Hace unos meses, al comienzo de la invasión de Ucrania por la Rusia de Putin, el Alto Representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos ... Exteriores y Política de Seguridad, el español José Borrell, dijo una frase, refiriéndose a los políticos y a los ciudadanos europeos, que considero histórica. Esta frase fue: «Los europeos hemos construido la Unión como un jardín a la francesa, ordenadito, bonito, cuidado, pero el resto del mundo es una jungla. Y si no queremos que la jungla se coma nuestro jardín tenemos que espabilar».
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Conviene recordar que el motivo principal que impulsó la creación de la UE fue el evitar más guerras en el continente europeo, pues Europa venía de sufrir el horror de dos guerras mundiales. Al ser el carbón y el acero los principales elementos de fabricación de armas, los países que históricamente fueron protagonistas de esas guerras –Francia, Alemania, Bélgica, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos– firmaron en 1951 el Tratado de París, Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero. De esta manera, las competencias de los mismos fueron asumidas por esos países. Ningún país podría decidir unilateralmente sobre el destino de esos dos elementos.
A algunos nos tocó participar activamente, en alguna de las etapas de la creación de lo que hoy es la UE, en la difusión de sus bondades. Mi profundo compromiso con el humanismo cristiano, base ideológica de los partidos demócrata cristianos (DC), y piedra angular en la creación de la actual UE, me llevó a militar en los años 70, 80, 90 y 2000, en el partido político representante en España del movimiento europeo demócrata cristiano, el Partido Popular Demócrata Cristiano, después integrado en la Unión de Centro Democrático (UCD), y una vez diluido este, en el creado Partido Demócrata Popular (PDP), y finalmente, Democracia Cristiana, partido que se refundó junto a Alianza Popular para crear el Partido Popular, partido este último que, posteriormente, renunció expresamente a la base ideológica del humanismo cristiano. Durante todos esos años y apoyado por la Fundación Alemana Konrad Adenauer, y su sucursal en España, la Fundación Humanismo y Democracia, teníamos como principal misión convencer al pueblo español de lo importante que era el estar integrado en la UE. Todo serían beneficios, económicos, educativos, sociales. Seríamos uno de los países receptores de ayudas a través de los fondos europeos (Feoga, Feder, FSE, etc.). El balance económico durante años siempre sería a favor de España, pues recibíamos muchas más ayudas económicas de la UE de lo que aportábamos. Por el Tratado de Maastrich, posteriormente modificado por los tratados de Ámsterdan, Niza y Lisboa, pasamos de lo que se conoció como 'la Europa de los mercaderes' a la UE que ahora conocemos. Y aquí llegamos a una UE consolidada, pero también ahí nos quedamos. Vivíamos, sobre todo los responsables de todas las instituciones europeas, como 'Alicia en el país de las maravillas'. Todo era muy bonito. Lo único que nos preocupaba es que nuestro jardín a la francesa fuera cada vez más bello, que no le faltaran detalles. Una potencia económica como la UE no tendría problemas en adquirir fuera de su territorio lo que se precisara. ¿Para qué íbamos a fabricar chips si los podríamos comprar a China? ¿Para que íbamos a buscar sondeos que nos proporcionara todo el petróleo y el gas que necesitamos, si podemos comprarlo a Argelia, a Rusia, a Venezuela? ¿Para qué vamos a autorizar el 'fracking'? Eso de que en el subsuelo de España haya gas para autoabastecernos durante 60 años no merece la pena que se estudie a fondo. Sin embargo, Estados Unidos ha pasado de ser deficitario en gas a ser exportador del mismo gracias al 'fracking'. ¿Cómo vamos a invertir en defensa? ¿Para qué? Si aquí somos más pacifistas que el océano Pacífico. Lo que tenemos que hacer es comprar lo que necesitemos, da igual el país proveedor, aunque ese dinero que damos sea y sirva para alimentar a nuestros enemigos, a los enemigos de los estados democráticos y de derecho, a los que nos quieren ver fuera de circulación, o mejor dicho, a los que quieren que circulemos a su ritmo.
Cuánto tiempo hemos perdido. Hemos descuidado todo lo importante y lo único que nos ha preocupado es seguir cuidando ese jardín a la francesa. ¿Por qué no se reaccionó cuando Rusia se anexionó de la península de Crimea? Esta no es la Europa que deseamos la mayoría de los ciudadanos que seguimos creyendo en los principios fundamentales de la UE.
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Ha tenido que producirse la invasión de Ucrania por el animal que alimentamos desde la UE para que, por fin, nos fijemos más en la jungla que nos rodea que en seguir estancados en el jardín. Lamentable. Europa comienza a espabilar. Que siga así. Sin esperar más.
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