Carlos Cuéllar: «Coincidí con Puyol, Ramos y Piqué y fue imposible ir a la selección»
Mito del fútbol escocés, se estrena como técnico en el filial grana tras una brillante carrera vestido de corto: «Estar en el Real Murcia es una oportunidad para mí»
No lo parece por la modestia con la que se expresa y se relaciona, pero Carlos Cuéllar (Madrid, 42 años), ha sido un futbolista ... icónico. Humilde pese a su gran historial, el actual entrenador del Imperial acaba de iniciar su carrera en los banquillos mientras sigue siendo muy recordado por varias aficiones. Como la de Osasuna, donde vivió cuatro años de ensueño, o la del Glasgow Rangers escocés, club donde fue un hombre-récord. Hasta cumplió su sueño disfrutando seis años de la Premier y colgó las botas en Israel, país al que mira desde lejos con inquietud y pena por la guerra en Gaza. Ha cogido la pizarra, tiene grandes sueños y ha decidido que el Real Murcia es un club ideal para emprender un nuevo camino.
–¿Le unía algo al Real Murcia ?
–Es curioso, pero debuté en Primera con Osasuna en un partido frente al Real Murcia. Me surgió entrenar al juvenil de División de Honor y quiero dedicarme a esto. Estoy formándome y el Real Murcia es un club histórico con muchas posibilidades y con un nuevo propietario que tiene ganas de llevar a la entidad al fútbol profesional. Es una gran oportunidad para mí y no me lo pensé.
–Muchos aficionados no conocen su historial; brilló fuera de nuestras fronteras en unos años en los que seguir las ligas extranjeras no era tan habitual.
–Era más difícil entonces, es verdad. Fui de los primeros, aunque coincidí en Inglaterra con el Liverpool español de Rafa Benítez. Casi que hice más años de carrera jugando allí que en España.
–Pero dónde usted rompió fue en Osasuna y en una de las mejores épocas del conjunto navarro.
–Fueron buenos años. Llegamos a la final de la Copa del Rey, jugamos una previa de Champions en la que marqué el único gol de este equipo en esta competición y nos eliminó un Hamburgo lleno de estrellas. También conseguimos ser cuartos en Liga y una semifinal de UEFA en la que nos eliminó el Sevilla. Tuve la suerte de vivir cuatro años de alegrías.
«Lo primero es que los chavales disfruten, pero hay que ser ambiciosos y luchar por subir»
–¿Lo de marcharse a Escocia cómo surgió? El Glasgow Rangers pagó casi dos millones de libras.
–Fue decisión mía. Jugamos contra el Rangers en UEFA y tenían dos centrales muy veteranos. Me siguieron y en Ibrox Park me salió uno de los mejores partidos de mi carrera. Es un club histórico y tenía la oportunidad de jugar Champions y ganar títulos. Yo siempre quise jugar en la Premier y lo ví como un trampolín para poder llegar. Siempre se hablaba de que podía ir al Atlético o el Villarreal, pero nunca se concretaba nada, e ir a Escocia era una oportunidad de progresar.
–¿Cómo recuerda aquel año?
–Teníamos la presión de un Real Madrid o Barcelona, e incluso más. Hay una gran rivalidad con el Celtic y estábamos obligados a ganar todo. Hasta en Europa nos consideraban favoritos ante los grandes equipos del mundo. Cuando jugamos contra el Barcelona en casa y empatamos a cero, a la gente del Rangers le supo a poco; decían que se nos habían escapado vivos a pesar de que allí jugaban Messi, Henry o Puyol. Ese era el día a día.
–Saltó a la Premier en solo un año.
–Me adapté rápido porque el año de Escocia me sirvió para conocer sus costumbres, su forma de vivir el fútbol y para aprender inglés. Y cuando llegué al Aston Villa apenas noté el cambio.
–¿Qué fue lo mejor de aquellos seis años en Gran Bretaña?
–Cumplí un sueño de niño; jugué contra los mejores del mundo en campos de ensueño. También tuve algún año duro por las lesiones en el Sunderland, pero todo lo demás fue muy bueno.
–¿De verdad la Premier es tan especial y diferente como dicen, o se trata solo de un mito?
–Es mágica. Te facilitan todo y se vive una atmósfera antes de cada partido que es única. Los estadios tienen una sonoridad especial, cantan todos los aficionados. Y la esencia del fútbol en mi época era de mucho contacto y dinamismo. El fútbol español tiene más calidad que el inglés, pero el de allí es más bonito de ver porque todos los equipos salen a ganar con transiciones muy rápidas, de área a área. También sufrí mucho porque había muchos duelos individuales; cuando te cogen a campo abierto gente como Drogba, Luis Suárez, Henry, Van Persie o Fernando Torres, lo pasabas mal. En España había y hay muchos equipos que salen a no perder y hay partidos en los que no hay un tiro a puerta hasta el minuto 80.
–Llama la atención que con su gran proyección en aquellos años, tanto cuando militó en Osasuna como cuando estuvo en la Premier, no fuera a la selección.
