El síndrome Jessica Rabbit
A CARA DE LIBRO ·
Cuando hablamos de feminismo, clasismo o xenofobia hablamos de relaciones de poderHace tiempo conocí a una mujer atractiva y preocupadísima por su físico, tanto que estuvo un mes sin pisar la calle porque se hizo un ... peeling facial (para quienes no sepan de estas torturas, consiste en eliminar células de la piel produciendo una costra, para después lucir un aspecto rejuvenecido durante unos meses). Además de su obsesión por el físico, es una profesional independiente y, tras su divorcio, consiguió el uso del domicilio familiar para ella y su hijo gracias a las leyes que benefician al miembro de la pareja más vulnerable económicamente, que suelen ser las mujeres. A pesar de ello, le escuché varias veces decir que no era feminista, que el feminismo no la representaba.
Estos comentarios los he escuchado en otras dos mujeres, también divorciadas, profesionales independientes, inteligentes, muy atractivas y con más éxito profesional que la primera. Y algo no encajaba en mi cabeza. ¿Cómo era posible que mujeres que, gracias al feminismo, pudieron trabajar, ser independientes y librarse del hombre al que no soportaban, no se consideraran feministas?
Cuando hablamos de feminismo, clasismo o xenofobia hablamos de relaciones de poder. Hay un grupo de privilegiados y un grupo de oprimidos. Pero entre los oprimidos, también existen clases. En una sociedad patriarcal, la belleza sitúa a unas mujeres por encima de otras. Y aquellas que han sabido utilizar la belleza a su favor, no quieren perder su privilegio.
Estas mujeres aprendieron a manejar la seducción para conseguir sus objetivos. No estoy hablando de mantener relaciones sexuales, sino de utilizar la sonrisa y la ingenuidad para conseguir un favor, de pasar por mujer florero para participar en eventos en los que nunca lo habrían hecho por otros méritos, o de declararse antifeministas para que algunos hombres las vean como bellas aliadas a las que favorecer.
Durante un tiempo trabajé con la mujer de mi ejemplo. Recuerdo una reunión con un posible cliente. Ella no paraba de reír tontamente y hacer bromas de doble sentido. El trabajo salió, no sé si por su actitud o porque la propuesta convenció al cliente. Aclaro que no todas las mujeres atractivas son aliadas del patriarcado, ni todas las mujeres no normativas son feministas (he visto a algunas mujeres poco atractivas utilizar las mismas estrategias).
El feminismo propone derribar la tiranía del atractivo sobre las mujeres. Pero ¿qué sería de Jessica Rabbit en un mundo igualitario, vistiendo camiseta ancha, zapatillas y coleta, y donde su contoneo de caderas o su caída de ojos no tuviera efecto?
Estoy segura de que ella tampoco se sentiría representada por el feminismo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión