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Superhéroes de la pandemia

Superhéroes de la pandemia

Víctor Santos rinde un homenaje con sus dibujos a las miles de personas que se enfrentan cada día al coronavirus

Ilustraciones: Víctor Santos | Texto: óscar beltrán de Otálora

Martes, 7 de abril 2020

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El autor de cómics Víctor Santos se ha encargado de dibujar para este medio una serie titulada 'Los superhéroes de la pandemia', en la que rinde su particular homenaje a las miles de personas que están luchando día a día contra el coronavirus y sus efectos.

  1. Los periodistas

    La batalla por la verdad

Durante esta pandemia, el periodismo está dando una lección de profesionalidad en la peor de las condiciones posibles. Periodistas de raza acostumbrados a patear las calles están cumpliendo el confinamiento y agotando las baterías de sus móviles para confirmar noticias. Hay redactores en los lugares más complicados, en los hospitales, en las morgues, donde ya se ha superado los 20.000 muertos. Fotógrafos y cámaras fijan en la pantalla las imágenes que reflejan el drama o lo que alguien quiere ocultar.

Los medios de comunicación están siendo el contrapeso al relato oficial en un momento en el que por primera vez una institución maneja términos equivalentes a la censura. Y también hay redactores desmontando los bulos que llegan de todas partes. Se trabaja duro por contar la verdad de esta crisis en un momento en el que ni los expertos se ponen de acuerdo y muchos datos han sido escondidos. Nunca fue tan duro informar pero tampoco tan necesario.

  1. La hostelería

    El aguante de los templos del ocio

Entre las muchas añoranzas que flotan en este confinamiento destaca la de entrar a un bar. Nunca habían faltado en la vida de los españoles, el país del mundo con más establecimientos de este tipo por habitantes, y ahora los han amputado de raíz. Hoteles, cafeterías, restaurantes, gastrobares...la columna vertebral de la vida social en España se ha visto quebrada por el virus.

Los trabajadores de estos sectores se han volcado en ayudar durante la pandemia. Han llevado comida a los médicos, a los camioneros. Los hoteles se han ofrecido para convertirse en hospitales improvisados y ayudar así a descongestionar los centros sanitarios. Muchos locales han seguido sirviendo comida a domicilio que ha llegado a las casas gracias a los repartidores. Los templos de nuestro ocio se han mantenido al pie del cañón pese a vivir con la incógnita de no saber cuándo abrirán ni cómo podrán hacerlo.

  1. Los agricultores

    Valientes sin teletrabajo

De repente se ha descubierto que dependíamos de la España vacía. En medio de la pandemia, ni la agricultura, ni la pesca ni la ganadería han dejado de trabajar para que las despensas pudieran seguir llenas de productos frescos. El mundo rural, dañado por años en lo que veían marchar a los vecinos y los jóvenes desaparecían, se ha convertido en la esperanza de las ciudades asediadas por el coronavirus. Incluso muchos pueblos se han visto invadidos por ciudadanos cuando se anunció que había que encerrarse en los pisos de las ciudades.

El sector, pendiente de los temporeros que puedan llegar a sus pueblos para cada una de las campañas de las que depende nuestra mesa, no se ha parado en esta crisis porque el teletrabajo no es posible en su medio. Cada vez que bebemos una copa de vino para recordar los días de la normalidad deberíamos recordar a los que están haciendo posible que ese aroma no desaparezca.

  1. El sector cultural

    La hoguera digital

¿Qué sería de nosotros si en este encierro nadie nos contase historias? Un guionista de Hollywood decía que el cine es la continuidad de ese momento en el que el hombre de las cavernas, de noche, rodeado de sus compañeros y ante el fuego de la hoguera, narraba una aventura. Ahora, la hoguera ante la que se reúnen cada día los ciudadanos es la pantalla de un móvil, de una televisión, un libro, un cómic o una canción. Sin los creadores de historias -en todos sus formatos- esa llama se hubiera apagado y el genero humano se habría quedado a oscuras.

El mundo de la Cultura vive con la zozobra del futuro, sin saber, por ejemplo, si los conciertos son un recuerdo del pasado. Aún así, muchos son los artistas que se han reconvertido. Pese a la tristeza sacan adelante cada día un podcast de humor que es pura medicina o dan un concierto en el balcón. Ellos mantienen encendida la hoguera.

  1. Los niños

    Los pequeños resistentes

En España hay jóvenes que comenzaron el estirón en medio de una crisis económica y antes de tener la edad de pensar siquiera en votar han tenido que verse encerrados en sus casas mientras una epidemia mortal recorre las calles. Tienen que soportar que sus padres se comporten como adolescentes para hacerles más agradables las horas y viven el día a día saturados de deberes.

