocidad de recuperación en comparación con las técnicas abiertas clásicas que se usaban hace unos años».

En principio, el paciente puede reincorporarse a su puesto de trabajo siempre y cuando la recuperación evolucione según lo previsto y no realice labores que impliquen esfuerzo físico o que deba permanecer mucho tiempo sentado. Por tanto, la baja laboral después de una artroscopia de rodilla estará supeditada al tipo de lesión, recuperación y trabajo que desempeñe el paciente.

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