El intérprete bilbaíno Joaquín Achúcarro, a sus 89 años, sigue tocando el piano con la misma ilusión de un niño. Ayer, en Murcia, en los ensayos de la OSRM en el Auditorio Regional. VICNTE VICÉNS / AGM

Pasión sin fin de Joaquín Achúcarro

El pianista bilbaíno acompaña hoy a la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia en una noche de lujo

ALBERTO FRUTOS

Viernes, 1 de octubre 2021, 03:07

A los trece años, Joaquín Achúcarro interpretó una pieza de Wolfgang Amadeus Mozart junto a la Filarmónica de Bilbao. Era su primer concierto y supuso, ... como buena revelación acaecida en la infancia, el primero de todos los pasos que estaban por venir. Desde entonces, el músico bilbaíno ha actuado en casi 60 países junto a más de 200 orquestas, obteniendo reconocimientos tan ilustres como el Premio Nacional de la Música y la Medalla de Oro de Bellas Artes. Combinando desde 1990 sus celebrados conciertos con su labor como profesor de piano, Achúcarro sorprende y genera una admiración arrolladora a sus casi 89 años por la pasión desbordante con la que habla, defiende, disecciona y subraya la importancia y el poder de la música. Esta misma noche, el Auditorio Víctor Villegas se viste de gala para recibirle junto a la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia (OSRM), en una velada de estreno para la obra 'Pulsar', de F. J. Andreo; junto a las interpretaciones de 'Concierto para piano nº4', de Beethoven; y 'Francesca da Rimini', de Chaikovski. Noche de lujo que nos ofrece la fabulosa oportunidad de charlar con el maestro Achúcarro.

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OSRM-Achúcarro

  • Cuándo Viernes a las 20.00 horas.

  • Dónde Auditorio Víctor Villegas (Murcia).

  • Cuánto 12€/15€/20€

–Tras tantos años de celebrada trayectoria, ¿todavía le quedan secretos por descubrir de un instrumento tan complejo y apasionante como el piano?

–Claro que sí. Haga uno lo que haga y por mucho que avance, el horizonte sigue siempre lejos. Cuando más se profundiza, más resulta todo. Todavía estoy con muchas ganas de preguntarle cosas al piano y de seguir tocando.

«No es un lujo, es algo absolutamente consustancial y necesario»

–¿Ha cambiado mucho su manera de dialogar con las teclas a lo largo de las décadas?

–Sí, ahora sé muchas cosas que no sabía antes y estoy tratando de suplir el exceso de energía de mi juventud con la capacidad de conservarla y administrarla del mejor modo posible. Es más interesante lo que estoy haciendo ahora, desde luego.

–¿Qué queda de aquel niño que con solo 13 años ofreció su primer concierto con la Filarmónica de Bilbao?

–Pelo blanco, más gordura y menos facilidad de movimiento, pero la dentadura todavía está entera (risas). Aquel niño no sabía casi nada, tenía simplemente lo que se llama talento, una cosa que todos sabemos lo que es hasta que toca definirla. Aquel concierto fue una revelación de lo que podía llegar a ser, aunque no tenía ni idea del horrible trabajo que hay que hacer para sobrevivir y progresar en este mundo.

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«A la salida un niño se me abrazó a la pierna y no me soltaba, estaba llorando de felicidad»

–¿Y qué siente cuando observa ahora desde el escenario a niños y niñas de esas misma edad? Puede que usted esté protagonizando el primer concierto de sus vidas.

–Pues mire, hicimos un concierto en Bilbao solamente para niños y jóvenes que no hubiesen ido nunca a uno. Allí pudieron hablar tranquilamente de lo bonita que es la música, escuchar alguna pieza y ver que era una cosa que se podía entender y disfrutar. Recuerdo que a la salida un niño se me abrazó a la pierna y no me soltaba, estaba llorando de felicidad. Fue maravilloso.

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«Todavía estoy con muchas ganas de preguntarle cosas al piano y de seguir tocando»

–¿Qué es lo que más disfruta a la hora de transmitir su pasión por la música a su alumnado?

–Cuando noto que hay una conexión al contarles lo que me pasa a mí con la música. La pasión por ella no ha descendido, ni mucho menos, sigue en erupción. Continúo con ganas de aprender y pensando en aprovechar el poco tiempo que tengo para estudiar más y mejor. Es una verdadera obsesión.

Altamira

–¿Considera que la música debería jugar un papel más importante en nuestro sistema educativo?

–Totalmente. Mire, siempre pongo un ejemplo cuando hablo de este tema y es que, cuando se visita Altamira, desde los altavoces se puede escuchar el sonido que producía un hueso con unos agujeritos que hay en la cueva, lo que quiere decir que el ser humano estaba sintiendo la música al mismo tiempo que aprendía a hablar. La música no es un lujo, es algo absolutamente consustancial y necesario.

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–Dígame, ¿pesa más la experiencia acumulada o la ilusión por continuar?

–Las dos cosas son la misma, ¿no? Empate técnico (risas).

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