Les habían empezado a explicar que internet y los móviles no son tan buenos y que es mejor jugar en el parque cuando de repente la red es la única opción para educarse y el parque -sin que nadie lo haya explicado- se convierte en el lugar más peligroso del mundo. Pero estos días han creado mundos, han luchado con dragones, han soñado con el futuro, han tenido miedo y han dado lecciones a su padres. Habría que aplaudirles muchas veces.

  1. Las fuerzas de seguridad

    Los garantes del confinamiento

Las fuerzas de seguridad están cumpliendo una de las tareas menos agradables de la pandemia. Son los garantes del confinamiento en un momento tan dramático en el que dar un paseo puede ser delito y caminar por la calle y pararte a hablar con un familiar está perseguido. Los agentes de la Policía y la Guardia Civil tuvieron que asumir desde el primer día esa orden de luchar contra el contagio -en esas horas sin mascarillas, guantes ni geles de desinfección- y están pagando un alto precio por ello, con cientos de policías de todos los cuerpos infectados y varios muertos.

Estos días también están enfrentándose al lado más mezquino del ser humano. Han tenido que escoltar, por ejemplo, a ancianos en Algeciras cuando los vecinos se negaban a que entrasen en una residencia de su barrio. Como en muchas ocasiones, son quienes se encargan de llevar la luz a las zonas oscuras. de la sociedad.

  1. Los panaderos

    Los guardianes del aroma

En las situaciones extremas, un sabor se convierte en el refugio perfecto de la normalidad. Para muchos de los confinados por la pandemia, el ir a comprar la barra de pan supone poder sentir de nuevo los aromas anteriores al encierro. Es como si nada de esto estuviera pasando. Mientras se espera en la cola de la panadería se puede sentir ese olor de la harina recién horneada. Es posible escuchar el crujido de la corteza de una barra mientras el artesano la envuelve en papel. El calor del horno sigue siendo algo confortable y que se siente a lo lejos mientras en el mostrador esperan pasteles recién hechos y las tartas que todavía no se han vendido.

Los panaderos, sudando detrás de sus mascarillas y con las manos envueltas en látex, se han mantenido en pie pese al coronavirus. Ellos han sido los guardianes de un sabor que nos recuerda que esto pasará.

  1. Los ciudadanos

    Héroes en el sofá

Los auténticos protagonistas de la pandemia son los ciudadanos que ya llevan un mes encerrados. Un mes de dudas y casi ninguna certeza. Y al mirar por la ventana siempre han llovido malas noticias. Un mes de cuidar a los hijos, de teletrabajo, de mantener la disciplina cuando la realidad nos ha convertido en reclusos del siglo XXI. La gente ha encontrado una resilencia desconocida y en unos días tan negros ha sabido buscar la felicidad en hornear un bizcocho casero.

Millones de hogares están habitados por personas que están demostrando la fibra moral de tipos como Shackleton, que rescató a su tripulación tras quedar atrapado su barco en el Polo Sur, o de Edmund Hillary, el primer escalador en coronar el Everest. Seres humanos que nunca se rindieron. El nuevo heroísmo consiste en aguantar tranquilo entre las paredes de casa.

  1. Los cajeros

    Los testigos del miedo

Los cajeros de supermercados están siendo los testigos del inconsciente colectivo de esta pandemia. Asistieron a la locura del acaparamiento de papel higiénico de las primeras horas; comprobaron el terror de los clientes a rozarse cuando se decretó el distanciamiento social y ahora ven cada día el afán por la cerveza y la harina. Y todo ello lo han hecho sin moverse de esa pequeña silla junto a la caja registradora. Con mascarillas, geles y guantes improvisados e intentando mantener la calma mientras muchos clientes son incapaces de ocultar la ansiedad del confinamiento.

Al igual que enfermeros y médicos, están sintiendo el acoso de esa minoría de desalmados que no los quiere de vecinos pero que les debe el tener pollo al mediodía y huevos para cenar. Pero ahí siguen, desafiando su miedo al contagio y proporcionando la tranquilidad de que la nevera no cría telarañas.

  1. Los militares

    Uniformes contra la enfermedad

Los primeros testigos del drama que está sucediendo en las residencias de ancianos desde que se inició la pandemia fueron los militares. Hasta la fecha han llevado a cabo casi 4000 intervenciones en este tipo de establecimiento, en muchos casos, en acciones que han generado denuncias en la Fiscalía. Pero en la 'operación Balmis' de las Fuerzas Armadas -bautizada con ese nombre por el médico militar español que llevó la vacuna de la viruela a lo largo del mundo en el siglo XIX- también se han encargado de trasladar ataúdes, llevar comida y desinfectar todo tipo de establecimientos.