–Tuve mala suerte. No puedo decir que los seleccionadores fueran injustos conmigo, y más ahora que soy entrenador. Todos los días dejamos a jugadores en el banquillo. Quizás no se veía tanto la Premier y no se seguía tanto. Del Bosque me incluyó en varias preselecciones y me fueron a ver, pero coincidí con Piqué, Puyol, Ramos, Marchena o Pablo Ibáñez. ¿Merecí ir? Puede que sí, pero como muchos otros. Tengo esa espina clavada, es verdad, pero era muy difícil.
–Después regresó a España, aunque solo fue por una temporada.
–Lo del Almería no salió bien, pero no me arrepiento. El fútbol son resultados. Éramos una de las mejores plantillas de Segunda con todo para ascender. Pero tuvimos cinco entrenadores y nos salvamos de descender a Segunda B en la última jornada. No me quise retirar con malas sensaciones y busqué otro destino.
–Y se marchó a Israel, ¿se lo había imaginado antes?
–Fui para seis meses y me quedé tres años, hasta que no pude más. Mi cadera no daba para más, a pesar de que tenía un año de contrato. Decidí retirarme bien, tras ganar la Copa de Israel con el Yehuda. Me pude marchar con la conciencia muy tranquila.
«Estoy preocupado por los amigos que viven allí; sigo lo que está pasando con mucha pena»
–¿Cómo fue vivir en Israel?
–En aquellos años todo estaba tranquilo, aunque yo cuando llegó la oferta tuve miedo por todo lo que se decía. Hablé con jugadores que estaban allí y me dijeron que se parecía mucho a España.
–¿Un sitio especial que recuerde?
–Jerusalén. Es una maravilla. Son dos mundos, el que está dentro de la muralla, que es como retroceder mil años, y el que está fuera de ella y que representa la modernidad. Y también, Tel Aviv.
–¿Sigue el conflicto desde aquí?
–Estoy preocupado por los amigos que viven allí y su gente cercana. He vuelto muchas veces, me gusta mucho Israel y vivo lo que pasa con mucha pena, tanto por un lado como por el otro. Que sigan habiendo estas guerras en estos tiempos, también la de Ucrania o las que hay en África, es incomprensible. Creo que no va a haber paz porque es una guerra muy antigua; siempre hay algo que reactiva el conflicto y creo que hay muchos intereses.
–¿Sigue siendo vegano?
–Ya no tanto, soy flexivegano. Lo fui totalmente en mis diez últimos años de carrera y mejoré bastante. Creo que me pude retirar tan tarde por eso; me notaba con más vitalidad y fuerza.
–¿Cuál ha sido el entrenador que más le ha influenciado?
–A nivel psicológico, Javier Aguirre: es un motivador nato, te dice 'hijo de puta' pero saca lo mejor de tí. Salíamos a jugar con el Real Madrid o el Barcelona pensando que éramos mejores que ellos.
–¿Qué entrenador quiere ser?
–Uno cercano al jugador, que intente tratarles lo mejor posible, aunque los entrenadores siempre seremos injustos con todos. Es muy difícil ser justo, pero me gustaría ser siempre sincero y cercano. Que mi puerta siempre esté abierta para ellos. También quiero ser un entrenador táctico, ofensivo y dominador del juego.
–¿El objetivo de su Imperial?
–Primero, que los chavales disfruten, pero hay que ser ambiciosos y pelear por subir. Estamos en la primera etapa de un aprendizaje y debemos hacer una buena segunda vuelta. Lo primero es que los futbolistas estén preparados por si los llama Gustavo Munúa.
–¿Qué le parece Murcia?
–La gente es una maravilla y hace buen tiempo. Es muy bonita. Álvaro Mejía, por ejemplo, me habló muy bien de Murcia.
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Fue el mejor futbolista de la liga escocesa 2007-08
Cuéllar no podrá olvidar nunca la temporada 2007-08 en un Rangers donde batió un récord: jugar 63 partidos con este club en una misma temporada. Se convirtió en un mito y apenas podía salir de casa: «Fue el mejor año de mi carrera. Jugué Champions, pasamos a la UEFA y llegamos a la final ganando a grandes equipos. No pudimos con un Zenit que había ganado al Bayern. Perdimos la Liga en el último partido, estábamos muy cansados por los contínuos 'replays' de partidos, pero ganamos Copa escocesa y Copa de la Liga. También fui el primer central que ganaba el premio a mejor jugador de la liga. Fue un año soñado y creé un víncluo muy grande con la gente del Rangers. Luego llegó la oferta de un Aston Villa que jugaba en Europa y me costó mucho irme», recuerda Cuéllar con nostalgia.
También militó durante dos campañas en el Sunderland y una en el Norwich City de Inglaterra, aunque las lesiones no le permitieron despedirse de la Premier de la mejor forma: «No me importaría volver en un futuro. Allí se vive el fútbol de una forma distinta», recuerda con cariño.
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