No es ciudad para viejos

Respecto a las obras en Murcia, ya sé que se trata de una acción de futuro a la que solo le faltan los cartelitos de 'trabajamos para usted, disculpe las molestias'. Y aunque es de agradecer que en esta ocasión no se trate de 'obras electoralistas', ya que el anterior Consistorio debería saber que el ciudadano, joven y/o viejo, llegaría a las urnas un tanto 'cabreao', además de 'cansao', por las molestias que ocasiona toda una ciudad casi levantada por el llamado 'plan de movilidad' que, paradoja, lleva meses reduciéndola.

Todo hace indicar que va para largo. Se conceda o no se conceda la moratoria solicitada por el alcalde Ballesta, para no perder los dineros europeos, lo cierto es que durante meses permanecerán las barreras que, además de físicas, son también de comunicación, semánticas. Pareciera que los voceros de la cosa pública no encontrasen palabras y medios bastantes para que entendamos lo que hacen por nosotros, según dicen.

Para explicarlo, quizá podrían aprovechar los actos que hacen insufribles los telediarios de fin de semana, resultado de una misma escenografía: el jefe o la jefa (me resisto a llamarles líderes o lideresas, que una cosa es la jefatura y otra muy distinta el liderazgo) encima de un escenario, con una clac como fondo compuesta por jóvenes que aplauden a la señal del regidor del improvisado plató.

No sé, puede que lo hayan explicado en 'las redes', las sociales digo, las cuales, es verdad, ya forman parte de nuestra vida, pero a algunos les vendría bien comprobar que el escenario vital no se parece al mundo virtual, ese espacio en el que en materia de comunicación y opinión todo vale, solo es imagen, perfeccionismo, hedonismo y publicidad envolvente.

La vida real transcurre en las calles, aunque en las de Murcia broten obstáculos que, hoy y ahora, permiten decir que no es ciudad para viejos.

Abrazos.