Marlon Williams, la apuesta de Paquito
Hay tantos (y tan poderosos) motivos para querer a Marlon Williams, que empezaré por el último: era la gran apuesta de Paco Martín para el programa de La Mar de Músicas 2018, pero finalmente su participación en la multipremiada película 'Ha nacido una estrella' -interpreta 'Oh, pretty woman'- lo impidió, así que este año nos toca disfrutarlo por nosotros y por el querido ausente director del festival. Pero además de la conocida habilidad de Martín para descubrir artistas en el momento de su despegue, es que el neozelandés es muy bueno. Y para colmo, adorable.
Marlon Williams
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Cuándo Viernes 19 a las 21.30 horas
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Dónde Patio del armas del antiguo CIM
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Cuánto 10€
¿Se imaginan a Richard Hawley con sentido del humor? Esto es, el romanticismo en su grado más profundo pero esbozándole una sonrisa al espejo de la derrota. Quizá sea un modo tosco de definirlo -las comparaciones ya se sabe- pero no encuentro una imagen más fiel. La lotería de los penaltis y eso. A fin de cuentas, cortarse las venas no parece una buena opción o no habrá partido de vuelta. Las canciones de Marlon Williams, que en directo sabiamente alterna entre las que erizan la piel y las que erizan la piel y el corazón, tienen esa improbable cualidad de hacer aflorar la lágrima y la (media) sonrisa. Dos álbumes de estudio y un directo así lo atestiguan. Con el homónimo 'Marlon Williams' (2016) golpeó la puerta con clase y contundencia, con el conmovedor 'Make way for love' (2018) la echó directamente abajo. Canciones como 'Beautiful dress' -el espíritu de Elvis en las estrofas, el de Ahnoni en los estribillos- o la encantadora 'What's chasing you?' -busquen su vídeo en YouTube- entran pocas en un año.
La mayor diferencia entre sus dos álbumes radica en las desapariciones. En el apartado sonoro, la desaparición casi por completo del bluegrass y el alt-country con el que se le solía asociar de modo no muy certero; en el lírico, en la desaparición de los personajes inventados a los que les ocurrían sucesos que él narraba -un bonito modo inútil de intentar esconderse-, para aceptar el corazón abierto y el protagonismo de sus cuitas emocionales, acaso motivado por su ruptura con su exnovia Hanna, en el mundillo indie más conocida como Aldous Harding.
«Llevaba dos años sin componer pero tras la ruptura de pronto escribí como 15 canciones en un mes. El mayor reto era condensar emociones complejas, y a menudo conflictivas, y hacerles justicia en apenas tres minutos. Eso me hacía sentir sucio». Pero lo consiguió y todos salimos ganando. A Marlon Williams hay que verlo ahora. Todo apunta a que la suya será una carrera larga y fructífera, porque el talento se le sale por las costuras. Pero es ahora. Ya. En La Mar.
El nombre artístico
A menudo los nombres artísticos los carga el diablo. O dicho de otro modo, surgen de la manera más inesperada. Es el caso de Niño de Elche, quien, en sus comienzos, solía presentarse a concursos de flamenco. En uno de ellos, en la comarca de Cartagena, el encargado de apuntar a los participantes le soltó: «Francisco Contreras ya hay uno», a lo que el ilicitano respondió: «Pues ese es mi nombre». Tras un minuto de duda, el eficiente encargado le espetó: «¿Tú de dónde eres? Pues hala, ya está: Niño de Elche». Al heterodoxo cantaor le gustó... y hasta hoy.