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Carlos Martínez
Viernes, 24 de mayo 2019, 00:17
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Llevo un tiempo diciendo (los adictos a estos artículos lo sabéis), que la política española hace competencia desleal a otras formas de entretenimiento, desde el sexo al cine. Y visto lo visto esta semana va a ser difícil que os convenza de que hay un espectáculo en alguna pantalla mejor que los saludos indebidos, los juramentos por mi padre o las barbas valleinclanescas. Aun así, es mi obligación intentarlo.
'Aladdin' (1992) (anteriormente conocido en los cuentos por Aladino, antes de la nefasta, aunque inevitable, perversión del idioma) fue una de esas películas de mi juventud, correspondientes a la nueva edad dorada de la animación Disney. Un cuarto de siglo después Disney sigue en su afán de sacar dinero retomando sus películas animadas para pasarlas a imagen real.
La historia la conocéis de sobra, la del ladronzuelo que encuentra a un genio en la Lámpara Maravillosa, que lo lleva a conocer la riqueza, el amor, y a transformarse. En aquella la estrella de la función fue la voz del Genio, Robin Williams, y en esta es Will Smith.
El director es Guy Ritchie, un realizador que siempre consigue que desee beber un té de polonio cuando veo sus películas. Con 'Aladdin' logra que pida leche con ese té. Pero no dicho por mí, sino que es un consenso de la crítica, que al final de ver la película desean tener un Genio que les haga un borrado de las dos horas en plan 'Men in Black'.
Las películas con niños que son unos auténticos hijos de meretrices son un buen filón. A mi particularmente me gustó 'El buen hijo' (1993), con Macaulay Culkin mostrando su verdadero rostro (el que sospechábamos cuando se quedaba solo en casa). 'El hijo' va también de un niño más que inquietante que descubre que el Mal le sienta bien. Una mezcla de Carrie, también el niño es marginado en su colegio hasta que se venga, con Superman, pues el zagal también viene de las estrellas y lo recogen unos bondadosos padres.
Progenitores sobreprotectores, espabilad. Niños con tendencias psicópatas, tenéis la oportunidad de ser padawan de este muchacho.
Hay una actriz que tiene hechuras de dominatriz, Isabelle Huppert, y en 'La viuda' saca toda su vena sádica. Si antes hablábamos de inocentes niños convertidos en Herodes, aquí estamos hablando de amables ancianitas modelo 'Up' (2009), convertidas en la Bates de 'Misery' (1990).
Una simpática chica, Chloë Grace Moretz, encuentra el bolso de una señora, la Huppert, solitaria y necesitada, de la que se hará amiga, hasta que descubra el terrible secreto de ella. Inquietante, complicada y con ritmo ascendente.
Neil Jordan es un director más que solvente para llevar a buen puerto este estupendo thriller psicológico.
Votad con bien a vuestros alcaldes, diputados autonómicos y europeos, y que Dios reparta suerte. Que tengáis una semana de cine.
Sobre hijos malos, (y no lo que dicen nuestras madres que somos), va mi pequeño apéndice de hoy. Vástagos que consideran un acto de bondad meter a sus padres en una residencia atendida por Torrente.
Por supuesto hay que empezar con el Anticristo hijo de Satán, como 'La profecía' (1976), y de ese mismo año el clásico del género en España '¿Quién puede matar a un niño?'. 'Los chicos del maíz' (1984), adaptación del autor de Big Mac literario Stephen King, que nos recuerda a 'El pueblo de los malditos' (1960). Y de esa cuerda 'Déjame entrar' (2008) o la caperucita roja convertida en Lolita malvada de 'Hard Candy' (2005).
Pero para niño odioso, siempre tendrá un lugar en la parte negativa de mi corazón, el chivato niñito austriaco con gorra de 'El tercer hombre'.
La verdad, me acabo de dar cuenta que me ha salido un artículo muy a favor de la profilaxis.
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