Mario Benedetti dijo que un estadio vacío era un esqueleto de multitudes, en lo que es una definición estelar de lo que parecen esos mastodontes ... sin gente, como muertos de risa, a los que nos hemos acostumbrado con los partidos sin público. Afortunadamente, al Murcia le han permitido gente en sus partidos, una noticia que ayuda a mitigar su deambular por las categorías catacúmbicas del fútbol. Un poco de calor en el tragadero de la Segunda B, donde dominan los futbolistas sin nombre y los equipos sin charreteras. No es el caso del Murcia, cuya historia tiene páginas tornasoladas, tan alejadas de su presente que no parecen suyas. Lo peor es la sombra de resignación que se respira entre la gente, denunciada por algunos históricos el año pasado. La afición no apremia al equipo porque entiende que no está para muchos trotes. Es cierto, pero la conformidad no sé si es la mejor actitud para que alguien se levante y reaccione.
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