El llamado tercer sector de acción social está compuesto por organizaciones sin ánimo de lucro que trabajan para el bienestar social, la cohesión social y ... un modelo de desarrollo inclusivo; abordando problemáticas y retos sociales que el Estado y el sector privado con ánimo de lucro no siempre pueden cubrir de manera efectiva. Integran este tercer sector las asociaciones, las fundaciones y las cooperativas, cuyo propósito principal es generar un impacto positivo en la sociedad. Una parte de este tercer sector de acción social integra también la llamada economía social, siendo muchos los principios y valores que comparten.
Si por responsabilidad social entendemos el deber que tiene una organización social, empresa o administración pública de aplicar políticas, prácticas, comportamientos y toma de decisiones que tengan un impacto positivo, no solo a nivel económico, sino también para el territorio en el que intervienen y para las personas que habitan ese territorio, a nivel social y medio ambiental. Cuando hablamos de responsabilidad social no podemos considerar que las organizaciones sociales, por el hecho de serlo, ya son socialmente responsables. Son sus políticas, prácticas y comportamientos a nivel interno y externo las que lo acreditan. Para las organizaciones sociales las políticas de responsabilidad social interna y externa no pueden ser una opción, sino una obligación ética vinculada con su misión que les da sostenibilidad, transparencia, reconocimiento y legitimidad en sus acciones.
La responsabilidad social en el tercer sector se refiere a la obligación de las organizaciones de actuar de manera ética y transparente en sus actividades, asegurando que sus impactos sean positivos y sostenibles. No solo implica cumplir con la legislación vigente, sino también promover valores como la equidad, la inclusión, la justicia social, la rendición de cuentas, el buen gobierno, la solidaridad y la participación de la comunidad.
Mientras que en el ámbito empresarial la responsabilidad social se asocia con el triple balance, económico, social y medio ambiental, en el tercer sector de acción social va más allá, ya que las entidades trabajan directamente con poblaciones vulnerables en contextos de exclusión, dependiendo su acción social de donaciones y subvenciones. Su reputación, reconocimiento social y credibilidad son fundamentales para garantizar la vinculación de la sociedad con su misión y sus fines, por lo que una gestión socialmente responsable es clave.
Uno de los pilares fundamentales de la responsabilidad social en el tercer sector es la transparencia. Las entidades deben informar con claridad sobre el uso de los recursos públicos y privados que gestionan, los resultados e impactos positivos obtenidos y de las decisiones estratégicas que toman. Para ello, es esencial la publicación de informes anuales, auditorías externas y el acceso público a datos financieros, operativos y de impacto.
Las organizaciones del tercer sector manejan fondos provenientes de donaciones, subvenciones y, en algunos casos, actividades económicas propias. Es fundamental una gestión eficiente y ética de los recursos. Esto implica evitar conflictos de interés, garantizar que los fondos se utilicen para los fines establecidos y minimizar los costos administrativos para que la mayor parte del presupuesto se destine a las personas y situaciones sobre las que intervienen.
El tercer sector trabaja con poblaciones vulnerables, por lo que debe garantizar el respeto por los derechos humanos y la equidad en todas sus acciones. Esto implica desarrollar programas inclusivos, evitar cualquier forma de discriminación y garantizar que los beneficiarios tengan una participación activa en la toma de decisiones.
Además, las organizaciones sociales deben promover entornos laborales justos y equitativos para sus personas trabajadoras y voluntarias, asegurando condiciones de trabajo dignas y oportunidades de desarrollo profesional.
Aunque el enfoque principal de muchas organizaciones del tercer sector es el impacto social, la sostenibilidad ambiental es un componente clave de la responsabilidad social. Promover proyectos sostenibles son acciones esenciales para garantizar que los impactos sean positivos. La implementación de políticas de reciclaje, el uso eficiente de recursos y la sensibilización ambiental son estrategias clave en este ámbito.
La responsabilidad social también implica que las organizaciones no sólo desarrollen proyectos de intervención con colectivos vulnerables, sino que es necesario involucrar, en la medida de lo posible, a los beneficiarios en la planificación de los proyectos, respetando sus conocimientos, cultura y autonomía.
A pesar de su importancia, muchas organizaciones enfrentan dificultades en la implementación de políticas de responsabilidad social. Entre los principales desafíos se encuentran la falta de recursos, la burocracia, las dificultades para medir los impactos y el riesgo de mala gestión.
Para superar estas dificultades y fortalecer la responsabilidad social en el tercer sector de acción social, es fundamental implementar estrategias que promuevan la transparencia, la eficiencia y el compromiso con la comunidad. Algunas de estas estrategias incluyen fortalecer la gobernanza interna, implementar auditorias y controles financieros internos y externos, promover la formación y la transparencia, establecer alianzas estratégicas, incluir a los beneficiarios en la toma de decisiones y adaptar los programas a sus necesidades reales.
La responsabilidad social en el tercer sector es fundamental para garantizar que las organizaciones sin ánimo de lucro cumplan con sus objetivos y misión de manera ética, transparente y sostenible. A través de la rendición de cuentas, la gestión responsable de los recursos, el respeto por los derechos humanos, la sostenibilidad ambiental y la participación comunitaria, estas entidades pueden maximizar su impacto positivo en la sociedad.
Aunque existen desafíos, la implementación de estrategias adecuadas puede fortalecer la confianza en estas organizaciones y garantizar su sostenibilidad a largo plazo. En un mundo cada vez más exigente en términos de transparencia y ética, el tercer sector debe reafirmar su compromiso con la responsabilidad social para seguir siendo un motor de cambio y desarrollo.
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