Más de 170 miembros de las Fuerzas Armadas enfermaron en los primeros días del despliegue. Pero las fuerzas armadas están luchando en más frentes que en España. Miembros de las unidades militares desplegados en Mali y en la lucha contra la piratería en Somalia ya han resultado infectados por la Covid-19.

  1. Los farmacéuticos

    La cruz verde nunca se apaga

Hay un frente contra el coronavirus que se puede encontrar por una cruz verde que brilla a todas hora. Las farmacias están siendo durante toda la crisis uno de los puntos de contención del miedo. Desde que se inició la pandemia, 475 profesionales han enfermado y nueve de ellos han fallecido. Cuando se creía que esta era un problema del otro lado del planeta muchos enfermos acudían a sus establecimientos sin saber que ya portaban el virus y se produjeron contagios. Pero enseguida las farmacias se convirtieron en lugares seguros, con personal que se desvivía por conseguir mascarillas o geles.

Ahora son el refugio seguro para aquellos que no quieren molestar a los médicos con problemas menores. El lugar al que acuden los afectados por el Covid-19 a por sus medicinas y el primer espacio en el que calman a quienes sufren ataques de ansiedad por la incertidumbre.

  1. Los basureros

    Los que evitan el apocalipsis

El Covid-19 nos ha sumergido en una pesadilla distópica que por primera vez nos obliga a pasar los días como si el guionista de nuestra vida fuese un autor de terror de serie B. Pero si el apocalipsis no es aún mayor es gracias a ellos. Sin los basureros, sin los empleados de la limpieza, nuestras calles serían la imagen del desastre. Si los miles de trabajadores que se dedica a los residuos no estuvieran activos pese a la pandemia, las ventanas se abrirían todos los días a un paisaje infernal. Y el riesgo de que al coronavirus se uniesen otras enfermedades sería una amenaza inminente.

Gracias a ellos el infierno no es más grande. En muchos casos, los vecinos que les han visto desde las ventanas trabajar día a día, incluso al principio sin mascarillas, les han dejado en las bolsas de basura o en los contenedores mensajes de este tipo: «Gracias por vuestro trabajo. Mucho ánimo».

  1. La iniciativa ciudadana

    La chispa que prendió con un cartel

El verdadero escudo social contra la pandemia está siendo la marea de voluntarios que se lanzó a ayudar desde el primer minuto. Quizás todo comenzó con ese estudiante con las clases clausuradas que colgó un cartel en la puerta para ofrecerse a hacer la compra o ir a la farmacia si alguien lo necesitaba. La chispa, en todo caso, prendió. Ahora hay señoras cosiendo mascarillas a destajo y propietarios de impresoras 3D elaborando protecciones y respiradores para los hospitales.

En España, 4,7 millones de personas viven solas y de ellas, casi la mitad son mayores de 65 años. Para este grupo, los vecinos que colgaron el folio con su ofrecimiento en la puerta se convirtieron en un apoyo moral. Aunque no lo necesitasen, el saber que la soledad y el aislamiento no significan convertirse en un Robinson Crusoe desesperado supone un refugio en los duros días del confinamiento.

  1. Los camioneros

    Héroes al volante

Si usted ha comido hoy ensalada se lo debe a ellos. Si los hospitales siguen salvando vidas también hay que agradecérselo. Ni las mascarillas ni el oxígeno ni los medicamentos llegarían a los enfermos sin que los camioneros mantuvieran abiertas las vías de la logística en España. Unos héroes que trabajan día y noche, sin saber si la siguiente gasolinera ha caído ya por la infección o dónde podrán comer tras horas eternas al volante por carreteras ya casi vacías.

Existe una lista que ahora es casi una Biblia para los transportistas. En ella se puede leer la localización de bares de carretera que siguen abiertos, de las gasolineras en las que regalan fruta o comida a los transportistas o en las pueden ducharse. O donde encontrar algo tan simple como un aseo o una pensión en la que poder dormir. Cada hora que ellos pasan al volante, alguien respira tranquilo en algún sitio.

  1. Riders

    Pedaladas de normalidad

Algún día se analizará el papel crucial que han ejercido los repartidores en esta crisis. Muchos ciudadanos tienen la percepción de que no todo se ha perdido cada vez que reciben en casa comida o cualquier artículo comprado en internet. Los 17.000 'riders' que según UGT trabajan actualmente en España se han convertido en un apoyo logístico pero también emocional para muchos ciudadanos.

En los últimos años, la imagen de estos héroes ha sido la del empleo basura y los accidentes. A veces, pedir comida a domicilio daba cargo de conciencia. Estos días, los 'riders' no paran. Como mucho, algunos de ellos se detienen en alguna farmacia intentando encontrar mascarillas o guantes. Mientras otros sectores han cerrado, ellos no han dejado de llamar a miles de puertas pese a que siguen trabajando al límite. Cada una de sus pedaladas evidencia de que en algún sitio las cosas siguen funcionando.

