Sin ser yo nada de eso

ESPEJISMOS ·

En nuestra psique colectiva se va fijando la idea de que los obreros son una cosa como del pasado

Domingo, 21 de noviembre 2021, 10:02

¡CIS, en toda la boca! La última macroencuesta pública arroja un dato demoledor: el porcentaje de españoles que manifiestan pertenecer a la clase trabajadora ... ha caído hasta el 16%. En 2001, por comparar, era del 50%. ¿Y qué ha ocurrido? ¿Hemos heredado todos una docena de pisos turísticos? ¿Nos ha tocado Euromillones? ¿Hemos expropiado los medios de producción? Así a bote pronto te diría que no. Me habría enterado. Va a ser otra cosa.

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¿Qué otra cosa? Venid un momento por aquí que os presente a Paco, personaje ficticio pero poco. Paco es 'encargao' de tienda, en concreto una franquicia de zapatería. Libra los lunes y algunos domingos. Se lleva para casa 1.500€ netos al mes, paga alquiler y pensiones alimenticias. Su hijo mayor ha hecho la selectividad este año pero no ha entrado en la pública. El coche –un Toledo del '03– le está pidiendo pista. Va dejando lo de regraduarse las gafas y revisarse la boca. Ya hace años que pasa más de la mitad de las vacaciones en su casa. –Paco, ¿eres clase trabajadora? –No, por dios, yo estoy bien. –Vale, Paco, perdona, no te pongas así. –No me pongo de ninguna manera, pero conmigo no te equivoques.

¿Quién pertenece a la clase trabajadora? Una vez, un primo segundo mío que estaba pasando una mala racha parece que estuvo un tiempo el pobre metido en la clase trabajadora, pero gracias a dios pidió ayuda y pudo salir. Ahora es 'rider', menos mal. En nuestra psique colectiva se va fijando la idea de que los obreros son una cosa como del pasado, gente que bajaba a la mina o fundía acero o se ponía en una cadena de producción, o como se llamen esas movidas tan del siglo XX y las pelis de Ken Loach. Quién va a querer ser eso, por favor, si hasta llevan casco. Está diciendo trabajadora, trabajadora, trabajadora. A mí. Sin ser nada de eso yo. Afortunadamente, la sociedad avanzó y ahora podemos dedicarnos a hacer realidad nuestros sueños y aspirar a la mejor versión de nosotros mismos, como Paco o, si me apuras, como mi primo segundo. Horarios, sindicatos, formación, conciliación o contingencias comunes son palabros caídos en desuso. No tienen traducción al emprendedorés. Ni colocándoles el sufijo -ing.

Y luego está lo otro, la tabarra pureta de fondo. ¿Qué es eso que te estás comiendo, un aguacate? Pues no serás tan clase trabajadora. ¿Tienes un iPhone, aunque sea el 4? Ya está, eres un burgués. ¿Ecologista? No me digas más, pijoprogre. ¿Derechos LGTB? Casta posmo. ¿Moto? 'Privilegiao'. Al final, no es solo que la etiqueta 'clase trabajadora' esté demodé, es que es casi imposible hacerse con el carné, con tanto estilita 'de izquierda' depurando currelas desde sus altas columnas de opinión.

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A ver, que problemas hay. No es que esté ya todo solucionado solo con dejarse la clase trabajadora y hacerse 'rider'. Los salarios reales (descontando inflación) han descendido, sí, descendido en España un 7% desde 1996. La desigualdad de nuestro país está entre las peores de Europa, junto a Letonia, Lituania y Rumanía (Eurostat, 2019). Los veinte (20) españolicos más ricos acumulan la misma renta que el 30% más pobre de la población, pero ey. Nosotros a quien queremos parecernos es a los veinte tope gama, no a esos catorce millones de mataos a los que probablemente pertenecemos. Ey. Es una cuestión de actitud. Lo dice Mr. Wonderful: si piensas como un triunfador, conseguirás serlo. O bueno, a lo mejor no. Pero tendrás mucho en común con él, te parecerás a él. En su forma de pensar, concretamente. Y también podrás quejarte de los impuestos. Y hasta votar para que bajen. Como harían ellos. Y ya ahí acaban las cosas en común con ese puñado de familias súperbien. Pero ey. Algo es algo.

Lo que pasa es que a veces, es verdad, nos gustaría que la actitud correcta ante la vida estuviese un poquitín mejor remunerada. Que se viese a fin de mes la enorme diferencia que nos separa de ese 16% de pringaos que siguen considerándose clase trabajadora aunque me ha dicho la señora Engracia que el otro día los vio comprar dos aguacates en el Dia. Y alguno de ellos, añade, tiene más pluma que un avestruz. Ay señor. Ojalá fuera tan fácil. Queremos creerte, Mr. Wonderful, pero no nos lo pones fácil. A veces nos cruzamos por la calle con alguna de esas 11.496 personas que poseen más de diez casas en nuestra Región, ¿y sabes qué? Pues que su actitud tampoco es muy pallá. Los vemos bajar en chándal al bar a desayunar a las once del mediodía y empalmar con las cañas cualquier martes laborable. Mucho gimnasio, mucho comprar en Amazon, mucha Riviera Maya, mucho dentista. Lo de odiar los impuestos sí lo llevan al día pero si te digo la verdad emprender, madrugar, producir y sacar España adelante mucho no se les ve. «Esa actitud os va a convertir en pobres», me animé a decirles una vez. Según el último CIS, todavía se andan riendo.

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