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Mercury Rev
Once maneras de flotar en el tiempo

Once maneras de flotar en el tiempo

La banda estadounidense Mercury Rev festeja los 20 años de su obra maestra, 'Deserter's Song', con un concierto en el que repasarán este monumento musical de manera íntegra

A. FRUTOS

Viernes, 21 de septiembre 2018, 22:44

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Tres años antes, todo parecía perdido para Mercury Rev. Su último disco, el magnífico 'See You on the Other Side', había sido muy bien recibido por parte de la crítica, pero el público había hecho oídos sordos, impasible ante un torrente sonoro tan descontrolado como abrumador. Una ausencia total de éxito comercial que, sin embargo, sirvió para que la banda de Búfalo se desprendiera de la condena de las expectativas, la presión y las exigencias marcadas por una industria insaciable. Y así, en un ambiente creativo marcado por la independencia y la libertad, elementos omnipresentes cuando no hay nada que perder, Mercury Rev dio forma al trabajo más memorable de toda su trayectoria artística, firmando uno de los discos imprescindibles de la década de los noventa. Y con distancia considerable de unos cuantos competidores más reconocidos. Ahora, veinte años después, el grupo regresa a los escenarios para celebrar este conjunto de canciones eternas, la tabla de salvación artística a la que se agarraron cuando, efectivamente, desertar parecía la opción más idónea. A continuación, repasamos todos estos temas, intentando descifrar lo indescifrable. El hechizo eterno de un disco único.

Mercury Rev. Murcia

  • Cuándo Sábado 22, a las 21.00 horas

  • Dónde: Auditorio y Palacio de Congresos Víctor Villegas

  • Cuánto: 25€

Holes: El eco de una habitación espacial que llega desde una lejanía que suena familiar, cotidiana, íntima e intransferible. 'Tiempo... Todas las largas líneas rojas que toman el control del humo, como riachuelos que desembocan en tus sueños'. La voz de Jonathan Donahue, frágil como un hielo sobre llamas, te recibe con los brazos abiertos y ya no hay vuelta atrás. Cuando llega el solo de trompeta final, asombroso, no queda más que rendirse ante la fascinación voluntaria.

Tonite It Shows: Un cuento intoxicado. Un carrusel de ensoñaciones. Un tiovivo de belleza juguetona desde el que se observa la figura de Brian Wilson como un gigante. Fluye, acaricia e hipnotiza.

Endlessly: Canción de hoguera pasada por el filtro de la psicodelia que McCartney habría firmado con los ojos cerrados. Un mantra sin desenlace adornado por coros celestiales salidos del subconsciente de un Walt Disney malicioso y con inolvidable homenaje a 'Silent Night' incluido. Una absoluta maravilla para escuchar una y otra vez a lágrima viva.

I Collect Coins: Interludio instrumental que apuesta por la belleza de un piano distorsionado e incontrolable. Un alto en el camino que nos mantiene con la venda en los ojos y los oídos bien abiertos.

Opus 40: La joya de la corona. Una obra de orfebrería pop en la que melodía y letra, calma y sacudidas, fondo y forma, se dan un abrazo emocionado y sentido. ¿Queréis más? A las baquetas tenemos al legendario Levon Helm, batería de los esenciales The Band. Todo en 'Opus 40' se escribe en palabras mayores.

Hudson Line: La conversación inicial entre el saxofón del mismísimo Garth Hudson y el bajo de Dave Fridmann bien merece por sí sola una ovación rendida. Podría ser soul, country, pop o el resultado de todas las fórmulas posibles. Es la clave de todo el disco, la recompensa tras el inspirado atrevimiento.

The Happy End (The Drunk Room): Segundo instrumental del disco y, al igual que sucedía con 'I Collect Coins', protagonismo absoluto de un piano que, ya desde su mismo título, llama a Tom Waits por su nombre. Madrugada tenebrosa para ir enrareciendo todavía más el ambiente tétrico del penúltimo bar cerrado.

Goddess on a Highway: Americana antes y después de la Americana. Rock de porche y botas gastadas, de atardecer interminable y sombrero de paja, de romanticismo desértico y centauros sin abrazo de despedida. 'Y sé que esto no durará cuando veo tus ojos llegar y explotan como dos bichos sobre el cristal'. Hay estribillos que no engañan. Y que se quedan para siempre a vivir contigo.

The Funny Bird: La sombra de Pink Floyd que habita en cada esquina de 'Deserter's Song' se hace carne y hueso en este tema claramente influido por el legado de Waters, Gilmour y compañía. Un pájaro que sonríe por la libertad sonora, la claridad armónica y el desconcierto controlado. Para entendernos, no habría desentonado en absoluto en un disco como 'The Dark Side of the Moon' o 'Wish you were here'.

Pick Up If You're There: Tercer y último instrumental del disco. La huella previa al desenlace, el anticipo de un capítulo final que comienza a construirse con la resonancia de unos teclados sombríos y el eco de un susurro grave. La calma tensa previa a la explosión.

Delta Sun Bottleneck Stomp: Fin de fiesta a la altura de las circunstancias. Bailes de salón con ventanas abiertas y barra libre donde coquetean el free jazz y el dance mientras, en la otra esquina, el country rock y el pop brindan por su salud de hierro. El brillante punto y final para una obra maestra que ha resistido de forma envidiable el paso del tiempo, y que, además, ha crecido en la memoria. 'Deserter's Song' no es un disco, es un viaje a lugares inexplorados cuyo aroma te persigue de por vida. Un alucinógeno sonoro. Lágrimas en el océano y mentes ardiendo. Por y para siempre.

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