La brecha
La grieta social se agranda cuando los más favorecidos se afanan en buscar modos de pagar menos impuestos
No daba con la tecla. Cabeza gacha y manos ocupadas, se detuvo antes de entrar en la zapatería. Llevaba unos minutos intentando apagar una luz ... que salía de su teléfono móvil. Levantó la vista y vio acercarse a una chica joven, quinceañera o poco más, como sus nietas. Sus nietas... [Con la celeridad que funciona el pensamiento, en fracciones de segundo se preguntó por qué futuros derroteros transitarían sus vidas, así como la de la joven que ya estaba a dos pasos de él...].
–Disculpa... No sé cómo apagar esta luz que sale de mi móvil. ¿Puedes ayudarme?
Entre sorprendida e incrédula, la joven no dijo nada. Amable, tomó el móvil que le tendía el abuelo, deslizó un dedo por la pantalla, dio un golpecito y ¡ale hop! la luz se apagó.
–¿Así de sencillo?
La chica siguió sin decir nada, sonrió condescendiente y continuó su camino mientras que, reflejada en el escaparate de la zapatería, él pudo comprobar la cara de tonto que se le quedó.
Es una muestra de la llamada 'brecha digital', definida como la desigualdad entre los grupos sociales en el acceso a las nuevas tecnologías (TIC) cuyo uso desciende conforme avanza la edad de la población. Es decir, a más edad menos uso e interés por las TIC. Lógico. Sobre todo, si se considera que los niños de la posguerra que aún sobreviven aprendieron a escribir con un lapicero de grafito de mala calidad al que sacaban punta con un cuchillo o una navaja. Ni bolígrafos había.
Aquellos niños, hoy 'superabuelos', tienen que recurrir a la ayuda de sus nietos para no quedar totalmente desplazados en esta era digital que, si bien tiene la ventaja de mitigar la soledad, supone una dura prueba para la capacidad de adaptación de las personas mayores que, por otro lado, han vivido muchas otras etapas de desigualdad social, ya que la 'brecha digital' no es sino una manifestación derivada de la 'brecha social'.
La 'brecha social', cuya grieta deben acortar los gobiernos mejorando la vida de los más desfavorecidos, se agranda cuando los más favorecidos se afanan en pagar menos impuestos, en cuyo objetivo buscan resquicios y modos disimulados. Rafael del Pino, mandamás de la empresa Ferrovial, posee un patrimonio que 'Forbes' valora en 3.800 millones de euros. Ahora cotizará en Holanda. Países Bajos, insolidaridades altas.
Abrazos.
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