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Los blogueros y ahora restauradores Tere y Lauren, en su local, Barraca, en Murcia. Vicente Vicéns / AGM
'Influencers' reales

'Influencers' reales

Barraca abre sus puertas con la pareja que está tras el blog 'Las María Cocinillas', Tere y Lauren, y con una propuesta elegante y sutil

SERGIO GALLEGO

Viernes, 14 de diciembre 2018, 23:21

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El nombre que han elegido Tere y Lauren, hasta ahora responsables solo del blog, el canal de YouTube y varias cuentas en diferentes redes sociales bajo el pseudónimo 'Las María Cocinillas', no podía ser más murciano: Barraca. Pero no se engañen, aunque la 'influencer' murciana y su pareja se han ubicado en el barrio de Santa Eulalia, en pleno corazón de las tascas, la oferta gastronómica tiene muchos más aires internacionales que de la huerta del Segura.

El local está reformado completamente. Con apenas siete mesas, es recomendable reservar con cierto tiempo o puede que te la juegues a comer en la barra que da a la escueta cocina a la vista. Decoración cuidada, con un punto naif, de una sencillez apacible y un servicio atento, ágil, quizás sobredimensionado para las pocas mesas que ocupan el comedor, y un trato cercano y educado, jovial y actual propio de una carta de comidas que podría lucir en cualquier ciudad de España, aunque resulta un poco corta de platos. Tanto, que una mesa de cuatro puede llegar a probar casi la carta entera de una sentada si toman todos los platos al centro.

Vaya por delante que Barraca lleva dos semanas abierto y parece contar un año y medio con la persiana levantada por el buen ajuste que encontramos en los platos. Excepto algunas repeticiones en ingredientes, elaboraciones o salsas reutilizadas, una presentación mejorable en la presa a la plancha con crema de boniato y un steak tartar aderezado solo con sal y pimienta lejos de lo esperado, el restaurante es de lo más afinado y sutil en sabores y texturas de las aperturas del último año.

La gilda, con la guindilla picante en vez de dulce, pero con un taquito de bonito que se agradece, es siempre un buen comienzo. El saam de pulpo con aguacate y pico de gallo es suculento y continúa la línea de sabores sutiles que tiene toda la carta, excepto el curry verde con verduras -perfectamente cocinadas- o el escabeche de bonito cocinado al momento y servido caliente con un condimento de cebolla, zanahoria y ajo bien pochado, y granitos de granada, naranja y alga codium. Gran plato, a pesar de que la temperatura desvanece un poco la fuerza del intenso sabor.

Ricas alcachofas con cecina y crema de almendras -también lleva trufa rallada, pero el sabor es imperceptible-, contundente sardina marinada sopleteada con focaccia y escalivada, y muy elegante la caballa -también sopleteada- con crema de coco, salsita de maíz y unas hojas de cilantro. De esos platos bonitos que deben comerse con cuchara para abarcar todos los sabores. Es recomendable tener un trocito de pan en la mano para disfrutar de este plato.

El baba ganoush es un plato frío, fresco y cargado de matices como calabaza, cebolla roja encurtida, granada, berenjena, aceite y limón, entre otros elementos. Es cierto que se pierde un poco la esencia, el sabor, de la berenjena con tahina -pasta de sésamo-, pero el resultado es muy bueno. Buena también la ensalada de burrata con calabaza y salsa densa de frutos secos tostados, y el mencionado curry verde con verduras y pieles de limón y de calabacín como aporte de frescura. Menos acertado encuentro los garbanzos con morcilla, ya que la potencia de la carne tapa por completo las láminas de boletus que acompañan al plato.

Nuevos platos

En definitiva, Barraca de Tere -autora del libro '360 Grados' (Raspabook)-y Lauren, 'Las María Cocinillas', han dado el paso de abrir su propio restaurante demostrando que lo que llevan años publicando en Instagram es comida de verdad y, además, está muy buena. Tras el huracán de reservas y cenas de Navidad, los jóvenes empresarios volverán a plantear nuevos platos, quizás más arriesgados, quizás más adaptados a la capital, para terminar de completar la oferta gastronómica de lo que ellos entienden que debe ser un restaurante real. Y todo esto, mientras siguen mostrando fotos y vídeos en las redes sociales a los miles de seguidores virtuales que no pueden acercarse hasta el barrio de Santa Eulalia para disfrutar de sus elaboraciones. Que no es poco.

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