  1. Los médicos

    Héroes a su pesar

En España, uno de cada cuatro infectados son trabajadores sanitarios. La estadística oficial no distingue entre celadores, enfermeros, médicos, etc...simplemente describe la gran batalla que se está librando en los hospitales. Según la Organización Médica Colegial, trece facultativos en activo ya han muerto víctima del Covid-19. Es el precio que está pagando un colectivo que se ha visto encerrado en los hospitales, prácticamente sin material, con directrices de todo tipo.

Algunas, como tener que ir a trabajar aunque hayan desarrollado síntomas de estar infectados si en una semana esos indicios son leves. Sin test ni otras pruebas. Hemos visto sus imágenes en las UCIs improvisadas pero no hemos sido testigos de su regreso a casa agotados, con miedo a contagiar a la familia. No les hemos visto despertarse a media noche con las imágenes de pesadilla de su día a día. Pero sí sabemos que al día siguiente han vuelto a su puesto.

  1. Los quiosqueros

    La muralla de papel

Más de nueve millones de personas en España están siguiendo la crisis del Covid-19 por la prensa de papel. Y lo están haciendo gracias a los quiosqueros que no han cerrado en medio de la crisis y que todas las mañanas levantan la persiana de su establecimiento, se colocan la mascarilla y se disponen a esperar a los clientes. A esos vecinos que incluyen la adquisición de un periódico en la lista de la compra, junto al pan, el brick de leche y las manzanas. Los periódicos se han convertido en el mapa indispensable para descifrar la amenaza y los quiosqueros hacen posible que los ciudadanos sigan el día a día de esta batalla.

El esfuerzo de estos hombres y mujeres garantiza un ritual tranquilizador y revela que el Covid-19 va a ser vencido. Ellos hacen posible que muchas personas sepan qué mascarillas utilizar y cuándo o a qué centro hospitalario pueden acudir, por ejemplo. Los montones de periódicos de su mostrador son la muralla que ayudará a detener la pandemia.

  1. Conductores de ambulancias

    El motor de la sanidad

En España, 29.600 personas trabajan ayudando a salvar vidas al volante de una ambulancia. Si durante todos los días del años su misión es esencial para la salud, desde que comenzó la pandemia han sido una pieza clave para que esa lucha no se detenga en una crisis sanitaria sin precedentes. Y lo han conseguido llevando su carga de trabajo hasta más allá de lo esperable. Para evitar contagios entre pacientes han reducido el número de personas que trasladaban en cada desplazamiento a realizar diálisis o recibir tratamiento. Para ello han multiplicado el número de viajes. Unos traslados, por otra parte, indispensables para garantizar la sanidad en muchos pueblos de la España vacía. El esfuerzo está teniendo un coste.

Según la Federación Nacional de Empresarios de Ambulancias, el 15% de la plantilla ha resultado infectada por el coronavirus. Los conductores ya se han acostumbrado a recibir la llamada de un hospital, tras trasladar a una persona, en la que les informaban que su último paciente había dado positivo en Covid-19.

  1. Enfermeros

    Los que nunca se rinden

En estos días los enfermeros y las enfermeras han sido la brújula que marcaba el rumbo moral del país, la muestra de que siempre se puede hacer un poco más. En este gremio, en el que el 84,2% de sus componentes son mujeres, se han dado ejemplos de heroicidad minuto a minuto. En los hospitales les hemos visto fabricarse batas con bolsas de basura y atender a pacientes con gafas de esquiar y gorros de ducha.

Según el Colegio General de la Enfermería, de los más de 19.400 trabajadores sanitarios que se han infectado por el virus en estos días, más del 60% son enfermeros según sus estimaciones. Cuatro de sus asociados ya han fallecido a causa del virus. Y pese a ese esfuerzo, jamás se han detenido. Todo lo contrario. La primera noche en la que desde los balcones se les dedicó un aplauso, ellos corrieron a grabarse un vídeo para devolver el gesto a sus conciudadanos.

Víctor Santos, dibujante de cómic

Víctor Santos (Valencia, 1977) es uno de los grandes dibujantes de cómics del panorama mundial. El año pasado fue finalista de los Premios Eisner (los Oscar del cómic) por su obra 'Bad Girls'. Con anterioridad había recibido una larga colección de galardones como por ejemplo, seis premios del Salón Internacional del Cómic de Barcelona. Netflix ya ha llevado a la pantalla uno de sus cómics, 'Polar' mientras que la productora francesa Gaumont está preparando una serie de dibujos animados con su obra 'The Mice Templar'.

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