El tercero de 'Bannonarama'

ESPEJISMOS ·

Con las instituciones y los medios en contra, los 'rude boys' de morado firmaron un par de discos míticos que son ya historia de nuestro país

Domingo, 15 de mayo 2022, 10:35

En la industria musical hay una teoría, llamada 'la maldición del tercer disco', que predice la caída o el momento de máximo riesgo de una ... banda, esa etapa en que la espontaneidad y el talento que la hicieron famosa parecen fallar, y las largas giras –con sus excesos y sus fricciones– desembocan en el temido momento de volver a encerrarse en el estudio. No sé si será una leyenda urbana, pero dicen que si un grupo firma un buen tercer disco, con éxito de público y crítica, ha subido un escalón y tiene opciones de firmar diez más. Lo más común es –parece– estrellarse.

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Llevo toda la vida analizando esta teoría con mis amigos y unas cuantas cervezas. Soy un tercerdiscólogo de primer nivel. Una vez conocí a un cuartodiscólogo y se nos hizo de día, claro. Los factores son infinitos. Está la prensa, obvio, que a esa altura deja de mimarte. La profesionalización. La noche y sus peligros, siempre en el centro de la mitología pop. El ego (caliente, caliente). El trecho entre el talento y el genio. Y algo más, para mí la clave: el público cambia, sus placeres mutan, la búsqueda está en el centro de todo proyecto musical. Hacerse famoso sin entender eso es una catástrofe futura. Preguntadle si no a Melendi. O a Oasis. O a Fangoria, por nadie pase.

¿O a Podemos? Hola. Feliz 15M, que no he dicho nada. Sí, claro, los dos primeros párrafos eran alegóricos. La maldición del tercer disco se da, y mucho, en política, esa trituradora de famas. Cuando los 'rude boys' de morado saltaron allá por 2014 al estrellato encontraron un país harto de crisis que los acogió con los brazos abiertos. Con las instituciones y los medios en contra, firmaron un par de discos míticos que son ya historia de nuestro país. Pero el público cambió. Se nos fue pasando la fiebre de la casta, de la crisis-estafa, de cambiar el régimen, de asaltar los cielos. Estalló el conflicto en Cataluña y empezó a oler a Vox. Los desahucios cedieron su espacio en los informativos a la llegada de personas migradas, aunque nunca lo llamaban así. El ciclo político había cambiado y al bloque del cambio se le ponía cuesta arriba.

Quienes empezaron a petarlo eran el supergrupo PP-Vox, la versión española de esa 'alt-right' internacional tan de moda. Las Objetivo Birmania de esa 'Bannonarama', para entendernos. Un simbionte entre las dos fórmulas posibles: la radicalización del partido conservador de siempre (al modo de Trump o Boris Johnson) o el lanzamiento de un nuevo grupo ultra que se come a la derecha tradicional, como en Brasil o Italia. Uno de ellos pone el patrioterismo, el antiparlamentarismo, la teocracia, la xenofobia y el ansia retrógrada, el otro los recortes, las privatizaciones, el capitalismo de amiguetes y el catecismo aspiracional. Funciona. No es que hagan nada nuevo, pero suena rompedor. Punk. También tienen buenos mánagers, todo hay que decirlo. En radiofórmulas no suena otra cosa. Se estrenaron en Andalucía en el 19 y van de éxito en éxito. Hasta hay quien les vaticina entrar de cabeza de cartel en el próximo festival (de la democracia). Pero.

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¿Pero qué? Pues que se empiezan a repetir, aquí y allá. Que el furor de la revolución conservadora que encarnan ya cansinea un poco. Te salen por Spotify y no las bailas como antes. España-España-España como estribillo para todo suena guai, pero a veces lo que quieres oír es alguna solución, no solo animar a la selección. Y no, las rebajas fiscales no siempre son la solución a todo para todo el mundo, o al menos no para esas personas que insisten en no poseer diecisiete casas. ¿Que la Meseta se vacía? Bájale los impuestos. ¿Que el Mar Menor se muere? Bájale los impuestos, ponle una bandera. ¿Que el 10% de la población de la Región no puede permitirse el copago de los medicamentos? Bájales los impuestos y que paguen por España. ¿Se dispara la electricidad, el combustible? No es Rusia ni el 'peak oil', son los impuestos. Y las feministas. Y Bildu.

'Lo haremos bien', se llamará el álbum. Ya veremos. Personalmente prefería lo de la libertad, pero es verdad que eso ya aburre hasta por boca de la presidenta Ayuso, la libérrima bajista. Para liberar a los estudiantes madrileños del «sanchismo adoctrinador», doña Isabel ha censurado del programa educativo de Bachillerato hasta treinta términos, entre ellos «emergencia climática», «objetivos de desarrollo sostenible» o «ciudadanía global». No se ve a los liberales mover ya la cabeza tan fuerte. Y es que los hay que se creen Sid Vicious y Johnny Rotten muy fuerte. Veremos si pasan de Milli Vanilli esta vez.

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