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Las luces y las sombras. La firmeza y la duda. La certeza y la contradicción. La tenacidad y el hielo. El triunfo y su después. ... La derrota y sus momentos previos. El juego de pies sobre la lava, las carreras de versos por las calles del barrio, el sudor en la frente, la convicción en la mirada, el punto y seguido a pie de página. El rapero Sharif lleva toda una vida artística danzando alrededor de estos vértices y evolucionando sin perder una esencia que, de hecho, se fortalece con cada nuevo paso, incluyendo el más reciente: 'Capricornio'. Una colección de quince canciones con las que el zaragozano se mira, escribe y describe a sí mismo entre colaboraciones ilustres, ritmos cambiantes, letras formidables y los mejores estribillos de una carrera que sobrepasa ampliamente la década. Otro fantástico disco que sumar a un catálogo que será recordado y defendido de una manera muy especial este sábado en la sala REM. Charlamos con Sharif.
Cuándo Viernes a las 22.00 horas.
Dónde Sala REM. Murcia.
Cuánto 20 € / 25 €.
–Llega a Murcia con un piano, dos guitarras, un violín y el apoyo de distintos coros. ¿Cómo surgió este formato de directo y hasta qué punto ha transformado el repertorio?
–Nace de mi amor por la música en directo. Pero no exclusivamente hacia el rap, sino hacia cualquier género que me guste. Por ejemplo, consumo mucho a Robe Iniesta, Leiva y Arde Bogotá y cuando voy a sus conciertos no veo una voz y música digital, sino una voz y muchos instrumentos que aportan alma y personalidad. Un músico tocando en directo es algo que puede mutar, adaptarse y emocionarse inventando algo que solamente le ha salido en ese concierto. Creo que para la música en vivo se necesitan instrumentos en vivo. Y una vez que tuvimos esto claro, adaptar todo el repertorio fue tan laborioso como gratificante, porque todas las canciones mejoraron.
–¿La idea principal de esta nueva modalidad de concierto fue encontrar un hilo musical que uniera con todavía más firmeza su pasado y presente?
–Siento que el sonido en directo era mi asignatura pendiente. Todas mis canciones, desde las antiguas hasta las nuevas, tienen algo que las identifica y que las une, aunque los ritmos sobre los que rapeo hayan cambiado o evolucionado. No eran las letras lo que impedía tratar de crecer y hacer un mejor espectáculo. El problema era incorporar más elementos al grupo con las dificultades y gastos que eso implica porque el formato de un MC y un productor en el ordenador quizá no era muy orgánico, pero era bastante rentable y sostenible. Ahora hemos decidido ser más personas en el escenario, con más instrumentos, para hacer un directo más grande y profundo, aunque eso implique ganar algo menos de dinero.
–Lo colectivo de esta gira rima también con su último disco, 'Capricornio', donde participan un buen número de amigos. ¿Hasta qué punto considera importante que la creatividad sea un acto colaborativo?
–La creación es mágica porque iguala a las personas. Para escribir un buen verso solamente hace falta un papel y un boli, y a veces ni eso. A partir de ahí, crear al lado de gente talentosa, a la que admiras y quieres, potencia esa magia y alquimia.
–No puedo perder la oportunidad de preguntarle por el cartagenero Kaze, uno de los artistas que han colaborado en el disco.
–Es un fenómeno de la naturaleza. El tipo no solamente es un tigre rapeando, sino que entiende la profundidad de la música y posee el talento y la curiosidad para enfrentarse a la canción sin prejuicios. Hay pocos como él en este género y solo tengo gratitud y admiración hacia su persona.
–Hablando de figuras relacionadas con el disco, tengo entendido que su madre jugó un papel fundamental en 'Capricornio'.
–Mi madre siempre ha sido las columnas de mi templo, así que es difícil que haya un álbum en el que no aparezca de una forma u otra. Siempre he dicho que viene de ella todo lo bueno que hay en mí y que todo lo malo que tengo lo aprendí yo solo.
–¿Es cierto que disfrutó especialmente en el estudio durante la grabación del álbum?
–Sí, porque nos permitimos hacerlo sin prisas, dejando que las canciones crecieran poco a poco y encontraran su personalidad.
–¿Se puede explicar con palabras lo que se siente cuando uno da con un buen verso?
–Sí: un escalofrío en el alma.
–Me pareció genial la reflexión que realizó hace unos meses sobre lo que definió como 'humildad creativa', un concepto basado en aceptar lo que se hace bien y lo que no y generar un equilibrio entre ambos.
–Encontrar ese equilibrio no solamente aporta paz, sino que permite crecer y mejorar de una forma más sana. Si solamente eres tú la medida de tu creatividad, enseguida vas a encontrar límites y obstáculos. Cuando aprendes a valorar y respetar el talento de los demás, y eres capaz de combinarlo con el tuyo, cada cosa que haces es más profunda que la que harías en soledad. Es sano huir del egocentrismo del artista y estar siempre en contacto con lo que nos atrajo a hacer música en primera instancia: divertirnos con los amigos.
–Teniendo en cuenta los cambios que ha visto en el rap español, ¿nota muchas diferencias entre la generación que comenzó junto a usted en los 90 y los artistas recién llegados?
–Diferencias hay, pero no soy nadie para juzgarlas. Si asumiera ese papel me recordaría mucho a cuando era un joven que se iniciaba en el rap y los mayores, no raperos, sino los mayores, se acercaban y me decían lo puros que eran sus tiempos y lo decadentes que eran los nuestro. Cada generación vive su época. No la elige, sino que lidia con ella de la mejor manera que puede y con las herramientas que tiene. Teniendo en cuenta que parte de ese material se lo hemos dado nosotros, sería muy injusto que luego les juzgáramos mal. En cada generación hay gente con talento que utiliza el arte para hacer del mundo un lugar mejor y eso es lo único que importa.
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